Diego Leppez (27) se encontraba sacando fotografías en las inmediaciones de Plaza de la Dignidad la tarde del 15 de noviembre, cuando él y otros manifestantes fueron rodeados por Carabineros. Uno de los efectivos policiales le disparó una bomba lacrimógena a la cara, a ocho metros de distancia. A pesar de que el joven llevaba puestos unos lentes que disminuyeron un poco la fuerza del impacto, este ataque le costó la visión de su ojo derecho.
“¡Cuidado!”, le gritó alguien en ese instante, a lo que el hombre se dio vuelta a la derecha y se encontró de frente con un carabinero que le apuntaba a la cabeza. El joven cuenta en la querella que, hasta hoy, no ha podido olvidar esa imagen.
Lo siguiente que pasó fue que sintió el impacto de la bomba lacrimógena y luego perdió la visión del ojo derecho. Al aumentar su dolor rápidamente y al ver que sangraba mucho, se desesperó y buscó asistencia en el lugar. Uno de los manifestantes que se encontraba ahí lo tomó y lo llevó a un punto de salud, donde brigadistas lo atendieron y le ayudaron con medicamentos para el dolor que le impedía hablar o mover la cabeza.
Cabe destacar que el joven llevaba puestos sus lentes de ciclista que siempre lleva en la mochila, lo que impidió que el golpe tuviese consecuencias aún más graves para su salud.