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Opinión

Aprender en Cuarentena: un ejercicio cotidiano

Por: Rosario Olivares | Publicado: 23.03.2020
El objetivo de esta columna es proponer algunas ideas que nos mantengan más tranquilos y tranquilas en este nuevo escenario que enfrentamos con todas las precariedades que tenemos en un sistema económico como el chileno, que no nos deja tiempo para compartir la cotidianidad, experiencia que en si misma ya educa.

Sin duda, pensar en clases virtuales en época de cuarentena cuando escuelas y colegios están cerrados no es un tema sencillo. Sin ir más lejos, no todes tiene acceso a computadores, buena conexión a internet o alfabetización digital suficiente para acceder a las plataformas virtuales, en el caso de adultos y adultas educando a las y los más pequeños. Pero también ha sido complejo porque no para todas las familias es fácil organizarse con los cuidados de niñas, niños y adolescentes ahora que también están en casa durante la jornada laboral, los que principalmente son encargados a las mujeres, del mismo modo que pasa en el sistema educativo.

En este contexto, es imprescindible pensar la educación en tiempos de crisis sanitaria, para lo cual es fundamental recordar que la educación no es un ejercicio excluyente de las instituciones educativas. Es la sociedad toda la que educa, para bien o para mal, y eso también ocurre en cada uno de nuestros hogares. Para entender lo anterior, es necesario también recordar que “lo educativo” no solo está compuesto por los contenidos que aparecen en un programa de estudio, sino que también educan las experiencias, las preguntas, las conversaciones, los modos de relacionarnos, los medios de comunicación, entre otras formas de socialización. Las y los docentes somos profesionales de este quehacer, poseemos conocimientos específicos en estos temas, pero somos solo un engranaje de un proceso que es mucho más amplio.

Por lo anterior, esto no debiese significar que padres y madres carguen con la “presión” de “reemplazar” la educación escolar mientras hijos e hijas se encuentran en casa, por sobre sus ya existentes trabajos remunerados y de cuidado. Se entiende que llevar todas estas tareas es titánico, por eso, el objetivo de esta columna es proponer algunas ideas que nos mantengan más tranquilos y tranquilas en este nuevo escenario que enfrentamos con todas las precariedades que tenemos en un sistema económico como el chileno, que no nos deja tiempo para compartir la cotidianidad, experiencia que en si misma ya educa.

Teniendo estas consideraciones a la vista, de igual manera es posible ofrecerles a niños y niñas actividades educativas en la casa, sin intentar ser docente, pero tampoco rindiéndose a que el tiempo se convierta en una especie de nuevas vacaciones. Si tenemos la posibilidad de organizar la educación en nuestros hogares -sabemos que lamentablemente no todes la tienen-, y compartir los roles de cuidados, sería bueno establecer ciertas rutinas que apoyen ordenar el día para cumplir todos los trabajos y ofrecer aprendizajes. Tareas como leer, escribir lo que hemos entendido, ejercitar matemáticamente, experimentar con la germinación de un poroto en un recipiente con algodón y un poco de agua, comentar una película, pintar, cocinar, actuar, contar la historia de tu familia, desmentir noticias falsas, cuidar el jardín, regar las plantas, reciclar, jugar o compartir roles y tareas, son las mismas tareas que hacemos en la escuela, y también se hacen en la casa.

Por último, algo que no podemos olvidar es conversar, que niñas, niños y jóvenes sepan de qué se trata el proceso que estamos viviendo, con tranquilidad, preguntándoles como se sienten, o respondiendo a sus preguntas incómodas; ¿por qué no podemos salir?, ¿por qué no te quedas en casa?, ¿por qué la gente está muriendo? , ¿qué va a pasar con el futuro?, son preguntas que sin dudas también nos remueven a las y los adultos, porque las educación debe ser un ejercicio recíproco, que construya lazos, comunidad, que nos permita conocernos, hacernos cocientes, democratizar nuestras vidas, y formarnos una perspectiva critica para construir con más esperanza y fuerza una nueva sociedad.

Rosario Olivares