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Kast le dice NO al debate democrático

Publicado: 02.01.2020

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José Antonio Kast comenzó una campaña contra el cambio de Constitución. Como si nada, el autodenominado candidato del “sentido común” usó parte de su dinero y empezó a difundir su mensaje en algunas radios y en redes sociales. Lo hizo, según repite, porque cree que el nuevo texto constitucional nacerá de la violencia, cuestión que no deja de ser curiosa viniendo de alguien que quiere conservar una carta fundamental hecha mientras se perseguía a ciudadanos por no pensar como el régimen de Pinochet quería que pensaran.

Cabe detenerse en el acto de Kast al pasar sobre la legislación electoral con su capital. Es decir, poner su dinero por sobre la democracia. Parece lo más grave y lo que debería entrar en el debate ideológico del futuro. Ese debate que el hermano de Miguel Kast y los suyos no quieren dar.

Y es que quienes trabajan por conservar lo que ya está, no solo están defendiendo sus ideas o lo que creen que “es mejor para Chile”, como dicen una y otra vez; lo que también están haciendo es evitar que haya un intercambio político profundo, e impedir que los postulados de cada sector entren en una disputa y se sostengan sobre argumentos. Quieren que lo que quedó instaurado en la dictadura, y se legitimó gracias al miedo acomodado de conglomerados de centroizquierda, siga intacto sin que haya preguntas, cuestionamientos hacia ciertas certezas que no son más que obsesiones dogmáticas de quienes solo ven ideología en que está en la otra vereda.

Si es que están tan seguros de lo que defienden, ¿entonces por qué no lo ponen a competir? ¿Les parece poco democrático poner en tela de juicio lo que respiramos por años como lo “real”? Pareciera que sí.  Es bastante claro que no están tan aterrorizados ante la violencia y los saqueos como con el solo hecho de pensar que Chile entre en una gran conversación en la que su postura tenga el mismo peso político que la de otros. No tienen contemplado ceder su principal patrimonio durante estos años, que es ser dueños de lo que se debe o no hacer, imponiendo sus reglas del juego.

Con esta campaña Kast pretende negar lo que pasó; su relato no es el de una explosión social, sino el de una “explosión de violencia”, ya que está obsesionado con profundizar en un discurso en el que todas las expresiones de descontento que se han visto desde el 18 de octubre son solo la demostración de un plan malvado, chavista y castrista, y no producto de la destrucción de lo público que sus ideas llevaron a cabo por décadas.

El Partido Republicano- que no es partido ni republicano, debido a que funciona más bien como una secta en torno a un líder que tiene nula conciencia de lo que significa vivir en una República- quiere contarle a Chile que los problemas están fuera de la lógica sistémica que colapsó, y está empeñado en que la oportunidad para hacer un nuevo pacto social y político se convierta en un asunto de seguridad.

Por más que parezca democrático levantar una postura en contra de una eventual nueva Constitución por defender la antigua, lo cierto es que impedir que haya una solución política y un replanteamiento institucional luego de lo sucedido, es una actitud autoritaria, más aún cuando esta es financiada sin que medie regulación democrática alguna.

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