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Opinión

Jorge Mora, otra vida del mapa sangriento de Chile arrastrada por la fuerza a las estrellas

Por: Richard Sandoval | Publicado: 29.01.2020
Jorge Mora, otra vida del mapa sangriento de Chile arrastrada por la fuerza a las estrellas |
Cuando te pregunten cómo es el Chile del 2020 que viola los Derechos Humanos responde esto: una familia llora porque hace menos de doce horas la policía les mató a su Jorge, mientras el Presidente a cargo de esa policía les dice a los más ricos entre los ricos, en un maravilloso salón de Vitacura, que “cuando Carabineros o los policías salen a la calle, yo lo he visto con mis propios ojos a lo largo de todo Chile, lo hacen para proteger el orden público”.

¡Hasta cuándo nos van a seguir matando! Se llega a sentir asco al ver el video y descubrir cómo Carabineros es capaz de masacrar tanto a una persona con un camión a toda velocidad, como si estuvieran compitiendo en una autopista para descubrir quién es el más despiadado, desprovistos de toda humanidad, acelerando furiosos contra todo lo que se pille por delante, sin distinguir entre carne y piedra, vida y cemento, arrollando con prepotencia a Jorge Mora, el Neco, trabajador de 37 años, artista tatuador, padre, hincha de Colo Colo, protestante contra el sistema. Se llega a sentir total desesperanza ante el país, al ver las ruedas del camión pasando sobre su cuerpo, con odio, dejando a un hombre moribundo tirado en el suelo, sin la mínima conmiseración. Porque la velocidad de ese camión decidido a arrollar personas es una política institucional. Es la imagen de los Derechos Humanos en Chile. Hasta dónde son capaces de llegar de qué maneras serán capaces de seguir matando. Se llega a sentir asco al saber las medidas cautelares con que quedó el funcionario Carlos Martínez Ocares, quien conducía el camión de la muerte: firma semanal y arraigo nacional ¡Firma mensual! ¿sería acaso esa la medida con que quedaría un civil que mata a un carabineros? asco y más asco.

En Chile la policía te puede quitar los ojos mientras esperas la micro para ir al trabajo, como te puede arrollar a la salida de un estadio de fútbol para que luego, a la mañana siguiente, la institución lamente el “accidente de tránsito”, envíe burlonas condolencias a la familia de su asesinado, mediante rostros correctos y bien peinados hablando como robots, presentando el camión homicida con un parabrisas completamente destruido, alegando que los funcionarios de su institución criminal no podían ver. Una inocente atenuante para alimentar el «algo habrán hecho» instalado, oculto, en tanto hogar de la nación. Y el país completo se pregunta si estos cómplices de tanta sangre derramada pensarán que toda la audiencia que los escucha consternada es tonta.

¡Pero cómo va a ser un accidente, si el camión iba a velocidad de Fórmula Uno entre medio de cientos de personas, decidido a masacrar si fuera necesario! ¡Cómo va a ser un accidente el deliberado acto de acelerar entre hinchas que se convierten en protestantes, y por la tanto en enemigos, bajo la lógica imperante! ¡Cómo va a ser un accidente, si en el video mismo se ve, así como declaran decenas de testigos, que el parabrisas estaba con total visibilidad, sin los impactos que presentaron la mañana siguiente para siempre seguir justificando sus actos criminales de la manera más cobarde! ¿En ese camión de la muerte están los protocolos que el ministro Blumel destaca que se deben cumplir? No, en ese camión demencial arranca con fuerza, aceleran las palabras prometedoras de impunidad del General Rozas, apuñala vehemente la doctrina de seguridad del intendente Guevara, el respaldo irrestricto del presidente del seis por ciento, el Presidente que es capaz de felicitar, con el cuerpo muerto aún fresco de Jorge, a Carabineros frente al empresariado en la inauguración de la Enade.

Cuando te pregunten cómo es el Chile del 2020 que viola los Derechos Humanos responde esto: una familia llora porque hace menos de doce horas la policía les mató a su Jorge, mientras el Presidente a cargo de esa policía les dice a los más ricos entre los ricos, en un maravilloso salón de Vitacura, que “cuando Carabineros o los policías salen a la calle, yo lo he visto con mis propios ojos a lo largo de todo Chile, lo hacen para proteger el orden público”.

Cómo va a ser normal que sigamos viviendo en esta República del crimen ejercido con uniforme, felicitado por el poder, amenazante en cada rincón de Chile acosado por un vehículo de verde. Cómo va a ser normal que se anuncien miles de millones de pesos para la compra de nuevos carros policiales, potenciales homicidas, mientras los pobres siguen siendo operados con linternas en hospitales públicos, e inmovilizados con cajas de remedios en los consultorios. Como va a ser normal que asumamos como un accidente de tránsito el asesinato de Jorge Mora, otra vida del mapa sangriento de Chile arrastrado por la fuerza a las estrellas. Y ya se nos pierde la cuenta de los muertos. Y los heridos cicatrizan con los criminales impunes. Y mañana podríamos ser cualquiera de nosotros los que vayamos a acompañar a Jorge y los demás masacrados por el escudo de Chile allá arriba, donde todo lo observan las estrellas.
Richard Sandoval