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Las olas del feminismo en Chile: Desde el sufragismo a las tomas feministas

Por: Ana María Gutiérrez Ibacache | Publicado: 19.06.2018
Las olas del feminismo en Chile: Desde el sufragismo a las tomas feministas macho | Foto: Agencia Uno
El movimiento feminista no es reciente, tiene al menos, doscientos años de trayectoria en el país. Las mujeres han sido y siguen siendo protagonistas en la obtención de sus derechos como ciudadanas. Sin todas esas mujeres feministas que, a través del tiempo lucharon por dicho fin, no sería posible que muchas de nosotras hoy estudiemos, trabajemos y sigamos luchando por los derechos que aún no se alcanzan.

En los últimas semanas “la ola feminista” se ha posicionado como uno de los principales temas en la agenda mediática chilena. En la teoría feminista, se utiliza el concepto de olas para explicar la evolución de las demandas y reivindicaciones del movimiento feminista en diferentes épocas.

En el desarrollo del movimiento feminista en Chile, es posible identificar, al menos, tres o cuatro olas: la primera corresponde al sufragismo, mientras que la segunda se desarrolla en el período dictatorial. En el caso de la o las siguientes, existen diversas opiniones.

Por una parte, se plantea que una tercera ola iniciaría con el retorno a la democracia, asociada al feminismo institucional y su incorporación al Estado. A su vez, una cuarta ola correspondería al período actual de movilización feminista. Sin embargo, surgen discrepancias debido a que, desde una mirada más critica, el periodo de la década del noventa y la siguiente estarían caracterizadas por un silencio feminista.

La primera ola sufragista (1913 – 1949): el derecho a votar y a ser electa

La primera ola surge en respuesta a la exclusión de las mujeres de los derechos de ciudadanía civiles y políticos. Este periodo se enmarcó en un proceso mayor de movilización internacional feminista sufragista que, en el caso chileno, está dado por la suma de diversos factores.

El primero de ellos es la conformación de los Centros Femeninos Belén de Zárraga, vinculados a mujeres de clase obrera, los que tenían por objetivo liberar a la mujer de la opresión masculina y darle una conciencia clara sobre su responsabilidad social. Luego, alrededor de 1915, surgieron dos espacios de reflexión y discusión femenina orientados a fines de carácter más bien cultural: el Club Social de Señoras, conformado por mujeres de la aristocracia, y los Círculos de Lectura, integrados por mujeres laicas de clase media.

Durante este periodo se formaron, además, los dos primeros partidos políticos femeninos de Chile. En 1922 se creó el Partido Cívico Femenino y en 1935 el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH), esta última fue la organización femenina más destacada en esta época y se dedicó a abordar la situación de la mujer en forma integral, desde la igualdad jurídica y política hasta el acceso al mercado laboral.

Posteriormente, en 1945, la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF) presentó ante el Senado un proyecto de ley para modificar la Ley General de Elecciones y así en 1949, siendo Presidente Gabriel González Videla, se promulga la ley que autoriza el voto político para la mujer.

A finales de la década del cincuenta en adelante se da un periodo de silencio feminista, caracterizado por una desmovilización de las organizaciones de mujeres y activistas. La gran demanda del sufragismo (el derecho a voto) había sido alcanzando; sin embargo, marcó contradictoriamente el fin de esta ola y el inicio de un largo silencio que se prolongó hasta 1973, aproximadamente.

Segunda ola (1973 – 1989): El movimiento de mujeres y feminista en dictadura

La dictadura se caracterizó por ser un período de gran relevancia para el movimiento feminista, ya que fueron las protagonistas de las movilizaciones de la época en contra de la dictadura. La violación de derechos humanos despertó violentamente a las mujeres del silencio feminista en el que se encontraban, por lo que en primera instancia se organizaron en defensa de la vida. Luego, en el contexto de la crisis económica de 1980, las mujeres se movilizaron a propósito de la implementación del modelo económico neoliberal y los elevados niveles de desempleo en el país.

Al final este periodo, las mujeres se manifestaran por demandas concretas asociadas a los problemas de su género, ante lo que surge el lema “Democracia en el país y democracia en la casa”, que daba cuenta de la crítica a la falta de democracia en el espacio privado del hogar y lo doméstico, dominado por el hombre.

