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Tomás Hirsch a sangre fría contra el Frente Amplio: «De ninguna manera debiera haber estado validando un acuerdo de cúpulas políticas»

Por: Diego Alonso Bravo C. | Publicado: 12.12.2019
El excandidato presidencial y diputado del Partido Humanista aborda los motivos que llevaron a su partido a salir de la colectividad, identifica una desconexión de la denominada «tercera alternativa» con la calle y, dado lo anterior, no ve con buenos ojos ni las alianzas puramente electorales, ni el futuro del grupo.

Durante la noche del miércoles, los delegados del Partido Humanista votaron sobre la permanencia de la colectividad en el Frente Amplio (FA). De alguna manera, era la forma en la que se podían medir las esquirlas que ha dejado el estallido social en la oposición desde el 18 de octubre pasado, y particularmente en quienes se definían como una alternativa al duopolio que existía antes de su formación.

Los números no sorprendieron al diputado y excandidato presidencial Tomás Hirsch: con 86% de participacion, el 27,80% de los delegados votó por «permanecer en el Frente Amplio, para recuperar sus objetivos fundacionales, en una actitud crítica y de evaluación permanente, en especial en los próximos tres meses». El voto mayoritario, con 72,20%, zanjó «retirarnos del Frente Amplio, por estimar que lo anterior no es posible dada la situación actual, para seguir intentando la construcción de un referente que sea una opción en la dirección señalada».

«El resultado era predecible, dada la dirección que ha tomado el Frente Amplio. No nos sorprende ni nos extraña en lo más mínimo», cuenta tranquilo el parlamentario.

—¿Qué factores influyeron?

«Son varios. El Frente Amplio lo formamos nosotros como fundadores con la intención de ser una opción diferente de lo que representa el duopolio. La intención desde el inicio era construir una coalición por un cambio profundo, estructural, a nivel político, económico y social en Chile, y hacerlo de la mano y a disposición de los movimientos sociales. Con el pasar del tiempo eso se fue diluyendo y olvidando. El trabajo en los territorios en muchos casos se fue dejando de lado. Hubo una serie de situaciones que lo fueron detonando».

—¿Como cuáles?

«En marzo de este año se apoyó a una mesa en la Cámara baja presidida por la Democracia Cristiana, después que ese partido votó sistemáticamente con el gobierno el año pasado. Fue una decisión que no compartimos y que produjo un primer distanciamiento. Luego, se produjo una división de los comités. Después, se hace una diferenciación de los otros partidos, dejando aparte al Partido Humanista y al Partido Ecologista Verde, que formamos un nuevo comité. Luego, en distintas votaciones se fue reflejando esa distancia y nos encontramos con partidos que hablaban más de la gobernabilidad que de la construcción de un proyecto político y social. Nos encontramos con el diputado Crispi o el diputado Vidal, de Revolución Democrática, hablando en forma descalificatoria de partidos testimoniales, refiriéndose a nosotros. Escuchamos y leímos que los que no estaban de acuerdo con una cierta línea se tenían que ir del FA, como si hubieran ciertos dueños del FA o que poseían la verdad. Luego, tenemos efectivamente el famoso y mal llamado acuerdo, en el cual no solo participó el diputado Boric, sino que hubo tres partidos del FA que participaron, sin buscar un acuerdo dentro de la colectividad en el cual al menos siete otras organizaciones no estábamos de acuerdo. Fue una minoría orgánica la que decidió participar. Me parece que con esa decisión rompen algo muy de fondo, que es la construcción de un proyecto común y conjunto».

—En lo concreto, ¿cuánto influyó la participación de algunos en el acuerdo?

«Marcó un antes y un después. Ahí hay una dirección de las aguas que es muy importante, que tiene que ver con una cuestión de fondo, de estrategia, de dirección política con cómo y hacia dónde vamos. De ninguna manera debiera el FA haber estado validando un acuerdo de cúpulas políticas, planteando a la ex Nueva Mayoría, que durante tanto tiempo se negó a un proceso de asamblea constituyente, que termina aceptando y acatando las normas impuestas por la derecha. Claramente no era la mesa donde nosotros debiéramos haber estado sentados».

—¿Fueron incapaces de coordinarse?

«Acá en el Congreso desde hace mucho rato no teníamos reuniones de coordinación ni reflexión conjunta, que las pedí permanentemente. Todo este año no han habido. Estamos hablando de un proceso que se viene arrastrando. Creo que el FA cumplió un rol muy importante. Pero Chile cambió y requiere hoy una coalición de izquierda que esté fuertemente comprometida y asociada al movimiento social. Eso no ha pasado (en el FA). La última gota que rebalsó el vaso fue la votación de diputados y diputadas del FA en la ley anti-saqueo del gobierno. Eso deja perpleja a nuestra militancia. Y no solo a ellos, sino que a todos los movimientos sociales que no pueden creer que se haya terminado produciendo esta profunda distancia o grieta entre parte de la bancada y el movimiento social».

—¿Es la forma de hacer política que tuvo la Concertación y la Coalición, pero contraria a los principios fundacionales?

«No quiero descalificar a nadie. Lo que sí creo es que se ha instalado con fuerza la concepción de gobernabilidad, como si el FA tuviera que estar dando permanentemente muestras de ‘seriedad suficiente’ para gobernar el país. No es lo más relevante estar cuidando el titular que va a poner El Mercurio, La Tercera o La Segunda; lo más relevante es si estamos sintonizados o no con ese millón y tanto que votó por nosotros, que esperaba que estuviéramos total y absolutamente jugados por los cambios. A muchos diputados y diputadas del FA el movimiento social no lo reconoce como parte de este proceso».

—¿Cuál es el estado actual del FA?

«Evidentemente hay una fragmentación importante. En términos de diputados, de 20 originales hoy hay un 20% que ya han dejado de lado, entre humanistas y ecologistas. Pero también hay cuatro o cinco partidos que se han salido. Al interior de los partidos también hay situaciones de fragmentación importante».

—¿Hubo una desconexión del FA con la calle?

«Creo que ha habido esa situación. Para los humanistas, desde que formamos el FA la prioridad no era ganar votos, no era pasar de una bancada de 20 a bancada de 30, o la presidencia en cuatro años más. Para nosotros la pregunta es otra: ¿tener la presidencia para qué, o para hacer qué? Porque si no es para hacer cambios profundos, no nos interesa, no tiene ningún sentido ni razón de ser. Ya fuimos parte de la Concertación, fuimos fundadores, nos retiramos cuando se nos hizo evidente que se estaba traicionando el proyecto comprometido con el pueblo. ¿Por qué ahora habríamos de estar interesados en una alianza única y estrictamente electoral? Eso fue por lo que los votantes decidimos salirnos del FA».

—¿Cuál será el paso a seguir? ¿Qué ocurrirá con la bancada?

«Se van a definir los pasos a seguir. No es que esté todo planificado. Hace rato acá en el Congreso no estamos trabajando como una bancada que reflexiona, analiza, se coordina, etcétera. Desde ese punto de vista, tampoco van a haber tantas diferencias porque no estábamos teniendo una acción conjunta. Como partido, es un tema que tenemos que discutir y no me voy a adelantar. Creo que va a primar la idea de trabajo muy vinculado con el movimiento social, con Unidad Social particularmente, con Jorge Sharp y todo el movimiento que él representa. No estamos pensado en ninguna alianza electoral de otro tipo por ahora».

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