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¿Vocación o explotación? El agobio laboral cotidiano que asedia a los profesores

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 17.11.2014

agobiolaboralNo es un secreto para nadie. Durante años, los profesores y profesoras de Chile han aceptado casi como una obligación vocacional el exceso de trabajo que se hace sentir a lo largo de sus años de desempeño.

La mayoría de ellos y ellas lo enfrentan como pueden. La falta de horas cronológicas dedicadas a la preparación de sus materiales de clases (cátedras, guías, evaluaciones y la revisión de éstas), además de la carencia de tiempo para gestionar reuniones de apoderados y sus respectivas jefaturas, termina logrando que sus vidas personales paguen el costo. Pero también, los mismos estudiantes y el proceso de aprendizaje.

“Yo tengo 36 horas de clases, de las cuales tengo apenas tres horas semanales para preparar mi trabajo. Para dar calidad, necesitas tiempo y preparación. Imagínate que yo preparara mi material en solo ese tiempo y revisara mis pruebas en esas tres horas a la semana… me demoraría años en entregar y no sería suficiente”, relata Luz Flores, docente en un establecimiento en Alto Hospicio.

La evidente desproporción entre las horas en el aula y el tiempo que debería dedicarse a la planificación, provoca que los docentes sacrifiquen su tiempo libre para seguir trabajando desde sus hogares. “Dejando de lado diversión, descanso, sueño y familia”, apunta la profesora. Esto, según las lógicas laborales del país, sin contemplar el pago de horas extras.

El agobio laboral es hoy una de las cinco demandas establecidas en el petitorio de Agenda Corta que se negocia con el gobierno. Durante la última negociación, sin embargo, no fue uno de los puntos a los que el Mineduc dio respuesta y las bases docentes insisten en su rápida solución.

 

profesClases, planificación y pruebas estandarizadas

El exceso de carga laboral parece ser parte de la cotidianeidad de la labor docente. Según se estima, el 78% de los profesores cuenta con menos de 4 horas semanales para el esparcimiento, aunque el artículo 6º del Estatuto Docente señala que sus horas no lectivas (de planificación) deben corresponder al 25 por ciento de su carga horaria cronológica.

La ley, para variar, es letra muerta en estos casos. Marco Antonio Zurita, por ejemplo, es profesor del Liceo Jorge Alessandri Rodríguez de Calama, tiene 44 horas semanales de clases y sólo siete a la semana para terminar sus labores.

“Yo lo hago, pero fuera de ese horario. No hay profesor que viva tranquilo su fin de semana o las vacaciones. Uno, para descontar pega, empieza a planificar desde antes, pero llega el año y hay que hacer la pega de nuevo. No se puede vivir tranquilo en los tiempos libres”, comenta.

Hay obligaciones extras: la realización de pruebas estandarizadas que buscan más recursos para establecimientos vulnerables, además del Simce y la PSU, terminan sumando más trabajo para los y las docentes. “El problema es que son las mismas horas de clases y nos dan más pega a nosotros”, recalca Zurita.

CAM04730A kilómetros de distancia, Angiara Aedo, profesora del Insuco de Valparaíso, comenta el mismo conflicto: “El Simce es otro factor que influye y es determinante en lo que nosotros llamamos agobio laboral porque tenemos que hacernos funcionales a esta prueba que finalmente, lo que hace, es por un lado, establecer una categorización del establecimiento –y por tanto de sus estudiantes y profesores- y por otro lado, nos condiciona en términos de remuneración. Si nosotros tuvimos el Simce, postulamos a un bono de excelencia académica y nos llega un bono  cuatro veces al año. Si nosotros bajamos el Simce, perdemos el bono. Es un condicionante terrible”.

A sus obligaciones como profesores, se suma una serie de tareas administrativas que muchas veces tienen más sentido burocrático que educativo y no ayudan a descomprimir la ya recargada jornada laboral de los trabajadores.

 

¿Profesión o apostolado?

