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¡Tranquilo! Esta enfermedad solo afecta a los “viejos”: la cara edadista del Coronavirus

Por: Agnieszka Bozanic Leal | Publicado: 17.03.2020
¡Tranquilo! Esta enfermedad solo afecta a los “viejos”: la cara edadista del Coronavirus | Foto: Agencia Uno
Un segundo componente de la responsabilidad social es la solidaridad intergeneracional, es decir, entre generaciones. Ya han comenzado a evidenciarse comportamientos altruistas por todo el mundo donde seres anónimos velan por su comunidad, en especial por personas mayores con dificultades para movilizarse y sin redes que pudieran ayudarles. Realizar la compra para esa señora mayor que vive cerca de ti o dejar de realizar compras innecesarias en el supermercado, son pequeñas acciones que podemos hacer a favor de un bienestar comunitario.

El Coronavirus ha llegado a Chile y junto con él, una serie de cuestionamientos de parte de la sociedad. Una de las reflexiones más difundidas ha sido “Soy joven, no me preocupa el coronavirus” y en el mismo sentido “el coronavirus es una enfermedad de viejos” o “Ya han vivido toda su vida, ¿qué más da?”.  Esta premisa además de errónea es tremendamente edadista. Errónea pues, aunque se sabe que la letalidad es mayor en personas de la cuarta edad (75 años y más) y que la edad avanzada es un factor de riesgo en esta enfermedad, existen jóvenes que también se ven sumamente afectados por el contagio de esta enfermedad, especialmente aquellas y aquellos inmunosuprimidos y con patologías previas. Edadista pues intentar bajarle “el perfil” a la gravedad de esta enfermedad aseverando que los afectados son solo personas mayores constituye una forma de edadismo. Una forma de pensar bastante desafortunada y que representa la forma de discriminación más sutil y naturalizada en nuestra sociedad.

¿Será que existen vidas más preciadas que otras en nuestro país? Al parecer si. El que no se estén volcando todos los esfuerzos para evitar una catástrofe sanitaria que afecta principalmente a personas mayores es una violación a los Derechos Humanos hacia ellas. La Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos de las Personas Mayores (firmada el año 2015 y ratificada el año 2017) en su Capítulo IV de Derechos Protegidos, Artículo 19 señala la existencia del Derecho a la salud. “La persona mayor tiene derecho a su salud física y mental, sin ningún tipo de discriminación. Los Estados Parte deberán diseñar e implementar políticas públicas intersectoriales de salud orientadas a una atención integral que incluya la promoción de la salud, la prevención y la atención de la enfermedad en todas las etapas, y la rehabilitación y los cuidados paliativos de la persona mayor a fin de propiciar el disfrute del más alto nivel de bienestar, físico, mental y social”.

Y es que otra vez estamos llegando tarde. No hemos aprendido de las experiencias de otros países afectados previamente. En tiempos de crisis sanitaria como la que viviremos, urge el compromiso con la comunidad más “vulnerable”. La responsabilidad social para la contención del virus es crucial y tiene dos componentes, uno es la educación en las medidas preventivas que proporcionan los organismos de salud internacionales. Primero, insistir en que el lavado de manos si puede salvar a tu abuela o abuelo. Segundo, hay que destacar que las mascarillas no sirven en el grupo de personas sin síntomas de enfermedad. Tercero, llamar a no dejarse llevar por el pánico y obedecer las medidas preventivas. Cuarto, escuchar el llamado a la distancia social (entiéndase como evitar el contacto directo con otras personas en conglomeraciones), y #QuedarteEnCasa en la medida de lo posible. Necesitamos tiempo para frenar las transmisiones masivas que colapsan el sistema público sanitario. Sabemos que esto funciona y sabemos cómo se hace. Al ser un virus “nuevo” de cual nadie tiene inmunidad debemos hacer uso de estas certezas. Porque con más de 100.000 casos en más de 100 países, a lo que podemos aspirar es a frenar la velocidad de transmisión, evitar el colapso del sistema de salud y así responder de mejor forma a esta crisis. Lo que los expertos en epidemiología llaman “aplastar la curva”. Porque no es lo mismo tener 100 casos en un día que 10 casos en 10 días.

¿Se imaginan que pasaría en un hospital con pocos recursos? Y bueno, si colapsa el sistema, aumenta la letalidad de esta enfermedad. El coronavirus es menos mortal si existe acceso a oxígeno, cuidados adecuados y soporte vital en los casos graves los pacientes, recursos acotados en cualquier Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de nuestro país. Según una regla que manejan los epidemiólogos al menos un 5% de los ciudadanos tendrán que ingresar en la UCI de su hospital de referencia. Otro 15% puede sufrir de neumonía y necesitará tratamiento; y el 80% de las y los chilenos se infectarán sin casi enterarse. Así que tenemos que entender que el contagio de este virus no es una sentencia de muerte para las y los mayores, pero si es suficientemente nociva como para desbaratar nuestro sistema sanitario.

Un segundo componente de la responsabilidad social es la solidaridad intergeneracional, es decir, entre generaciones. Ya han comenzado a evidenciarse comportamientos altruistas por todo el mundo donde seres anónimos velan por su comunidad, en especial por personas mayores con dificultades para movilizarse y sin redes que pudieran ayudarles. Realizar la compra para esa señora mayor que vive cerca de ti o dejar de realizar compras innecesarias en el supermercado, son pequeñas acciones que podemos hacer a favor de un bienestar comunitario. Aprovechemos esta oportunidad y sigamos fortaleciendo lo colectivo (como lo hemos venido haciendo hace 5 meses de estallido social) que va en contra de la individualidad tan característica de esta sociedad neoliberal. Más empatía y compromiso social, menos individualismo.

Está en nuestras manos tener un comportamiento responsable. ¿De verdad esa fiesta es tan importante? Tenemos que entender que este “sacrificio” tendrá un beneficio directo en nuestra comunidad, disminuyendo la generación de daños en aquella población en mayor riesgo. En tiempo de pandemia, la salud de otras personas depende de ti también. Quedarte en casa previene el contagio a esa mujer mayor de la panadería donde compras todos los días el pan, o a la madre de avanzada edad de tu amiga. Cambiemos la lógica egoísta del “yo no me contagio” al “podría contagiar al resto”. Así y solo así podremos hacer frente a esta emergencia sanitaria a la cual estamos enfrentados.

Agnieszka Bozanic Leal