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Opinión

¿El opio del pueblo? Una movilización con mucho fútbol

Por: Klaudio Torres | Publicado: 29.10.2019
¿El opio del pueblo?  Una movilización con mucho fútbol futbol | Foto: los40.cl
En las diversas movilizaciones sociales cargadas de esperanza, se han producido postales que para l@s futboler@s no pasaron inadvertidas: barristas de los clubes más populares de nuestro país dijeron presente en las manifestaciones, dejando de lado la rivalidad que proponen sus colores para fundirse en uno solo. Esto que puede ser una simple anécdota recoge aspectos que no podemos permitirnos pasarlos por alto. Y estos responden a que desde el constante destierro social en el que viven los miembros de estos “bandos”, las circunstancias les empujaron a construir una convivencia que parecía imposible.

Con una delegación de 30 integrantes del Diplomado de Gestión y Especialización en Fútbol de la Universidad de Los Andes/JGC Football/Fluminense FC, nos encontrábamos en Copacabana por una pasantía en el mencionado club brasileño. Lo que pudo ser una experiencia de pleno aprendizaje, terminó por nublarse debido a la noticia del estallido social que se gestó en nuestro país.

La sensación de incertidumbre asociada a la distancia de nuestros familiares nos desconectó a todos de las futboleras actividades de las que fuimos parte luego de enterarnos de las decisiones del presidente de la República (clásico Fluminense – Flamengo de por medio), ya que en el mismísimo Maracaná estuvimos todos más concentrados en la información que obteníamos por nuestras redes sociales, que de lo que acontecía en el campo de juego. Y a esto último, le sumamos el aviso de que nuestro vuelo de retorno se había cancelado por la situación país. Todo lo señalado no tenía ni la más mínima proximidad a lo que ocurría y nos esperaba en Chile. Nos encontraríamos con un país diametralmente opuesto al que habíamos dejado.

Lo que estamos viviendo tiene dimensiones desproporcionadas e insospechadas. Tiene múltiples formas, colores y voces. Han sido días duros, dolorosos y de pesadilla, que han provocado una reapertura de la herida profunda que quedó con la dictadura, trayendo a nuestros días vivencias e imágenes que serán muy difíciles de procesar y superar. Más aún, cuando los protagonistas de los principales hechos de violencia son los mismos de esa época negra.

No obstante, en las diversas movilizaciones sociales cargadas de esperanza, se han producido postales que para l@s futboler@s no pasaron inadvertidas: barristas de los clubes más populares de nuestro país dijeron presente en las manifestaciones, dejando de lado la rivalidad que proponen sus colores para fundirse en uno solo. Esto que puede ser una simple anécdota recoge aspectos que no podemos permitirnos pasarlos por alto. Y estos responden a que desde el constante destierro social en el que viven los miembros de estos “bandos”, las circunstancias les empujaron a construir una convivencia que parecía imposible.

Banderas blanquinegras junto a las azules y con la banda celeste tradicionales de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, respectivamente, flamearon en conjunto, marcando el pulso de los cánticos y entregaron una señal al país que pronto fue invitación: hinchas de todos los clubes salieron a la calle luciendo sus tricotas sin miedo, con orgullo y en comunidad. Pronto, comenzaron a proliferar las fotografías y los carteles conjuntos en que podíamos ver a hinchas de distintos clubes luciendo con orgullo sus camisetas posando para el registro de un fenómeno social que ha conseguido lo que años de propuestas y malas decisiones individualizadas en el plan Estadio Seguro no consiguieron.

Un gran número de asistentes a las manifestaciones prefirió llevar la camiseta de la selección chilena de fútbol, lo que provocó la ilusión óptica en las imágenes desde todas las perspectivas posibles de un flujo teñido de rojo, un caudal escarlata indomable que se apoderó de las calles de la capital en #LaMarchaMásGrandeDeChile. Para muchos, su uso vino asociado a la idea de llevar los colores patrios para hacerles frente a la represión de las FF.AA. a modo de encararles a militares y carabineros que a quienes apuntan es a quienes juraron proteger, pero, por otro lado, está el masivo reconocimiento de la nacionalidad desde el fútbol mismo representada en nuestra selección nacional.

