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Esteban Vilchez, candidato a Senador: “Es una obligación ética nacionalizar la minería»

Por: El Desconcierto | Publicado: 02.11.2021
Esteban Vilchez, candidato a Senador: “Es una obligación ética nacionalizar la minería» |
Esteban Vilchez Celis (55) es uno de los abogados querellantes en contra de Sebastián Piñera por juicios de reparación en materia de DD.HH. y lleva casi nueve años como abogado litigante del Comité de Defensa de Caimanes, en contra de Minera Los Pelambres del grupo Luksic. Hoy se la juega por ganarse un puesto en el Senado, desde donde quiere representar y legislar por una mejor calidad de vida de los habitantes de la Región de Coquimbo. “Hay que desmercantilizar la sociedad”, dice.

Estudió en un colegio jesuita y en su juventud tuvo un fugaz y decepcionante romance con la Democracia Cristiana. Luego se sumergió en los textos de Bertrand Russell, Richard Dawkins, Michel Onfray y Christopher Hitchens, entre otros, convenciéndose que el ateísmo era su opción: “no estamos con ningún Dios personal que nos esté cuidando de alguna parte (…) Por lo mismo, me parece que tenemos que cuidarnos unos a otros”.

Es precisamente esta última reflexión, sobre el cuidado mutuo, lo que lo ha inspirado para obtener un cupo como senador. Su bandera de lucha, dice, es el bien común. Por eso aspira a construir un país con garantías e igualdad de oportunidades en áreas como la salud, vivienda, educación, pensiones y el medioambiente, afirmando que la nacionalización de los recursos naturales y la renacionalización del cobre son una buena medida para que Estado perciba recursos extras para suplir necesidades humanas básicas. “Nosotros tenemos que recuperar todos esos bienes, no pueden seguir beneficiando a un grupo económico, dejando en la pobreza a un montón de gente”, argumenta.

-Tú no eres de Coquimbo, ¿Por qué decidiste ser candidato en la cuarta región?

Nací en Santiago, pero cuando niño viví en Coquimbo unos buenos años. También, desde 2012 a la fecha, he estado en un combate, una lucha muy desgastante, difícil contra la minera Los Pelambres de Luksic por un tranque de relaves que instalaron cerca del pueblo de Caimanes, 40 kilómetros al este de Los Vilos. Paso bastante tiempo en la región, desde el punto de vista laboral. Tengo una oficina en Los Vilos donde también trabajo. Es una vinculación que tiene que ver con el compromiso por este tipo de lucha. Me tocó también ver otras comunidades que han sido afectadas también por Pelambres. Entonces, conozco el lugar y me siento absolutamente comprometido con las aspiraciones y las necesidades de la región, que hoy tiene desafíos que se relacionan más con el medio ambiente. No son tan distintos necesariamente con otras regiones, pero en particular lo que ocurre con la zona es que se han instalado demasiadas empresas que han destruido el medio ambiente.

En el caso de Caimanes, por ejemplo, el estero Pupío que antes bañaba a mucha gente, hoy  está completamente seco. Las napas que alimentaban ese estero han sido absolutamente cegadas por el relave que se acumula. Para qué vamos a hablar del Caso Dominga, que es absolutamente dramático con todos los bemoles que ya se conocen. El caso del Humedal del Río Elqui, por ejemplo, que está amenazado por la construcción de una inmobiliaria.

-¿Ha tenido muchos costos profesionales y personales, enfrentarse a los dueños de una de las fortunas más grandes de Chile?

Los costos profesionales tienen que ver con una suerte de proscripción para ser considerado por los grandes clientes de este país. Estoy consciente de ser una persona «non grata» para una buena parte de los círculos de poder en Chile, en particular los económicos. En todo caso, la verdad es que el rechazo es recíproco, porque los grandes grupos económicos tampoco son los clientes que captan mi atención y me motivan. Son los abusados por ellos los que necesitan justicia de verdad y me hice abogado precisamente para colaborar con un país más justo. Por eso también, a mis 55 años, inicié esta aventura en política, por tratar de llegar a Senado.

-¿Cuándo nace este activismo político en ti?

Partió desde el colegio. Fui presidente del Centro de Alumnos del Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, estábamos en dictadura y los Centros de Alumnos estaban prohibidos. Creo que ahí caché que podía sintonizar con la gente, pero después, cuando entré a la universidad, a mediados de los años ochenta, me acerqué a la Democracia Cristiana. Me pareció natural ir para allá. Pero, la verdad es que alcancé a ir a dos o tres reuniones y me decepcioné súper rápido, me pareció que había mucha cuestión de amiguismo, de hacerle la pata al que está más arriba, mucha amistad calculada y eso no me gustó.

