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Temuco: Más justicia, menos monumentos

Por: Johanna Watson | Publicado: 29.11.2019
Temuco: Más justicia, menos monumentos EIE__oAX0AAvTJD |
Hace dos semanas, los habitantes de Temuco escribieron un capítulo histórico durante el estallido, con un contundente mensaje político: arrancaron de sus pedestales estatuas que conmemoraban a héroes y próceres de antaño, todos uniformados.

Temuco está en calma. Los domingos toma fuerzas para las manifestaciones del día siguiente. En la Plaza Dagoberto Godoy hay familias, vendedores ambulantes y amigos reunidos que viven por el sector. Pese a la tranquilidad del lugar, Carabineros patrulla en todo momento. El motivo: la estatua que homenajeaba al militar y aviador chileno que sobrevoló la Cordillera de los Andes fue derribada y decapitada, para luego ser colgada en las manos de la figura que representa a Caupolicán, con el rostro entintado en rojo.

El origen

Andrés Llancanao es mapuche, tiene 61 años y trabaja en la esquina de la Plaza Dagoberto Godoy vendiendo el tradicional mote con huesillos. Mientras atiende a su clientela y sirve su receta del clásico postre chileno, cuenta en detalle lo ocurrido ese día, que explica el actuar de los manifestantes: “La comunidad mapuche de la novena región se encontró aquí debido al estallido social. Se hizo una oración e instalaron rehues (figuras talladas en madera utilizadas en ceremonias que representan a Ngünechen, el ser supremo mapuche). Estaban los loncos, la machi, todos orando a nuestro padre celestial. Yo dejé mi carrito un poco más atrás y estuve presente también».

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En la tarde, fue el momento de la represión. «Los Carabineros no entienden la tradición indígena, querían sacar los rehues y destruirlos. Su actuar fue una ofensa para nuestra cultura. Se instalaron con su equipo de guerra y con toda la prepotencia que hay: tiraron bombas lacrimógenas, agua, gases, hubo disparos de perdigones a la multitud (éramos unas 700 personas). Eso fue lo que hizo que la gente se enfureciera, esto se volvió un caos, el día se oscureció con los humos. La gente corría desesperada, yo arranqué con mi carrito, pero la juventud reacciona de otra forma y derribaron la estatua”.

Mientras Andrés relata su experiencia, varias veces se detiene a atender a sus clientes. En tanto, continúa con su relato, donde hace hincapié en el conflicto que existe entre el pueblo mapuche y la sociedad chilena: “Chile reclama ciertos derechos fundamentales, como la salud y todo lo demás. El pueblo mapuche reclama lo mismo, pero además tiene que hacer valer sus creencias. En Chile se venera mucho a hombres que históricamente hicieron algo por la patria, pero en cuanto a los pueblos originarios hay una deuda. Aquí estamos en la novena región, entonces, en vez de la estatua que conmemora a Godoy, podría haber una imagen del pueblo mapuche, porque cuando se fundó Temuco, fue una expropiación lo que se hizo acá. No fue que los mapuches regalaron las tierras. Todo lo que hay entre el Biobío hasta el río Toltén es territorio mapuche. Este caballero (Dagoberto Godoy) fue un aviador que cruzó la Cordillera de los Andes y se convirtió en una estatua más”.

Simbolismo

El escritor Jorge Baradit, autor de los libros “Historia secreta de Chile”, se refiere al simbolismo de lo ocurrido: “es un fenómeno nacional, no solo mapuche. No se trata de mero vandalismo, los manifestantes han tenido ojo clínico para atacar monumentos relacionados con el autoritarismo y la acción violenta contra el pueblo chileno y mapuche. Cuando derriban estatuas de O’Higgins, atacan el despotismo, Portales es el autoritarismo del Estado más opresor, Cornelio Saavedra es el símbolo del ataque del estado chileno al pueblo mapuche, derribar la estatua de José Menéndez, en Punta Arenas, es juzgar a un empresario explotador que hizo su fortuna a costa de obreraje mal pagado y el genocidio de un pueblo completo, el Selknam. Las acciones se explican, no se justifican, en el marco de una deuda histórica enorme del Estado chileno con su pueblo, al que ha oprimido, masacrado y explotado en repetidas ocasiones a lo largo de su corta historia. La dictadura militar derribó estatuas de poetas y próceres, renombró edificios, calles y plazas a destajo. Arrasó con el patrimonio e instaló el propio”.

