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Del atropello de Carabineros a los heridos por perdigones: La violenta semana que vivieron los vecinos de Pudahuel Sur

Por: Equipo El Desconcierto | Publicado: 10.01.2020
Del atropello de Carabineros a los heridos por perdigones: La violenta semana que vivieron los vecinos de Pudahuel Sur Foto: Asamblea Territorial Pudahuel Sur |
Desde que comenzó el estallido social el pasado 18 de octubre, las fuerzas de orden han ejercido una dura represión contra uno los sectores de menores recursos de la capital. El joven arrollado por un auto institucional en medio de las manifestaciones contra la PSU, desató una ola de violencia que ha afectado durante tres noches consecutivas a los residentes que colindan con la 55° Comisaría comunal. Así se ha vivido la segunda semana del año en la zona.

Todo comenzó el pasado martes, el segundo día de lo que debía ser la rendición de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) en el Colegio Santiago de Pudahuel. Al igual que en otros recintos educacionales del país, cientos de jóvenes realizaron un boicot contra el examen. Sin embargo, con el correr de las horas los enemigos dejaron de ser los facsímiles. Los gritos se comenzaron a concentrar en la 55° Comisaría de Pudahuel, luego de que una patrulla policial Dodge Charger atropellara e hiciera volar por los aires, en calle Oceanía, al joven de iniciales S.I.P.S.

Las redes sociales se movieron rápidamente, el video del accidente se viralizó y desde ese momento, ese sector de Pudahuel Sur se volvió un terreno en batalla y el olor a lacrimógena se impregnó en las calles del sector hasta hoy.

Las protestas contra Carabineros continuaron al día siguiente. Un escuadrón de Fuerzas Especiales se apostó en la Comisaría para enfrentarse a los manifestantes. En un territorio pequeño, en la intersección de Jaime Guzmán con Oceanía, se juntaron los grupos en resistencia a Carabineros, formando barricadas con rejas, plásticos y maderas que han dejado estampadas las marcas en la avenida. Mientras más cerca del recinto policial, se ven más casquillos de bombas lacrimógenas, más se incrementa el olor y camina se vuelve intolerable.

Anaís Labarca (22), vive en calle Oceanía con El Raulí. Cuenta que la noche del martes fue la más complicada, porque el carro lanzagases se paseó por los pasajes reprimiendo a los manifestantes y de pasada, a las personas que se encontraban en sus casas.

“Son tan juntos los pasajes que el gas llega para todos lados. También las lacrimógenas que han tirado hacia los pasajes. Yo tengo un vecino de 28 años que es dependiente de oxígeno y ha estado postrado toda su vida. Su mamá y él han sufrido mucho porque se ahogan. Hay otra vecina que tiene un bebé de tres meses, que se tuvo que ir a la casa de su abuela porque el ambiente es irrespirable», afirma.

Sobre todo fue una noche compleja para los y las vecinas que viven en Oceanía, la calle principal, que es también la más expuesta a las piedras, el fuego, los balines y todo lo que sirva para atacar y defender. Según cuenta la dueña de una peluquería en la zona, el carro lanzaaguas de Carabineros impactó directamente en uno de los ventanales en el frontis de su casa, haciendo estallar el vidrio. Los manifestantes del lugar intentaron prestar ayuda con la limpieza, pero ella prefirió dejar todo como estaba, pues un grupo de Carabineros le aconsejó ir al día siguiente a dejar la constancia para la reparación del vidrio. Dicho y hecho: expuso el caso en la Comisaría, pero no logró su fin. Los carabineros de turno le señalaron que no existía presupuesto para ese tipo de cosas.

Desde el martes, cada noche termina con enfrentamientos. En la mañana se vislumbran los vestigios de las horas de violencia vividas hace unas horas. Los vecinos se levantan temprano a limpiar su sector. Sólo desde el miércoles la municipalidad dispuso un equipo de limpieza, en compañía de una grúa para remover piedras, vidrios rotos, perdigones y cenizas. Camila, quien atiende un almacén detrás de la Comisaría, asegura que “ya es normal para nosotros. Esto viene desde el 18 de octubre, así que estamos acostumbrados al olor”.

A cada cuadra se pueden encontrar bombas lacrimógenas en las veredas. Incluso hay bidones de agua en donde se acumulan las que los mismos vecinos encuentran en el suelo. Frente a esta cantidad de gases disuasivos, es importante destacar que las lacrimógenas, armas químicas, fueron prohibidas para la guerra en 1933, tras la firma del acuerdo de Ginebra. Sus exposición intermitente provoca irritación y complejidad en el sistema respiratorio y mucosas. Sin embargo la constante exposición  puede causar vómitos, diarrea, y según el estudio de Rothenberg, quemaduras en la piel y daños oculares graves, como edema estromal de la córnea o un desgarro conjuntival, entre otros males, tal como menciona la BBC.

