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“Denuncié para que no tiraran a nadie más, pero volvió a ocurrir”: El estremecedor relato de un manifestante arrojado al río Mapocho

Por: Maxi Goldschmidt | Publicado: 03.10.2020
“Denuncié para que no tiraran a nadie más, pero volvió a ocurrir”: El estremecedor relato de un manifestante arrojado al río Mapocho Joven de 16 años es rescatado del río Mapocho tras ser empujado por carabinero. 02/10/2020 | Agencia Uno
A Pablo Marín Jara (38) también lo tiraron al Mapocho en plena represión. Fue hace menos de ocho meses y aquella noche salvó la vida de milagro gracias a dos jóvenes que lo encontraron, a la mañana siguiente, a un costado del río, sangrando y con las piernas quebradas. Este, es su testimonio.

«Cuando vi el video me puse a llorar, otra vez la misma pesadilla. A mí me tiraron en ese mismo lugar. Si caigo de cabeza muero altiro. Me quebraron las dos piernas. Quedé cojo, con muletas para todos lados. Tengo la columna resentida y un chichón para siempre. Quedé mal, me cuesta la vida ahora. Todo por culpa de los pacos». 

Con esas palabras Pablo Marín Jara (38), comenzó su relato de lo que le ocurrió el sábado 15 de febrero de 2020, cuando en el contexto de una manifestación, una acción de Carabineros lo lanzó al río Mapocho, como ocurrió este viernes con un joven de 16 años.

«Hace ocho meses, cuando me tiraron al Mapocho, decidí presentar la denuncia para que hubiera constancia y no volviera a pasar una cosa semejante. Lo terrible es que volvió a pasar. La diferencia es que esta vez lo vio todo el mundo», dice Marín. 

En Chile la policía lanza gente al río

«Ese sábado 15 de febrero de 2020 asistí a una manifestación en la Plaza Dignidad, como lo hacía casi todos los días. Llegué alrededor de las 4 de la tarde. A eso de las 20.30 decidí irme a casa. Vivía en Estación Central, así que decidí caminar por el Mapocho hacia abajo, para tomar locomoción en Metro Los Héroes, ya que desde allí pasaban micros para abajo, porque en la zona de la plaza Dignidad hacia Alameda el tránsito estaba cortado», relata Marín sobre el día en que fue víctima de esta brutal agresión. 

«Al caminar cerca del puente Mapocho, cerca del puente Pio Nono, hacia abajo había una cuadrilla de pacos de las Fuerzas Especiales, yo seguí caminando y en eso se acerca un uniformado y me dice «¿qué andai haciendo aquí?» y sin más me descarga en mi cara un spray lacrimógeno, creo que era gas pimienta. Me dejó ciego, di unos pasos más como pude y me senté en el suelo porque no veía nada y me ardía la cara, quedé totalmente cegado», complementa.

Luego, con Marín aún convaleciendo por el efecto de este gas, su entorno comenzó a agitarse, e intentó escapar de allí mientras se afirmaba de las rejas del borde del río Mapocho.

«No recuerdo exactamente cuantos minutos estuve ahí, sin ver y en el suelo, pero después la cosa empeoró, empecé a sentir gritos alrededor mío y gente corriendo. Los pacos estaban dando balazos de lacrimógenas y todo eso. Yo ahí sentí un miedo terrible y caminé apoyado al borde del puente Mapocho, en las rejas de protección. Trataba de abrir los ojos pero me ardía, no veía. Alrededor mío había como una guerra de gritos, disparos y se sentía el ruido del guanaco, cuando de un momento a otro me llega un chorro de agua del guanaco, con tanta fuerza que me volteó y me tiró hacia abajo del Mapocho«, recuerda Marín.

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Lo que vino después en cambio, no lo recuerda, ya que con la caída perdió la conciencia.

«Por la fuerza del agua supongo que caí de pie. Después de eso quedé inconsciente, con mis piernas rotas, desperté de madrugada, con mucho frío, con mucho dolor en mis piernas y espalda y en la cabeza tenía un hematoma y me sangraba. No podía pararme y pensaba: acá me voy a morir. Yo andaba sin celular y no tenía cómo comunicarme con nadie, grité pidiendo ayuda. Hasta que llegaron dos jóvenes y me ayudaron, llamaron al Samu y me rescataron con bomberos y me llevaron a la Posta Central», agrega en su estremecedor relato. 

Tras esto, «estuve más de un mes hospitalizado, con fierros en mis piernas, sin poder moverme, hasta que el 19 de marzo me operaron y pusieron fierros internamente. Quedé cojo. Y después con el Covid no pude hacer la rehabilitación. La intento hacer mediante videos y me ayuda mi cuñado a hacer ejercicios», explicó. 

Fotos: Pablo E. Piovano

«En la Posta Central lloraba de impotencia. Pensaba cómo pueden ser tan malos los pacos. No estaba haciendo nada, me iba a la casa tranquilo. Y tengo amigos que perdieron los ojos, otro con 25 perdigones en el cuerpo. En el hospital estuve al lado del cabro que lo aplastaron los zorrillos», relató además Marín sobre su experiencia en el centro asistencial. 

Finalmente, Marín sostuvo que además de las secuelas físicas, este tipo de accionar genera secuelas sicológicas, lo que podría explicar porqué la institución recurre a este tipo de acciones de tal grado de brutalidad, como forma de amedrentar a la sociedad.

«Quiero volver a la lucha. Pero quedé shockeado. Soy músico, sonidista y productor y hace poco me invitaron a la Radio Dignidad, iba a cantar y dar mi testimonio. Pero cuando vi a los pacos reprimiendo no me atreví.  Yo antes no tenía miedo. Y ahora cuando vi que tiraron a ese cabro, me puse a llorar. Me vinieron las lágrimas. Lo bueno es que está el video, lo tienen al paco. En mi caso aún no dimos con el video. Al que me tiró el gas pimienta si lo reconocería. Me acuerdo como si fuera ayer. Fue el que me jodió la vida», cerró. 

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