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La importancia de la alimentación en la salud mental

Por: Renata Cavalli | Publicado: 15.10.2019
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Los problemas que hoy vemos en la salud mental, entre otras cosas, están muy relacionados con la forma en cómo nos nutrimos. Al hablar de ‘nutrirse’ no hablo solo de comida, sino de alimentación consciente como un estilo de vida y no una dieta. Es decir, a cómo prestamos atención a nuestro bienestar de manera integral, considerando las emociones que nos nutren. Por ejemplo: el respeto, la gratitud y el amor, son pensamientos que nutren, así como también estar en una mente presente y no en la crítica a uno mismo y la intolerancia, instalando creencias negativas sobre uno/a mismo/a y su entorno.

Desde hace ya unos años he podido observar que estamos viviendo en un modelo basado en la carencia. Hemos ganado más años, pero hemos perdido calidad de vida y dinero en medicamentos. La sociedad está cada vez más enferma, nos encontramos en un estado de bienestar más bien precario y triste, lo que, lamentablemente demuestran las estadísticas de nuestro país. La última encuesta del Ministerio de Salud revela que el 23% de las enfermedades que nos afectan hoy son mentales, dentro de las cuales el 15% corresponde a la depresión. Por otro lado, de los países miembros de la OECD, somos el segundo en tasa de suicidio. Si observamos lo que ocurre en la población universitaria, que representa en gran parte el futuro de Chile, nos encontramos con que el 46% de los y las estudiantes asegura haber presentado síntomas de depresión y ansiedad, y un 44% ya ha tenido que recurrir a psicoterapia. Si miramos a otros países de la OECD encontramos que el presupuesto estatal para enfrentar estos problemas de salud mental es, al menos tres veces mayor que el de Chile, representado por solo un 2%, mientras que, por ejemplo, en Uruguay es de un 9% y Canadá de un 12%.

Pero, ¿qué hace que actualmente en Chile la salud mental esté en estado de carencia? Sabemos que no hay una causa única que contribuya a la salud mental, sino más bien una serie de factores: psicológicos, sociales, económicos, biológicos y, hoy más que nunca, medioambientales. No obstante, si seguimos mirando la salud como las gavetas de un armario vamos a seguir en un modelo carente, enfocándonos en las gavetas y no en el armario completo. Hoy se requiere un cambio y en este cambio juegan un rol tanto los organismos externos, como las personas, siendo estos últimos los actores principales. A cada una le compete invertir en su salud, para así también tener un impacto positivo en la salud de todos.

En lo personal, después de mucho andar, trabajo en psicología y alimentación desde un modelo integral de salud porque no veo cómo poder separar lo que ocurre en el cuerpo físico de lo que ocurre en los otros cuerpos como el mental y el emocional. Con esta nueva mirada entiendo que la salud es un sistema de capas y que todas son importantes. Algunos datos del Minsal que ayudan a comprender cómo la salud mental se entrelaza con la alimentación hacen relevante la pregunta ¿cómo nos nutrimos en Chile? Estos datos muestran que el 40% de la población tiene sobrepeso y el 31% ya es obeso.

La ciencia ya ha demostrado la existencia del segundo cerebro ubicado en el intestino y conectado por el nervio vago al cerebro. Es decir, tenemos un pensamiento intestino (nuestra microbiota), y es aquí donde se produce alrededor del 95% de la serotonina y el 50% de la dopamina que se encuentran en nuestro cuerpo. Darnos cuenta de que estos dos importantes neurotransmisores se encuentran en su gran mayoría en el intestino hace que miremos la salud mental en el refrigerador y las despensas de las familias chilenas. La alimentación en Chile se ha basado en consumo de trigo (como principal cereal refinado), con gran presencia de azúcares refinados en todo tipo de alimentos. Además, el consumo de alimentos procesados y comida rápida ha ido ganando terreno.

Los problemas que hoy vemos en la salud mental, entre otras cosas, están muy relacionados con la forma en cómo nos nutrimos. Al hablar de ‘nutrirse’ no hablo solo de comida, sino de alimentación consciente como un estilo de vida y no una dieta. Es decir, a cómo prestamos atención a nuestro bienestar de manera integral, considerando las emociones que nos nutren. Por ejemplo: el respeto, la gratitud y el amor, son pensamientos que nutren, así como también estar en una mente presente y no en la crítica a uno mismo y la intolerancia, instalando creencias negativas sobre uno/a mismo/a y su entorno. Por otro lado, también me refiero a la alimentación de cómo nutro mis células y mi microbiota para generar un espiral de neurotrasmisores y oxígeno por todo el cuerpo.

A propósito del Día Mundial de la Salud Mental los quiero invitar a tener un diálogo profundo con ustedes mismos con las siguientes preguntas: ¿Cómo estoy nutriendo mi vida hoy?, ¿qué hábitos puedo cambiar para comenzar a ocuparme de mi bienestar de manera integral? Alguno de los cambios que podemos implementar en nuestras vidas pueden ser permitirse vivir algo nuevo cada día, dar gracias por lo que tienes, observar lo que comes y elegir alimentos frescos, no envasados ni procesados, cuidar el medio ambiente, reciclar, cuidar espacios colectivos como plazas y parques, observar las emociones y cómo nos relacionamos con otras personas, lo que les entregamos y nos entregamos a nosotros/as mismos/as, observar los pensamientos que nos acompañan cada mañana e identificar las creencias que nos condicionan cada día.

La salud mental es en gran medida un reflejo de nuestro estilo de vida y de cómo transitamos por ella. Ser conscientes de ello y tomar acción son claves para alcanzar el bienestar.

Renata Cavalli