La represión está presente y los vecinos no tienen descanso. Las lacrimógenas se lanzan en la zona residencial sin respetar a ningún residente. Así lo vivió Deiby Amaya, vecino de la zona, quien la noche del miércoles 8 vio como una de las bombas lanzadas por carabineros impactaba en el techo de su casa. “Me asuste en un momento porque pensé que se iba a empezar a incendiar mi casa, por suerte no fue así” declara y agrega: “Los pacos estaban acorralándonos, entonces tuvimos que correr y tiraron la bomba para dispersarnos”.

Además de lacrimógenas, también se comienzan a acumular heridos por la acción de Carabineros.

Anaís Labarca afirma que «ayer en el pasaje una vecina prestó su casa para un joven que le llegaron perdigones en sus genitales y lo pudieron atender. También vi un niño que tenía un perdigón en el estómago, otro en el cuello y me acaba de llegar la noticia de un niño que le llegaron perdigones en su rostro. Él está con riesgo de perder su ojo izquierdo. Y bueno, un sinfín de gente que está herida, es terrible».

«A las vecinas, casi todas mayores de edad, que están en la esquina de Oceanía con El Raulí, les llegan las bombas lacrimógenas y son los cabros los que se meten a la casa a sacarlas. Las vecinas y vecinos están todos encerrados con el temor», agrega.

La represión no termina

La noche del miércoles, el aire volvió a ser irrespirable. El sentimiento y las consecuencias de la represión aparecieron nuevamente. Así lo siente Valeska, vecina de la zona: “Ayer yo estaba grabando y un paco me salió correteando con una escopeta, diciendo que me entrara porque sino me iban a llevar (…) Yo he visto cómo están cagados de la risa tirando escopetazos”.

También critica que son los uniformados quienes tienen que protegerlos, sin embargo, los manifestantes tomaron ese rol. “Los carabineros le dicen a los vecinos que son los manifestantes los que tiran las lacrimógenas dentro de los pasajes, pero yo he sido testigo de que no es así, ellos nos han ayudado a sacar las lacrimógenas. Yo he salido a mirar y he visto cómo han ayudado a cuidar la casa de los vecinos”.

Por otro lado, los brigadistas cumplen un rol importante y desde Plaza Italia se desplazaron a Pudahuel Sur para ofrecer toda la ayuda posible. La Brigada TEA, una de las que se encuentra participando en el sector, ha estado proporcionando ayuda y publicando en sus redes toda la información necesaria. Sonia, una de las integrantes del grupo, declara: “Vemos lo mismo que pasa en Plaza Dignidad. Ese es el protocolo, asustar a la gente, tirar gases. Da lo mismo donde sea, da lo mismo si son puestos de salud. Aquí es peor porque aquí están las casas”.

Rodrigo, compañero de Sonia, complementa el testimonio: “El miércoles vi 3 casos de heridos, pero no sé si eran perdigones, porque no estaban incrustados y porque las heridas que causaron fueron por rebote y andaban muchas bolitas negras circulando”. Él aclara no conocer el material de las bolitas encontradas, pero indica que al tocarlas, le da la impresión de que son de acero. En ese sentido, Carolina, otra brigadistas, dice que a ella le ha tocado ver casos peores y que prácticamente han estado sacando perdigones de la cara a la gente.

 

El abandono de Pudahuel Sur

Para el concejal de la comuna, Ítalo Bravo, la represión que está viviendo el sector es un hecho que no se había registrado con anterioridad.

“Se tienen pocos recuerdos en la zona con ese nivel de represión a todo lo que se moviera. Es sumamente importante informar que ayer (miércoles) se reprime a gente que está en la esquina de su pasaje, a gente que está entrenando en una cancha de fútbol”, señala.

Bravo también indica que, junto a varias organizaciones sociales y políticas, han intentado poner el tema sobre la mesa para que la municipalidad se haga parte de las querellas  por el actuar de Carabineros, que acompañe a las familias de las víctimas de la represión de estos días, y que se pronuncie, más allá de una declaración de buena crianza. Todo, en términos de saber cuál es la posición política que asumirá el municipio respecto al hostigamiento y criminalización.

Por otro lado, el concejal plantea que con el estallido social han despertado demandas de la gente de la comuna que han estado postergadas durante décadas y que ahora se expresan con movilizaciones en las calles.

«Es un sector de cerca de 150 mil habitantes, que tiene dos consultorios, que tiene escasa oportunidades de liceos, y desde el punto de vista vial no tiene conexión con la zona norte de la comuna. Lo que está explotando hoy día, lo que lo gatilla, creo que también responde a un malestar y a una sensación de postergación de la población que habita en esta zona«, argumenta.

La noche del jueves, con más de trecientas personas protestando en la avenida Laguna Sur, terminó con 6 detenidos, 15 heridos por perdigones y con Carabineros cuestionando a las autoridades locales: «Pese a que autoridades han hecho comentarios bastante desafortunados, sin ningún tipo de sustento, sin siquiera una consulta, y basados en una imagen que dura 5 segundos, hacen un comunicado oficial que llama prácticamente a la toda la comunidad nuevamente a alzarse contra Carabineros», señaló el mayor Felipe Rosenberg, de la Comisaría de Pudahuel.

El Desconcierto intentó comunicarse con Johnny Carrasco, alcalde de la comuna. Sin embargo, no hubo respuesta.

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