Destacan dos organizaciones en este periodo. Una de estas fue el MEMCH’83, denominado así en memoria y como continuación del MEMCH y Mujeres por la Vida, las que posicionaran las demandas de las mujeres y se unieron de manera transversal para derrocar el gobierno militar. En 1983, el Caupolicanazo destacará como una de las grandes manifestaciones que reunió a 10.000 mujeres, siendo la mayor concentración de oposición organizada hasta ese momento.

Tercera ola (1990 – 2010): El retorno a la democracia y el feminismo institucional

La recuperación de la democracia en el país, generó un quiebre en el movimiento feminista entre las institucionales y las autónomas. Principalmente, debido a la integración de una parte del feminismo al gobierno de Patricio Aylwin, producto de la creación del Servicio Nacional de la Mujer en 1991 que, para algunas feministas, fue considerado uno de los grandes logros del retorno a la democracia.
Sin embargo, las feministas autónomas plantearon la necesidad de reforzar la autonomía del movimiento en relación al Estado, los partidos políticos y las ONGs para construir un referente independiente de la institucionalidad. La década termina así con una escasa movilización y visibilidad feminista, producto del quiebre del movimiento.

El año 2006 fue transcendental por la elección de la primera Presidenta de Chile, Michelle Bachelet Jeria, ya que tuvo un impacto simbólico profundo en la construcción de lo femenino. Una mujer como la máxima autoridad del país encarnaba la posibilidad real para muchas chilenas de acceder al espacio público que tanto les había sido negado. La Agenda de Género de Bachelet fue el sello de su período, aunque, sus principales iniciativas, como la ley de cuotas y la despenalización del aborto no tendrás los apoyos necesarios de su coalición.

En relación a todo este periodo, el debate se ha dado en torno a determinar si corresponde a una ola feminista en Chile o no. Desde algunas miradas no correspondería a una ola, sino más bien a un silencio feminista por la desaparición de la escena pública del movimiento. Desde otra mirada, sí sería una ola, ya que si bien hasta esta etapa no se veía al movimiento en la calle, parte del mismo estuvo actuando desde el Estado.

Cuarta ola (2011-2018): Ni una menos y el mayo feminista

El movimiento estudiantil del 2011 dejó entrever los primeros lemas por una educación no sexista. El 2016 fue el año en que la violencia de género marcó un auge en esta ola a causa de diversos casos, tanto a nivel internacional como nacional. El caso de Nabila Riffo, a la cual su pareja le arrancó los ojos, derivaron en el malestar reflejado en las marchas con el lema “Ni una menos”.

Recientemente, el contexto internacional dio mayor empuje a las demandas nacionales: los casos de acoso en Hollywood, Estados Unidos, y el lema “me too”; y la sentencia del caso La Manada en España. En Chile, las denuncias de acoso en contra del director de teleseries Herval Abreu, la violación de una niña de un año y siete meses, y la violación de una mujer a la salida del metro Ñuble por cinco hinchas de la Universidad de Chile. A todo lo anterior, se suman las denuncias de acoso y violencia de género en diferentes universidades que no tuvieron ningún tipo de resolución.

En esta nueva ola, el movimiento feminista, se caracteriza por focalizar sus reivindicaciones en la educación no sexista y en espacios libres de violencia de género. No obstante, apunta a un objetivo más profundo y transversal: el cambio de la cultura machista y patriarcal que debe producirse en la sociedad chilena y en el modelo económico neoliberal, que perpetúan las desigualdades de género.

Tiene además una mirada más transversal de las reivindicaciones, e incluye las demandas de las disidencias sexuales y de las nuevas masculinidades que buscan la deconstrucción de la identidad masculina en la sociedad chilena.

El movimiento feminista no es reciente, tiene al menos, doscientos años de trayectoria en el país. Las mujeres han sido y siguen siendo protagonistas en la obtención de sus derechos como ciudadanas. Sin todas esas mujeres feministas que, a través del tiempo lucharon por dicho fin, no sería posible que muchas de nosotras hoy estudiemos, trabajemos y sigamos luchando por los derechos que aún no se alcanzan.

Ana María Gutiérrez Ibacache