-¿Hablaban de política en tu casa cuando eras niño?

Poquísimo, aunque sabía que eran contrarios a la dictadura. Piensa que yo viví con mi mamá y mi abuela durante mi juventud, mi adolescencia y mi niñez. Eran súper piola con el tema de la política, no eran gente que hablara cosas sesudas ni complejas, pero eran personas sensatas. Yo creo que lo que pasó conmigo fue que en el colegio me puse medio curioso y yo creo que fue por ahí, sencillamente.

-Has planteado que uno de tus ideales sería terminar con la “masculinidad tóxica”, ¿Cuál es tu postura respecto al tema?

Para mí existe obviamente feminidad y masculinidad. Y cualquiera de las dos puede ser buena y bacán, o puede ser tóxica. Hablando de la masculinidad tóxica, es la que ha organizado todo desde hace milenios y últimamente se ha puesto en cuestión porque se la ha identificado. Esa masculinidad tóxica tiene que ver con la violencia como forma de resolver los conflictos cuando no hay acuerdo. O sea, conversemos y si no conversamos nos agarramos a puñetes y el más fuerte gana, o mandamos nuestros ejércitos y el que pone el pie encima del otro se queda con el botín. Un poco lo que está en el escudo nacional, o sea, “por la razón o la fuerza”.

-Después de esa primera aproximación con la DC, ahora formas parte de ConTodxs. ¿Cómo te volviste a reencantar con la política?

Nunca milité en un partido. Cuando me bajó la inquietud tremenda de meterme en política fue después de que ya logré cierta estabilidad profesional y los chicos estaban más grandes. Me gustó mucho el liderazgo de Beatriz Sánchez, por ejemplo, la encontré una mujer inteligente y tengo muy buena opinión y muy buena impresión de ella. Y empecé a buscar dónde entrar. Honestamente, mi sensación es que en el Frente Amplio no hay mucho espacio para gente más grande, por no decir más viejos. Como que no hay mucho espacio, o tienes que llegar sub 30 o sub 40 para que te hagan un espacio. Yo cacho rápidamente cuando el no es no, entonces no insistí.

Durante el 2020 hicimos un programa de entrevistas vía Youtube, llamado “Invasión Alienígena”. Tuvimos a grandes entrevistados como a la propia Beatriz Sánchez, al ex Fiscal Gajardo, a la Ana María Gazmuri, y a James Hamilton, quien me caía muy bien, porque fue un valentón de primera, un gallo cuya integridad se asoma por todos lados, tanto así, que cuando escuché que estaba formando el movimiento, de puro patudo lo contacté y me metí al movimiento, donde llegué a ser secretario general.

-Comentabas que sentías en un principio una atracción innata por la Democracia Cristiana, ¿cómo pasaste de eso al ateísmo retratado en tu libro “La Justicia del Tolerante Ateo”?

Yo creo que son las lecturas. Simplemente uno lee y piensa mucho, comienza a entender que, para mí al menos, la religión es simplemente una respuesta que las personas se dan ante la imposibilidad de responderse cosas. Pero la respuesta que se dan es la más inverosímil de todas. Que hay un Dios bueno que nos cuida a todos y que está pendiente de muchas cosas. La gente le da gracias a Dios por un montón de cosas: “Me asaltaron, pero gracias a Dios no me mataron”. Si Dios fuera buena persona, haría que no lo asalten en primer lugar, ¿te fijái? Está lleno de eso.

También leí algunos autores que me parecieron decisivos, que me convencieron rápidamente. Bertrand Russell, Christopher Hitchens, Richard Dawkins, Sam Harris, Michel Onfray… ese grupo de filósofos me dejaron totalmente convencido de algo que me hacía más sentido. Que no estamos con ningún Dios personal que nos esté cuidando en alguna parte, que no tenemos ángeles de la guarda. Por lo mismo, me parece que tenemos que cuidarnos unos a otros, es lo que tenemos, es la vida que tenemos, no hay tiempo para arreglar las cosas después.

 –Y eso, ¿cómo lo aplicas a la política?

Haciendo el bien, sin duda. Tener empatía, cuidarnos unos a otros, desarrollar una sociedad donde nos queramos, de una vez por todas. Yo entiendo la rabia e indignación que nos llegó el 18 de octubre, pero todo se motiva porque no tenemos una sociedad en donde seamos capaces de cuidarnos, querernos unos a otros y tratarnos con justicia.

