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Opinión

Partidos políticos y feminismo

Por: Constanza Valdés | Publicado: 21.12.2018
Partidos políticos y feminismo feminismo | Foto: Agencia Uno
Esta noción limitada del feminismo trae como principal efecto la no alteración del status quo y la perpetuación del machismo y la misoginia al interior de la política chilena, incluyendo a los partidos políticos autodenominados feministas.

En estos últimos meses, en particular durante el mes mayo, se han levantado con fuerza las movilizaciones y demandas feministas en contra del acoso, la violencia de género y la desigualdad existente entre mujeres y hombres. Los medios de comunicación han denominado este panorama como una “Ola feminista” y ha provocado que este tema se haya colocado con fuerza en la opinión pública. En consecuencia, de esto tanto el gobierno como parlamentarios, han impulsado medidas y proyectos de ley, respectivamente, para efectos de responder a estas medidas.

En este sentido, diversos partidos políticos, tradicionalmente asociados a la izquierda política se sumaron a estas demandas, y en consecuencia se autodenominaron feministas y/o comenzaron un proceso de reflexión sobre esto. Una de las interpretaciones a esto constituye el hecho de que, en los últimos años, la izquierda ha recogido con mayor fuerza las ideas que buscan reconocer la igualdad de género en distintos ámbitos, regular la prevención contra la violencia de las mujeres, el establecimiento de cuotas de género en elecciones, entre otras medidas.

Lamentablemente, esto no se tradujo en modificaciones de comportamientos, actitudes ni dinámicas machistas y misóginas al interior de los partidos. La mera autoproclamación de feminista por parte de  un partido político tampoco significa en ningún caso la inexistencia de denuncias de acoso y abuso sexual al interior de éstos. Las últimas denuncias públicas en diversos partidos es solo una consecuencia de aquello y refleja, en la mayoría de los casos, una visión instrumentalista y bastante limitada del feminismo.

La última reforma al sistema electoral, que eliminó el sistema binominal y estableció cuotas de género, tuvo como una de sus consecuencias el aumento de los aportes en dinero a los partidos políticos para realizar actividades que tengan como objetivo promover la participación política de mujeres. En relación a lo anterior, es común que gran parte de los partidos, al tratar el feminismo en su interior, solo se limiten a aumentar las candidaturas de mujeres en cargos de elección popular, crear, modificar protocolos de acoso y abuso sexual o solo realizar actividades relacionadas con género para cumplir con la normativa.

Esta noción limitada del feminismo trae como principal efecto la no alteración del status quo y la perpetuación del machismo y la misoginia al interior de la política chilena, incluyendo a los partidos políticos autodenominados feministas.

El feminismo no solo persigue la equidad de género sino que también busca transformar y erradicar el machismo en las instituciones de la sociedad, en todo nivel, y sus dinámicas. Esta reflexión no solo afecta la dimensión orgánica de las instituciones sino que también el proceso mismo de toma de decisiones y las personas que participan de ésta. En relación a lo anterior, es común que muchas de las decisiones políticas sean tomadas por hombres al interior de los partidos autodenominados feministas sin existir un proceso de reflexión sobre la existencia de sesgos de género.

En este sentido, el sesgo de género es uno de los aspectos menos observados al interior de los partidos, principalmente en razón de que se ha entendido el feminismo como una causa que solo busca otorgar mayor representatividad y participación a la mujer en la sociedad. Es por esto que, en  nada cambia la realidad si las decisiones políticas siguen siendo tomadas por las mismas personas al interior de las instituciones en esta sociedad. Si queremos que el tsunami feminista inunde la política en su totalidad, es momento de no solo modificar los principios de los partidos políticos sino que también su orgánica y la forma en la que tradicionalmente se ha entendido la política, que, lamentablemente, en este momento ha estado construida por y para hombres.

Constanza Valdés