Para los docentes y profesoras, hablar de la calidad de la educación implica tocar la demanda del agobio laboral del gremio. Para ellos, realizar un mejor trabajo exige una preparación necesaria, que cada día es más escasa en las aulas de clases. Además, piden tiempo para disfrutar de sus horas libres y enfrentar la jornada con mayor energía.

1932730_319587824891169_8837459512246416855_o“Si tenemos tiempo para disfrutar nuestra vida personal, obvio que vamos a llegar con mucha más energía y motivación a trabajar”, asegura Zurita, y comenta que, cuando se desempeñaba en un establecimiento particular, los profesores organizaban reuniones en casas donde “trasnochar en conjunto” y lograr terminar sus planificaciones.

Según un estudio de la UNESCO sobre condiciones de trabajo y salud docente, realizado en 2005, existe una relación directa en las condiciones de trabajo y salud respecto al rendimiento laboral. Así, los investigadores recalcan que la visión de la docencia como apostolado implica un sacrificio y renuncia que termina impactando al entorno profesional y familiar de los docentes. El mismo informe señala que un 42 por ciento de los profesores ha sufrido algún tipo de enfermedad psicológica durante su ejercicio.

“Hasta hace poco tiempo, nos quedábamos callados porque nos decían ‘ay, pero si tienen vocación, tienen que hacer la pega igual’. Hoy, en las movilizaciones, gritamos que no hay que confundir vocación con otra forma de explotación”.

Angiara Aedo es activa en las movilizaciones y asegura que esta demanda ha estado presente siempre dentro de las dificultades de la profesión. “Hasta hace poco tiempo, nos quedábamos callados porque nos decían ‘ay, pero si tienen vocación, tienen que hacer la pega igual’. Hoy, en las movilizaciones, gritamos que no hay que confundir vocación con otra forma de explotación”, señala y agrega que la intención es dignificar la profesión docente.

Para César Loncon, miembro del Sindicato Nacional de Cepech, al tener más trabajo y realizar las tareas impuestas por el sistema educacional, los profesionales de la educación no tienen tiempo para profundizar más en su trabajo e ir perfeccionándose para educar.

“Todo esto es un paquete. El tema de mejorar la calidad de la educación implica mayor estabilidad laboral y obviamente más tiempo para destinarnos al quehacer de perfeccionarse, de preparar material adecuado”, recalca.

Loncon asegura que el ánimo de movilizarse de los profesores hoy –con un alto porcentaje aún en paro- responde a la idea de terminar con la injusticia y no confundir más la explotación con las motivaciones vocacionales de la docencia.

 

La propuesta del 50/50

10348524_269145373270829_510242950194796090_nDurante la semana pasada, el Mineduc publicó un documento donde asegura la instalación de una mesa técnica para revisar esta demanda. En la instancia, se abordará el tema de la planificación de clases y la autonomía pedagógica de los profesionales.

Desde las bases, la propuesta es seguida con desconfianza, más aún a la luz del conflicto desatado durante la semana pasada entre los docentes y su directiva en el Colegio de Profesores.

Por ello, un grupo de profesores y profesoras ya se moviliza con la propuesta de una Ley 50/50, que considere un 50 por ciento de horas lectivas y otro 50 por ciento de horas no lectivas pagadas.

“Proponemos que en el contrato laboral, el 50% sea destinado de forma exclusiva a las actividades no lectivas del docente, lo que implica acotar el concepto y las labores que se deben realizar, en ese horario “no lectivo”, sin que ninguna de estas horas sean imputables al cuidado de la disciplina en recreo, de almuerzos a la hora de colación, de cobertura de docentes ausentes, y otros imprevistos que normalmente se puede dar en una institución educativa”, declaran en su iniciativa.

Por ahora, los docentes seguirán movilizados y cautelosos en la búsqueda de dignidad para su necesaria labor. “Nos gusta lo que hacemos. Aún en las peores condiciones, la mayoría de los profes hacemos bien nuestra pega. Creemos en lo que estamos haciendo, pero si tenemos el tiempo, vamos a poder trabajar mucho mejor”, aseguró la docente del Insuco de Valparaíso.

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