La novela de Juan Balbontín es un texto que emerge único en su tiempo (fue escrito en 1976 ) por constituir una metáfora de la construcción del país en un espacio vigilado y reprimido. El espacio urbano intervenido por militares y esbirros del régimen disciplinan el orden territorial, regulando la marcha y los sentidos de cualquier desplazamiento desde los centros al margen o a las periferias.
“Todo está vacío, helado. Los taxis,libres, lentos, avanzan; esperando el último pasajero; miro lo poco que queda por ver, mis paseos rápidos que recorren volviendo la cuadra del paradero hacen de éste un cuartel “.
Juan Balbontín.
Juan Balbontín, ensayó varios textos literarios y publicó su importante novela El Paradero (2 edición,Cuarto Propio, 2015; primera edición, 1989)
La novela de Juan Balbontín es un texto que emerge único en su tiempo (fue escrito en 1976 ) por constituir una metáfora de la construcción del país en un espacio vigilado y reprimido. El espacio urbano intervenido por militares y esbirros del régimen disciplinan el orden territorial, regulando la marcha y los sentidos de cualquier desplazamiento desde los centros al margen o a las periferias.
Por ello, aunque la novela cuenta una escena única, ésta se fija, cerrada, bajo la óptica de la vigilancia, la toma por asalto, tal vez la captura y la muerte. Un desconocido lo asedia, en momentos en que cualquier habla es sospechosa, cualquier gesto, sujeto a distintas lecturas. Un código nuevo se instala en la ciudad: la sospecha.
Así nos encontramos en el desrealizado paradero, frente a La Moneda, esperando un bus que se demora, que parece no llegar nunca. Como si una atmósfera kafkiana y peligrosa enrareciera el aire y a jirones se insertara como cuerpo superpuesto y alegórico entre las letras de la escritura de Juan Balbontín. Una novela fantasmal en que la posibilidad del paradero, se desvanece y multiplica como una pregunta por Chile tras la captura militar.
Es la mirada del otro, su repentina aparición la que instala la certidumbre de un nuevo orden y el desafío del asedio.La imposibilidad de la huida
Sólo existe la espera congelada en un tiempo irreal de un viaje que no llega a realizarse, bajo la persistente lluvia de un angustioso invierno en que el narrador se mueve constatando, con la pupila errante de un asustado voyeur, el surgimiento de una escena única y vigilada por otro que lo ordena y disciplina. En ocasiones le pide cigarros y el fuego encendido ilumina, en fracciones de segundos, sus rostros.
El es en cierta forma ese paradero infinito y multiplicado en la diseminación de sus formas. Oliendo a lluvia, a incertidumbre, a cansancio, el narrador registra de manera fragmentaria ese mecanismo y su desplazamiento sutil.
El es un testigo escogido para nombrar la ciudad cárcel, observado por un discontinuo y casi irreal personaje masculino, su otro, que lo instala en el centro del acontecer vigilado y diezmado de una cierta frontera que jamás se abre, al menos no en este libro
“Estoy saliendo de la esquina, estoy abriendo la puerta. Esta es la clave, me digo. Imagino ahora que desde allá ya no me veo; he desaparecido de mi propia mirada” (p.22)
La geometría de este cuerpo vigilado y colectivo se inscribe en la neo vanguardia que se comenzara a generar en Chile a partir de esas fechas, cercanas a los 80, y que Juan Balbontín hizo visible, como pocos, con una poética discontinua y elíptica, que rechaza las determinaciones realistas, para marcar solamente las impresiones y huellas de una nueva materialidad, lo que él denominara (p.32)”un orden sin textos ni maestros aprendido reparte en línea por toda la cuadra”.