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Opinión

Asamblea Constituyente: representativa, democrática y transformadora

Por: Juan Santana y Carlos Navia | Publicado: 03.11.2019
Asamblea Constituyente: representativa, democrática y transformadora CONCEPCION: Calles de Concepcion luego de diez dias de manifestaciones | FOTO:SEBASTIAN BROGCA/AGENCIAUNO
La Asamblea Constituyente no es más que una instancia de diálogo, orientada a la adopción de una carta constitucional. Para ello, un grupo determinado de personas recibe un mandato que expira una vez que se elabora y propone un nuevo texto. Este mandato se otorga para ejercer el poder constituyente, cuya titularidad el pueblo nunca ha perdido, a pesar de que su ejercicio se le haya impedido sistemáticamente en nuestra historia constitucional.

La histórica y pacífica marcha del viernes 25 de octubre, puso en evidencia el nivel de crisis generado por la desigualdad del modelo económico y la insuficiente respuesta ofrecida por las máximas autoridades políticas. Pero, incluso en medio de esa crisis, surgió una respuesta ciudadana, multitudinaria y contundente, capaz de poner a dialogar distintas demandas sociales sostenidas por años, conectadas con una carta constitucional que urge cambiar.

En una situación como la actual, únicamente el diálogo inclusivo, transformador y verdaderamente representativo, podría conducir a una solución. Y la Asamblea Constituyente es la vía que mejor asegura esa posibilidad. Por lo demás, el aprendizaje que dejó el Proceso Constituyente iniciado en 2016 y la transversal adhesión de la ciudadanía a demandas por mayor justicia social, sirven como guía para desarrollar la discusión con miras a crear un nuevo texto constitucional.

Sin ir más lejos, durante los últimos días se ha organizado una gran cantidad de cabildos ciudadanos en distintas comunas y regiones del país. Se trata de instancias de diálogo, pacíficas y democráticas, donde la comunidad ha intercambiado sus apreciaciones sobre los desafíos y transformaciones que requiere Chile. Estas reuniones cobran especial relevancia cuando la ciudadanía manifiesta su malestar ante la falta de representatividad por parte de la clase política.

En este contexto, ¿cuál es el desafío inmediato para Chile, considerando la evidente desconexión entre la ciudadanía, la clase política y la institucionalidad? ¿Qué debemos hacer en un momento histórico en que la voluntad popular exige ser escuchada? A nuestro parecer, respectivamente, las respuestas son: crear una nueva constitución y adoptar una Asamblea Constituyente para su elaboración.

Una Asamblea Constituyente canaliza los deseos de participación y transformación de la ciudadanía. Ya el informe del PNUD de 2015 daba cuenta de la alta valoración del pueblo chileno por el mecanismo de asamblea y, del mismo modo, historiadores han puesto de manifiesto su importancia en el desarrollo de la cultura nacional. La Asamblea Constituyente no es más que una instancia de diálogo, orientada a la adopción de una carta constitucional. Para ello, un grupo determinado de personas recibe un mandato que expira una vez que se elabora y propone un nuevo texto. Este mandato se otorga para ejercer el poder constituyente, cuya titularidad el pueblo nunca ha perdido, a pesar de que su ejercicio se le haya impedido sistemáticamente en nuestra historia constitucional.

Oponerse a una Asamblea Constituyente, hoy, significa negar que cada voz y demanda pueda tener cabida en un debate tan urgente como fundamental. Aún más, resistirse a la Asamblea, implica desestimar la importancia de que conversemos en pie de igualdad, en medio de una crisis que precisamente estalla como reacción a la acumulación de privilegios por una acotada parte de la sociedad. Si las autoridades políticas desean aportar para salir de esta compleja situación, deben entender que la ciudadanía, a pesar de haber resistido por años los efectos de este sistema, todavía ofrece la oportunidad de dialogar.

Sin embargo, sabemos que la crisis no se resolverá automáticamente con la realización de una Asamblea Constituyente. Entre otras cosas, será necesario que todas las expresiones políticas transformadoras del país impulsen la participación de la ciudadanía. Con independencia de la idoneidad del mecanismo, ningún cambio constitucional será suficiente si no se plasman la diversidad de sensibilidades y aspiraciones que dan vida al pueblo chileno. Diálogo representativo, igualitario y transformador para crear una Nueva Constitución. Parece un piso mínimo, pero que vale la pena resaltar en medio de una crisis que, precisamente, se origina en el seno de un modelo que ha negado estándares mínimos de representatividad, participación y dignidad.

Juan Santana y Carlos Navia