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Mi papá me abortó a los 5 años

Publicado: 25.08.2018

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A mi hermana a los 3. Cuando mi mamá tenía mi actual edad: 22, automáticamente se ganó el título de “mamá luchona”: esa que no tiene permitido hacer nada más que trabajar y cuidar a sus hijas, porque ¡obvio! ¿cómo va a salir a carretear? o ¿de vacaciones? ¡Ni pensarlo!

Inmediatamente se oyen los comentarios del tipo “la abuela tiene que hacerse cargo de la bendición”, esas expresiones que terminan diciéndote que la mujer debe estar relegada solo al cuidado de su hija.

Siempre me he preguntado si cuando mi mamá hizo alguna actividad que no fueran las socialmente aceptadas alguien se preguntó dónde estaba mi papá. Ese que pudo seguir con su vida, como si hubiéramos sido algo pasajero, que cuando se vuelve molesto puedes dejar, abandonar.

¿Alguien se preguntó si mi papá se preocupaba de que tuviéramos para comer, estudiar o vivir? ¿Alguien se preguntó dónde estábamos cuando pasamos enfermas durante largas noches en el hospital? Mientras mi mamá dejó de lado sus estudios, todo para cubrir eso de lo que no se estaba haciendo cargo quien nos abortó.

Por eso es tan duro cuando los hombres nos dicen NO a la autonomía de nuestros cuerpos, cuando nos dicen que no podemos abortar a las 14 semanas y, sin embargo, ellos van y lo hacen cuando ya nacimos. Cuando tenemos sentimientos. Cuando los necesitamos para vivir.

Ellos nos abortan en la concepción, a los 5, a los 10 o a los 20. Pero nos dicen a las mujeres que no podemos decidir si tener un hijo o no, cuando este aún no es una persona, cuando biológicamente no siente, no sufre.

Nos obligan a parir sin importar las circunstancias, y si nos violan, a revivir todos los traumas explicando lo que viviste, re victimizándote. Eso si tienes la suerte de no encontrarte con un objetor.

¿Si no eres dueña de tu cuerpo mujer, de qué cresta eres dueña? Escribió Lemebel.

Nos satanizan y condenan a muerte abortando clandestinamente. Porque no, no son pro vidas, no es estar a favor de la vida el condenarnos a morir. Estar a favor de la vida es creer en que la vida debe ser digna, en que podemos tener libertad sobre nosotras mismas. Es entender que estar en contra del aborto es estar a favor del aborto clandestino. Es estar a favor de que sigan muriendo miles de mujeres. Porque esto no es un problema moral, es un problema de salud pública, la primera causa de muerte en el embarazo.

El no legalizar solo genera que las mujeres que pueden pagar por acceder a mejores condiciones para abortar lo hagan y que las mujeres pobres sigan muriendo por intentarlo.

Es tan complejo tenerlos diciéndonos qué es lo que debemos hacer con nuestros cuerpos, presentando leyes para inscribir a los fetos antes de nacer, metiéndose en esta discusión, y no hablando de corresponsabilidad, de paternidad responsable, de pensiones alimenticias dignas.

Dejemos de decir ¿para qué abren las piernas? y preocupémonos del condón. Dejemos de hacer comentarios malintencionados cuando vemos a una mamá salir, porque ese niño no solo tiene una mamá, y porque la mamá sí puede tener más vida que netamente la del cuidado de su hijo o hija.

Esta semana se presentó el proyecto de aborto libre en Chile en el congreso y, como miles de mujeres, sueño que tengamos en cuenta esto. Que nos preocupemos de cómo los hombres nos abortan a diario. De cómo estereotipamos y caricaturizamos a las mujeres como las “mamás luchonas”, prohibiéndoles socialmente acceder a cualquier actividad que esté fuera de “sus labores de cuidado”, relegando toda la responsabilidad en ellas.

Las mujeres debemos tener autonomía de nuestros cuerpos, es por ello que hoy decimos: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, y aborto legal en el hospital para no morir.

Mi papá me abortó a los 5 años y hoy, al igual que miles de mujeres en Latinoamérica, quiero el derecho a decidir sobre mi cuerpo.

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