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La estrategia judicial de la defensa de Mauricio Ortega para desacreditar a Nabila Rifo como víctima

Por: Antonia Orellana | Publicado: 14.03.2017
La estrategia judicial de la defensa de Mauricio Ortega para desacreditar a Nabila Rifo como víctima nabilaaa-574×324 |
El lunes 13 de marzo se inició el juicio oral por el femicidio frustrado, agresión sexual y mutilación contra Nabila Rifo en medio de rumores iniciados por la defensa de Mauricio Ortega en la prensa, sucesivas declaraciones sobre su conducta íntima y cuestionamientos públicos. Según las organizaciones feministas, una forma de minar la credibilidad de la víctima.

“Nabila se daba con cualquiera. Tenía más personalidad de lo normal”. Esa fue una de las frases de Mauricio Ortega Ruiz (41), único acusado de los delitos de violación de morada, amenazas no condicionales en contexto de violencia intrafamiliar, femicidio frustrado y mutilación en carácter reiterada en contra de Nabila Rifo Ruiz en el primer día del juicio en su contra.

 Un rato antes de la audiencia en el Tribunal Oral en lo Penal de Coyhaique un familiar cercano a Ortega declaró a la televisión que Nabila “probablemente fue atacada a causa de su vestimenta”. Entre los cuestionamientos que se escucharon durante las más de tres horas que duró la audiencia estuvieron el que “a Nabila se le pasaban los tragos”, que solía andar “dejando a los chicos abandonados” por “andar con una persona” y que “cuando está con un poco de bebida no hay diálogo”.

Para Mónica Maureira, investigadora en comunicación y género de la Universidad Diego Portales que ha seguido distintos casos de femicidio, “desacreditar a las víctimas de violencia de género haciendo operar los prejuicios y roles determinados que se le asignan a las mujeres es una estrategia habitual en estos juicios”. Según explica, se puede hacer una analogía de lo que sucede con Nabila Rifo con otros casos mediatizados de femicidio y violencia sexual.

Foto @rigojofre

Así, la académica recuerda, por ejemplo, el caso de Marina Menegazzo y María José Coni, jóvenes argentinas asesinadas en Montañita, Ecuador: “Los comentarios decían ‘cómo es posible que anden solas, que se hayan expuesto al participar de una fiesta, que cómo pueden haber bebido’. En el caso de Lucía Pérez en Argentina se dio lo mismo: una discusión en los matinales sobre si tuvo o no consumo de drogas antes de que sus asesinos la empalaran. Todos juzgan públicamente a la víctima para ver si es lo suficientemente “víctima” en la medida de sus prejuicios”, señala.

“Este tipo de argumentación en los medios de comunicación y la defensa del imputado ya lo vimos en Chile en el caso de Vania Tartakowsky. Su asesino incluso salió a página completa en La Tercera, desde la cárcel, señalando que era mala mujer, que tenía un amante y lo explotaba económicamente. La idea que hay detrás es la antigua frase ‘algo habrán hecho’, minar su credibilidad hasta que le llegue el momento de declarar”, explica Maureira.

En sucesivos estudios a la reforma procesal penal y el tratamiento judicial a la violencia sexual, intrafamiliar y de género en Chile, la directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, Lidia Casas, ha establecido un obstáculo cultural importante para quienes sufren estos crímenes: la idea de la “víctima ideal”.

“La víctima ideal es una víctima que debe tener una conducta ‘intachable’. En estos casos el sistema sobrevalora los roles tradicionales: resurge eso de cuál es el deber ser de la mujer, cuál es el deber ser de los hombres y el sistema parece aceptar en los hombres esta posibilidad de irracionalidad y la mujer es considerada casquivana, licenciosa”, ha declarado la abogada.

Tierra de nadie

 

No es la primera vez que las declaraciones de la Defensoría Penal Pública llaman la atención de las organizaciones feministas. El 23 de febrero el defensor Fernando Acuña declaró a El Mercurio que “Nabila ha tratado y recabado autorizaciones para poder ver a su pareja. Ella incluso lo ha solicitado para poder hacerlo con sus hijos (…). No nos sorprende porque es sumamente concordante con su testimonio, con todas las cosas que ha hecho y con los incesantes intentos que ha hecho de tomar contacto con la familia de Mauricio, con sus cercanos y con todas las personas”.

Pese a que tanto el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género local, la dirección de Gendarmería y la propia Nabila descartaron la visita, la noticia fue publicada y profusamente replicada en redes sociales con comentarios como “esta mina es re mala de la cabeza“. En ese momento la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres acusó al defensor Acuña de “manipular la situación para exculpar a Ortega”.

La coordinación nacional de la Red Chilena se encuentra asistiendo al juicio y manifestándose por justicia para Nabila. Desde Coyhaique, Soledad Rojas señaló a El Desconcierto que “todos estos comentarios que parecen de contexto son más bien de juicio moral a la víctima. Al parecer la defensa de Ortega insiste con apuntar a los viejos prejuicios sobre las mujeres, buscando culpabilizarla o mostrarla como alguien que se exponía a que le pasara algo así, desviando la atención de la persona que está realmente en tela de juicio: el imputado”.

Para Marisa Romero, del colectivo feminista de Coyhaique “Mujeres Desnudando”  “Nabila pareciera ser tierra de nadie porque todos opinan lo que se les ocurre de ella. Hay que separar la vida privada del hecho puntual de la agresión que ella vivió. La mutilación, golpes, agresiones sexuales, todo lo que sabemos, constituyen una forma extrema de violencia de género que no tienen ninguna justificación”

Foto: @rigojofre

La directora regional del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género, María Francisca Rojas Covarrubias, reconoce que en este tipo de juicios puede darse que la víctima sea cuestionada por su historia de vida ya que “hay una construcción sociocultural de cómo debiera ser una víctima y esta es una manifestación más de los estereotipos de género; es decir, se les atribuyen cualidades universales y eternas que se perpetúan y naturalizan en el tiempo”.

Y, pese a que la Defensoría Penal Pública ha criticado múltiples aspectos de la investigación de la Fiscalía, como el bajo estándar de las pruebas físicas o la retractación de un testigo de catorce años, el foco público continúa siendo si la mujer en plena recuperación física y tratamiento sicosocial es una víctima ideal o no.

“Tanto en las preguntas y comentarios que desarrolló el defensor de Mauricio Ortega se ve un intento de inducción a quienes oficiaron como testigos o se intentan replicar ciertos prejuicios muy instalados en Chile. Se habla sobre ciertas prácticas de ella, de alguna manera se intenta establecer a Nabila como “mala víctima”. Algo habrá hecho esa mala víctima que produce tal violencia en su contra. Toma, sale, es mala madre, se desviste, así que la atacan, le sacan los ojos”, señala Mónica Maureira.

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