Yo respeto la religión absolutamente, quien quiera creer en lo que quiera creer, bacán. Pero por mi parte, lo que me parece a mí es que tenemos que entender que tenemos una sola tierra, una sola vida que cuidar. Entonces sí, me parece que necesitamos una política desde el amor, desde el cariño de una vez por todas. Hay que darle un espacio a eso. Lo que hemos tenido ha sido fuerza, violencia y masculinidad tóxica. Hay que dar vuelta esa página y construir desde otra perspectiva.

 –¿Cómo crees que podrías hacer esto desde el Senado? 

Creo que podría contribuir a una legislación que vaya en esta línea. Por tomar un caso, las mujeres tienen menos acceso al trabajo. Una de las mayores razones de esto es porque cuando están en edad fértil los empresarios, aunque digan lo contrario, lo que hacen es decir que es más caro eventualmente una mujer que un hombre. Porque si la mujer queda embarazada, viene el fuero maternal. Eso se puede solucionar con una ley simple en donde el fuero sea tanto para el hombre como para la mujer y con condiciones absolutamente idénticas. Obligatorio, esa es una de las condiciones que tiene el fuero maternal para la mujer. Si fuera idéntico, al empresario le daría exactamente lo mismo contratar a un hombre o a una mujer porque el riesgo es el mismo.

Lo que está hoy día, por ejemplo, en el caso de uno de los programas presidenciales habla de una cosa que a mí me parecía súper sensata hace mucho tiempo; es que las pensiones alimenticias las debe perseguir el Estado. El Estado tiene los mecanismos para ubicar a las personas que son deudoras, para retenerles impuestos, bloquearles el permiso de circulación, para lo que fuera. Hay mil cosas que se pueden hacer rápido y bien. Y quizás lo más grande para mí sería nacionalizar los recursos naturales. Renacionalizar el cobre, donde hay una fuente de ingresos enorme que permitiría satisfacer necesidades que son muy básicas para mucha gente.

-¿Cuáles serían las prioridades en tu agenda si llegas al Senado?

Con la nacionalización de los recursos naturales y renacionalización del cobre, se pueden inyectar un montón de recursos a través de una gestión pública. Hay mucho mito que el Estado se ha robado la plata, que no sirve, que no funciona, pero hay muchos países nórdicos que funcionan por temas estatales, públicos, bien auditados, bien controlados, que funcionan perfectamente.

Creo que se puede trabajar en forma moderna con el tema, pero sí tienen que ser bienes públicos, que beneficien a todas y todos. Escándalo, por ejemplo, es que hoy día se esté discutiendo el tema del royalty minero cuando en realidad lo que ocurre es que la cantidad de dinero que sale de Chile para empresas que explotan el cobre por concesiones es una brutalidad. O sea, se resolvería el problema, por ejemplo, de la educación digital. Se podría resolver el problema de la vivienda, podríamos dejar de tener la vergüenza de que se mueran 20 mil personas esperando en listas de espera.

Entonces, es una obligación ética nacionalizar la minería. Nosotros tenemos que recuperar todos esos bienes, no pueden seguir beneficiando a un grupo económico, dejando en la pobreza a un montón de gente. Y la vivienda, es un drama en Chile. Siguen 600 mil viviendas faltantes. Entonces, tenemos que preguntarnos cómo lo resolvemos. La educación ni hablar, sigue siendo un factor de segregación. La educación tampoco puede ser una cuestión de mercado. Hay que desmercantilizar la sociedad de una buena vez y empezar a funcionar con criterios más bien de solidaridad.

-¿Crees que el gobierno chileno ha violado los derechos humanos a propósito del 18 de octubre y el estallido social?
Lo creo absolutamente, como lo han señalado, por lo demás, distintas organizaciones internacionales. Y lo creo al punto de que soy uno de los abogados querellantes en contra del presidente Piñera y otras autoridades por este asunto, junto a la Comisión Chilena de Derechos Humanos, a abogados del Frente Amplio y otros querellantes. Esperamos que la investigación de la fiscal, Sra. Claudia Perivancich, llegue a buen puerto y logremos condenas ejemplares.

-¿Por qué crees que la gente debe elegirte a ti antes que a los demás candidatos?

Creo que represento algo nuevo, que es una política basada en la auténtica empatía y compromiso con quienes lo pasan mal. Sé que todos dicen eso. La diferencia solo la podré demostrar si llego al Senado y me ven actuar desde el primer día. Los que ya vienen de antes son más de lo mismo: o han sido displicentes o tibios en defender a los que sufren o, peor, tienen historias complejas con condenas penales por fraude al Fisco de por medio, como Pedro Velásquez. Nosotros llegamos recién, para preocuparnos en serio de que haya justicia en todos los ámbitos de nuestra vida social. Es hora de usar el voto para dar oportunidad a gente distinta.

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