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El resurgimiento de las ollas comunes: Solidaridad a toda prueba en tiempos de pandemia

Por: Carlos Jara | Publicado: 09.05.2020
El resurgimiento de las ollas comunes: Solidaridad a toda prueba en tiempos de pandemia Foto: Twitter Asamblea de Organizaciones Sociales |
Si bien esta forma de alimentarse de manera colectiva es una práctica que en varios sectores del mundo popular nunca se ha abandonado, en las últimas semanas estas instancias de apoyo comunitario han cobrado más fuerza y protagonismo en las vidas de personas, quienes hasta hace poco solo compartían el espacio. El desempleo, y la precarización laboral de quienes de desempeñan en el mercado laboral informal, han potenciado este sistema de asegurar un plato de comida diario para miles de familias de todo el país. Aquí, algunos de sus relatos.

En tiempos de crisis la solidaridad se multiplica. Esa parece ser la consigna detrás de lo que viene ocurriendo en varios puntos de nuestro país durante las últimas semanas.

Esto, porque al alero de la crisis del COVID-19, que ha dejado a muchos sin trabajo y tantos otros sin acceso a los recursos que ganaban diariamente en el mercado laboral informal, ha resurgido el espíritu colectivista que durante la década de los 80 nuestro país conoció de primera mano.

Ollas comunes han comenzado a resurgir en Puente Alto, Iquique, Antofagasta, Las Condes, Valparaíso, La Pintana y diversos puntos de nuestro territorio, dando cuenta de que ante la crisis, resurge el socorro mutuo.

Ejemplo de esta situación son las que se han desarrollado en Puente Alto, específicamente en los sectores de Nuevo Amanecer, Villa Arcoíris 2 y Nocedal 1.

Alina Sandoval, de la Asamblea Organizaciones Sociales -instancia que coordina los esfuerzos de estas tres ollas comunes- relató que, en conjunto, están entregando comida de lunes a viernes a más de 600 personas.

Bajo distintos formatos, ya sea a domicilio para evitar contagios, o entregando los platos de comida a una sola persona por familia para evitar aglomeraciones, estas ollas comunes comenzaron a materializarse hace unas tres semanas, según relata Sandoval.

«Todo es autogestión, hemos subido por las redes, y gente de todo Chile nos ha ayudado, la gente nos deposita y nosotros les mandamos las boletas o videos, solo el pueblo ayuda al pueblo«, sostiene Sandoval.

En esa línea, la dirigenta alega que las ayudas del Estado han estado mal dirigidas. «Claramente, está mal asignado el bono, porque a mucha gente no le está llegando, y es gente que no tiene para comer. Si van a entregar bonos, que sea como corresponde, a la gente que corresponde, toda la gente es de esfuerzo y se está muriendo de hambre, que suelten las platas de las AFP, porque esto va para largo», reclama.

En locales cerrados por la crisis

Otro ejemplo del resurgimiento de este sistema de alimentación masivo, es lo que ocurre en Iquique, donde un grupo de artistas y productores independientes habilitaron el Bar «El Democrático» y el «Rincón Guachaca«, que no están funcionando de manera regular, pero sí para efectos solidarios.

Rodrigo Letelier, productor independiente y voluntario de estas actividades, explicó que «sabemos que muchos ciudadanos están en una situación complicada, y no solamente es una idea nuestra, sino que se viene replicando en varias organizaciones más».

Letelier añade que al igual que otras organizaciones, han estado utilizando activamente las redes sociales como una forma de coordinar los esfuerzos. «Nos estamos canalizando a través de Facebook, la idea es hacer puntos de recolección en distintos lugares, sin generar aglomeraciones, sino que generando una red que sea lo más óptima posible para canalizar estas ayudas«, explicó.

Publicada por Comedor Popular y Olla Comun Koaa en Domingo, 3 de mayo de 2020

Sobre estos ejemplos, Leonardo Moreno, de la Fundación para la Superación de la Pobreza destaca que «lo que hoy presenciamos es un resurgimiento del sentido comunitario, porque hoy nosotros tenemos una mentalidad mucho más individualista, nos rascamos con nuestras propias uñas, y no tenemos mucha experiencia de soluciones comunitarias -sí en el sector rural, no así en el urbano- entonces cuando uno empieza a mirar estas experiencias, claramente esto requiere un nivel de organización y un nivel de capital social, de crecimiento de las redes de compromiso, de solidaridad«.

Aún así, Moreno enfatiza que «esto también dice relación con la dificultad que tiene la gente para obtener una ayuda del Estado. Una olla común tiene una composición comunitaria y colectiva. Las políticas públicas del Estado de Chile no son ni comunitarias ni colectivas, son políticas fundamentalmente individuales«.

Campamentos

Hay lugares donde tradicionalmente la olla común se ha mantenido siempre activa, es el caso de los campamentos. Según cifras del Minvu, un total de 822 campamentos albergan a unas 46 mil personas en todo el territorio nacional.

Elizabeth Andrade, es vocera del movimiento ‘Pobladores Vivienda Digna de Los Arenales, y presidenta de la Colectividad Peruana en Antofagasta.

Andrade relata que en el denominado macro campamento »Los Arenales», donde habitan unas 1.370 familias, de las cuales el 80% serían migrantes, el «Comité Esperanza de los niños» ha estado llevando a cabo ollas comunes, que alimentan a unas 40 personas, principalmente a menores de edad.

Andrade relata que las ollas comunes surgen en el campamento «cada vez que hay una emergencia«, y que esta en particular «comienza con la cuarentena, cuando la gente empieza a perder sus trabajados, conversando, nos damos cuenta de que tenemos respaldo económico hasta tal fecha. Entonces comenzamos una campaña de recolección de arroz, azúcar, fideos, yendo a las ferias a solicitar verduras, etcétera».

En ese sentido, la dirigenta explica que estos esfuerzos se hacen porque entre los habitantes del macro campamento «la gran mayoría son trabajadores informales, y ni siquiera les dan permisos para salir a trabajar«, por lo que las alternativas no son muchas.

«Para que esta pandemia no nos mate, no solamente del virus, sino del hambre«, enfatiza.

Finalmente, Andrade llama al gobierno a que «se hagan cargo de la vulnerabilidad de la gente que está acá. El hecho de que seamos migrantes no significa que dejemos de ser personas. Y no solo de nosotros, sino de todo el país que la está pasando mal».

«Acá estamos en una cuarentena por siete días, y hay mucha gente angustiada, porque de aquí a mañana o pasado no saben qué van a comer, cómo lo vamos a hacer. Entonces, ahí estamos nosotros como dirigentes para decirle ‘no vecina, no se preocupe porque tenemos esto para hacer una olla común, ¿qué tiene usted? medio kilo de papas, juntemos ese medio kilo de papas para poder cocinar entre todos, pero comida no nos va a faltar‘», cierra.

*Si deseas colaborar con alguna de las iniciativas antes mencionadas, puedes hacerlo comunicándote con sus promotores en las páginas linkeadas en la nota.

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