Testimonios

Un comerciante de la plaza de 41 años cuenta: “yo sé donde está la estatua, la tienen acá abajo, en la bodega de la plaza, donde guardo mis cosas. Cuando pasó, me sentí orgulloso, porque esa gente asesinó a nuestros mapuches y quizás qué otras calamidades hicieron en esos tiempos, cuando ellos mandaban. Fue como una forma de hacer justicia. A esta plaza deberían ponerle el nombre de algún mapuche”.

Benjamín Silva tiene 18 años y es estudiante de veterinaria. Fue otro de los testigos del desenlace de la estatua de Dagoberto Godoy: “Ese día pasé con unos compañeros por acá. Estaban los peñi manifestándose y movilizaron a dos donde está la estatua. Los mapuches le dijeron a la gente ‘dejen de grabar’ y todos dejaron de hacerlo. En eso sacaron un lazo, lo amarraron entre varios en la estatua y la derribaron. Todos estábamos atónitos con lo que estaba pasando, no se demoraron más de 5 minutos en botarla. Cuando cayó, la cabeza se salió. Cuando nos dimos cuenta de eso, con mis compañeros pensamos que iba a quedar la cagá y nos fuimos. Los mapuches le tienen bronca a los españoles por todo lo que pasaron antiguamente y por lo que tengo entendido, están botando todas las estatuas que son de españoles. Que hayan colgado la cabeza de Dagoberto Godoy en las manos de Caupolicán me pareció épico, pero hubiese sido mejor si hubiese sido la cabeza de Pedro de Valdivia, pero era la estatua que tenían más cerca”.

@AraucaníaOnline

Perla Nahuel tiene 23 años, es mapuche, nacida en Lautaro y estudia turismo. Para ella, lo ocurrido «es la demostración perfecta de que está mal escrita la historia y que se están celebrando a las personas incorrectas«, y añade «honestamente, no creo que Arturo Prat tenga mucho que ver, pero Pedro de Valdivia fue un genocida, entonces no creo que se tenga que conmemorar a ese tipo de personas. Creo que la gente no entiende mucho la historia. Falta información en general de la historia de los indígenas. Si pusieran estatuas o esculturas de héroes mapuches sería maravilloso, porque estaríamos simbolizando lo que realmente es la Araucanía. El gobierno siempre se jacta del pueblo mapuche y lucran mucho en el turismo con los pueblos indígenas”.

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Mientras Perla habla, la amiga que la acompaña asiente con la cabeza. La Plaza Aníbal Pinto está algo desocupada, y el pedestal donde descansaba la estatua de Arturo Prat sigue vacío. Perla continúa: “el apoyo actual de los chilenos al pueblo mapuche es super emocionante, entiendo que no haya sido antes, se veía a Pedro de Valdivia como el conquistador y el que trajo la civilización a Chile, pero nunca vieron que ellos asesinaron personas. Creo que al apoyo al pueblo mapuche siempre estuvo. Ahora los jóvenes más que nada están protegiendo la naturaleza, que es lo que hace el mapuche y lo que también hacía Camilo Catrillanca”.

Es lunes, ya es un poco tarde y nos advierten que es mejor retirarse. Se respira cierto nerviosismo en el ambiente. Una marcha multitudinaria se acerca a la plaza con cánticos, tambores, pancartas y un número importante de representantes de la comunidad indígena que camina junto a la multitud. Seguramente, entre ellos avanzan los autores de las estatuas derribadas, sin duda, uno de los gestos con mayor carga simbólica que hemos visto en las últimas semanas de manifestaciones del estallido social.

Johanna Watson

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