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Opinión

Los hijos de Piñera y nosotros: los ciudadanos de segunda clase

Por: Richard Sandoval | Publicado: 30.04.2019
Los hijos de Piñera y nosotros: los ciudadanos de segunda clase A_UNO_1069223_8dd0e |
Ahora Cristóbal Piñera dice que fue cubriendo todos sus gastos y que fue a la reuniones de «oyente», sin «interés comercial». Lo que uno se pregunta es: ¿es eso posible, en un hijo de empresario y a la vez empresario y emprendedor? ¿Puede el dueño de una Pyme de El Bosque o Chiloé ir de oyente a una reunión con los hombres y mujeres que mueven la plata del mundo? Por otro lado, como escribió el periodista Sebastián Esnaola ¿Cómo se paga o reembolsa el costo de un pasaje en un avión presidencial Fach? Esa es la diferencia entre ellos y tú. Así funciona la desigualdad, el pituto, el privilegio de clase.

Mientras tú, joven chileno, no das más entre el estudio y el trabajo luego de haber perdido la gratuidad. Mientras tú, estudiante nacional, duermes dos o tres horas antes de un examen para no echarte un año y no perder una beca; los hijos de tu Presidente Sebastián Piñera, lejos de tu sacrificio, entran a reunirse con diez de los empresarios de innovación más importantes del principal socio comercial de Chile para tomar nota, para sacar ideas, para ver privilegiadamente posibilidades de negocio con sus empresas y emprendimientos -algunos recién creados como la del giro de robótica Kauai Labs-. Todo pagado por tus impuestos y los de tu madre, porque el avión de la Fach y todos los gastos operacionales del viaje los pagamos nosotros.

Ahora Cristóbal Piñera dice que fue cubriendo todos sus gastos y que fue a la reuniones de «oyente», sin «interés comercial». Lo que uno se pregunta es: ¿es eso posible, en un hijo de empresario y a la vez empresario y emprendedor? ¿Puede el dueño de una Pyme de El Bosque o Chiloé ir de oyente a una reunión con los hombres y mujeres que mueven la plata del mundo? Por otro lado, como escribió el periodista Sebastián Esnaola: ¿Cómo se paga o reembolsa el costo de un pasaje en un avión presidencial Fach? Esa es la diferencia entre ellos y tú. Así funciona la desigualdad, el pituto, el privilegio de clase.

Así operan en realidad las famosas frases de este gobierno y este presidente: la de los niños primero y la de primero la meritocracia. Sí, los niños primero, pero los niños de los poderosos y los que pueden pagar para seguir riéndose del resto, de ti, que te sigues sacando la cresta para lograr alguna vez un sueldo que pueda ayudar a surgir a tu familia. Sí, mérito, pero el mérito de los que tienen un papito que ya les hizo el camino y que los beneficia, en este caso, con recursos del Estado, con viajes pagados del bolsillo de ti y de mí; mientras esta tarde tú, estudiante chileno, de nuevo tendrás que correr de clases al supermercado para trabajar de empaque, y luego regresar a casa leyendo en el Metro para ver si mañana te va bien en las pruebas y en la vida, para ver si logras zafar de la casi mitad de estudiantes chilenos que cae en depresión y problemas de salud mental por el agobio de un sistema de mercado que no está hecho para el estudio tranquilo de los que no son ricos. Todo, mientras Sebastián hijo y Cristóbal descubren nuevos negocios que podrán hacer ellos pero no el emprendendedor del barrio que reza para que el Fosis o algún ministerio les dé algún apoyo para para su nueva empresa creativa. O que rezan para por lo menos llegar a tener esa famosa reunión de «oyentes» que tuvieron los hijos de Piñera.

Error político, dicen algunos; desgracia comunicacional, dicen otros; pero en realidad, lejos del cálculo politiquero mesquino, el viaje privilegiado para sacar ventaja de otros chilenos que podemos ser nosotros mismos tratando de emprender, se siente como una burla, un desprecio a nuestro trabajo e inteligencia. Porque no puede ser que mientras el Presidente nos invita a trabajar duro para que nuestra economía siga en marcha, a sus hijos les entregue en bandeja las llaves del éxito, que son esas reuniones, esos saludos protocolares e inocentes, esas clases de oyente vía avión Fach, esas tarjetas que son los rostros de los Piñeras Boys que los grandes empresarios guardarán en sus memorias para recordarlos cuando quieran invertir en Chile. Puede que las ideas de negocios sean insignificantes, o puede que sean grandes ideas las que surjan; pero lo relevante, lo que hace la diferencia, es que hoy los jóvenes chilenos, los viejos, los adolescentes que no son Sebastián hijo y Cristóbal, se sienten como los niños excluidos del cumpleaños, como los asistentes menospreciados de una fiesta; los ciudadanos que, por ninguna razón más que no llevar apellido, no ser “hijo de”, y no ser amigo del patrón del fundo, que en este caso es el Presidente de la República de Chile, quedan en manifiesta desventaja. Lo que está haciendo el Presidente Piñera y sus hijos privilegiados, a nivel simbólico y de mensaje a los piojentos ciudadanos cualquiera, es mandar a rascarse con sus propias pulgas a los que no pueden acceder al privilegio: ese es el mensaje, ese es el problema representativo y concreto, más allá de las deficiencias de asesores y rencillas políticas en Contraloría.

Es el corolario, el abuso más grosero de un viaje vergonzoso, uno en que Piñera lleva a Luksic a pasearse con sus negocios y su cobre mientras Codelco, principal financista de nuestra salud y educación, de todos nuestros servicios sociales, se queda en la casa reclamando. Un viaje en que los innovadores niños de la familia Piñera van a juntarse con posibles inversionistas innovadores, mientras el innovador principal, el ministro de Ciencia y Tecnología, se queda en la casa escuchando la polémica; según han denunciado desde el Frente Amplio. Un viaje en que Piñera anuncia que los derechos humanos pueden dar lo mismo si el país en que se violan es parte de mi negocio. Un viaje que nos refriega en la cara de todos los chilenos que los que no somos de la élite política y económica somos todos ciudadanos y ciudadanas de segunda clase.

Richard Sandoval