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Polémica por «Nicolás tiene dos papás»: el peso del fanatismo del Chile conservador

Por: admingrs | Publicado: 24.10.2014

Nicolas-tiene-2-papás-portada-webEn el contexto de las organizaciones de la diversidad sexual much@s no consideran al Movilh una organización precisamente revolucionaria, a la vanguardia de las luchas LGTB (lesbiana, gay, transexual, bisexual). Incluso, ha sido criticado por ser excluyente de algunas identidades más diversas como el travestismo, l@s Queer, etc.

Las reivindicaciones LGTB son por lejos más avanzadas, profundas y politizadas que la demanda por el matrimonio igualitario. Sin embargo, para muchos chilenos, los planteamientos que ha levantado la organización de Rolando Jiménez parecieran provenir directamente desde Sodoma y Gomorra.

¿Por qué Chile es tan conservador? Una explicación posible que se suma a lo que había antes es que tras la dictadura se impuso no sólo un gobierno a la fuerza, sino una forma de ver el mundo. Esta cultura prohibitiva instaló fuertemente los valores conservadores antidemocráticos en términos hegemónicos, mientras Juan Pablo II hacía lo mismo con el giro integrista de la iglesia católica. En parte, los hijos nacidos en democracia aún heredan la cultura “pinochetista”.

Pero 25 años después, es obvio que Chile ha sido lento en recomponerse. Tal vez, demasiado lento para ni siquiera haber avanzado en una agenda ética (ni siquiera política) un poco más progresista.

“Nicolás tiene dos papás” es un cuento inspirado en “Heather Has Two Mommies” publicado por primera vez en 1989 y escrito por la estadounidense Lesléa Newman. A diferencia de ese país, la gran paradoja de Chile es que mientras es liberal en lo económico, permanece siendo integrista en lo valórico. “No se puede defender un modelo de desarrollo económico como el que hay en Chile sin defender un modelo cultural que tiene que ver con el control de la vida privada de las personas”, afirma Rosario Puga, periodista e investigadora del Centro de Estudio Socioculturales, CESC,

“No se puede defender un modelo de desarrollo económico como el que hay en Chile sin defender un modelo cultural que tiene que ver con el control de la vida privada de las personas”, añade Puga.

Pero ¿estamos cambiando? Los chilenos manifiestan un relativo nivel de acuerdo con la validez de la condición de la homosexualidad. 59,2% de entrevistados en la Encuesta Nacional UDP 2012 está muy de acuerdo/de acuerdo con que la homosexualidad es una opción válida. En la misma pregunta, en el año 2011 se evidenció un 63,1%, por lo que se redujo el apoyo a esta alternativa.

Según la encuesta, las mujeres se muestran más predispuestas que los hombres a aceptar la homosexualidad (62,1% versus 56,1% respectivamente). La posición política y el nivel socioeconómico también son relevantes. Mientras mayor el nivel de ingreso, mayor es la aceptación de la homosexualidad. Mientras más cercano a la identificación política de izquierda, mayor es su aceptación. Sin embargo, más allá de que en Chile pareciera haber una mayoría relativa en torno a apoyar la existencia de diversidades sexuales, en el país aún es poderosa la discriminación.

Los diputados UDI Andrea Molina, David Sandoval, Juan Antonio Coloma, Osvaldo Urrutia y Felipe Ward anunciaron que pedirán citar a la comisión de Familia de la Cámara al ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, y a la vicepresidenta ejecutiva de la Junji, Desirée López de Maturana. Sin duda la UDI defiende los intereses de sus votantes, relacionados a la iglesia conservadora, pero ¿es acaso la derecha lo suficientemente fuerte para que en Chile haya tal nivel de retraso en términos de política pública y cambio cultural?

Para Rosario Puga, periodista e investigadora del Centro de Estudio Socioculturales, CESC, la voz de unos pocos tiene alta resonancia ya quefamilia “efectivamente nuestro sistema institucional ha permitido una sobre-representación de sectores conservadores pero también ha permitido que las élites se sientan obligadas a un concepto que es católico, que tiene que ver con el significado de familia y propiedad”.

Así, aún hay una legislación llena de discriminaciones influida por cómo en Chile se compone la propiedad de los discursos.

Afortunadamente, los medios de comunicación se han abierto cada vez más a temáticas liberales gracias al exilio de los católicos en la propiedad de los medios y el arribo de grandes empresarios que ponen el acento en el rating por sobre los valores.

Pero por otro lado la predominancia de la iglesia católica en el mercado educativo, hoy por hoy, aunque parezca retrógrado, aún mueve las suficientes influencias como para incidir en las políticas públicas de un estado laico, como quedó demostrado en el debate por el fin al lucro, la selección y el copago. A través de estos espacios de control, una minoría gobierna desde sus creencias e intereses. “No se puede defender un modelo de desarrollo económico como el que hay en Chile sin defender un modelo cultural que tiene que ver con el control de la vida privada de las personas”, añade Puga.

Hay que ver cuánto de eso se cuela en las creencias propias y cuánto hay en nosotros del interés de las clases dominantes.

Cuando me río por decirle niñita a un hombre, cuando me río porque algo tierno es “gay”, ¿se nos ocurrió a nosotros de la nada? Parece que Chile se ha demorado demasiado en cambiar.

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