A todo este panorama, podemos incluir las manifestaciones de los hinchas de Deportes Concepción tiñendo sus calles con el morado característico del León de Collao. En Talca, los rojinegros de Rangers pusieron sus cánticos y colores en marcha de la mano de estas manifestaciones. En la quinta región, se han dejado ver hinchas de Everton y Santiago Wanderers dejando de lado su tremenda rivalidad para fortalecer el mensaje de unión país. Las calles de Rancagua también se convirtieron en un cauce celeste de los colores de O’Higgins. Desde Inglaterra y Brasil, los ex entrenadores de la Selección Chilena, Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, enviaron palabras de apoyo a la movilización. También, los referentes históricos de la “generación dorada” se hicieron presente con disímiles grados de interpelación –unos más punzantes y otros más bien tibios– al gobierno, provocando incluso que algunos de ellos debiesen eliminar alguna de sus redes sociales por sus dichos.

En las playas de Brasil es prácticamente un mandamiento ver balones en el aire por todos lados. Tocó la casualidad de presenciar aquello un par de días previos a que se desatara el descontento y, es de suponer, que cada futbolero que observa el “que no caiga” brasileño piensa lo mismo: que ganas de reproducir esto en Chile. Para la alegría de quienes lo reflexionamos, pudimos ser testigos de que en las manifestaciones el balón se convirtió en lo que siempre fue, un instrumento de alegría, comunidad y recuperación de espacios. La calle le pertenecía al juego, a la pichanga, al grupo de amigos, por lo que ver volar balones en las calles consiguió el efecto que siempre tuvo la redonda: unión.

Sin embargo, no todo es color de rosa. Históricamente el fútbol ha sido utilizado por los poderosos para intentar apoderarse de los principios y valores que promueve el juego con un único objetivo: ganarse la confianza del pueblo como estrategia. Sin ir más lejos, el propio presidente de la República utilizó a Colo Colo como plataforma electoral para su primer mandato. Por otro lado, vimos como militares y carabineros se dejaron ver jugando fútbol con algunos manifestantes, acción altamente cuestionada por los que entienden de este recurso estratégico. El plan está descrito en el manual “Tactical Psychological Operations Tactics, Techniques, and Procedures” de la armada estadounidense. Esta operación de carácter psicológico busca transmitir información e indicadores seleccionados al público, influyendo en sus emociones, motivos y razonamiento objetivo en el comportamiento de grupos e individuos. En resumen, pretenden ser «los chicos buenos” mientras persisten los abusos a los DD.HH. por parte de sus instituciones. Compartir de este juego con quienes te reprimen, abusan, violan, golpean, asesinan y torturan no parece algo muy cuerdo, ¿o sí?

En cuanto a la situación de nuestro fútbol profesional, cabe destacar las palabras del presidente de la ANFP, Sebastián Moreno, las que fueron expresadas en el marco de la suspensión de la fecha de todas las divisiones profesionales que administra a causa de la situación país:

“El fútbol es una actividad social, está enraizado en la sociedad chilena y no podemos estar ajenos a la situación que atraviesan miles de chilenos (…) es muy importante establecer un llamado a la representación de los valores del fútbol en una cancha, que son la comunicación, el trabajo en equipo, la solidaridad y la tolerancia, y el fútbol chileno está a disposición para ser un elemento de unión de la sociedad”.

Es de esperar que estas palabras hagan eco a las numerosas necesidades que tiene nuestro fútbol, pero ese es otro tema.

Estamos acostumbrados a denominar al fútbol como el opio del pueblo cuando no es el fútbol en si el responsable del adormecimiento del que fuimos protagonistas por tanto tiempo. No sé quién pudo concentrarse en los partidazos de Copa Libertadores, Champions League, Premier u otra de su agrado. Personalmente, no puse atención a ninguna y no me ha hecho falta gracias a todo el fútbol presente en las marchas. Gracias a esta movilización social, en suma a las múltiples demandas ciudadanas, nos ha sido posible darnos cuenta de que el culpable no es el juego, sino de quienes le han instrumentalizado. Es una alegría para mí, como entrenador de fútbol, ver que a través de éste se le ha dado voz, color, mensaje y unión al movimiento social que continúa articulándose y evolucionando, movimiento que proviene desde tantos frentes que nos estrecha y reúne desde la multiculturalidad. Ojalá, logremos como sociedad capitalizar esta “tregua” futbolera y proyectarlo en nuestra convivencia y lo que realmente representa este deporte se refleje desde la calle a la sociedad, como siempre fue.

Gracias, estudiantes. Gracias, fútbol. Esto tenía que pasar.

Klaudio Torres