Publicidad

Carta abierta al innombrable Presidente de Chile

Publicado: 27.03.2020
Publicidad

He pensado escribirle desde hace un tiempo, dado el despertar que ha tenido nuestro pueblo (mío, la verdad, porque para usted a todas luces es sólo una pieza gruesa del mercado). Se hace imperante ahora comunicar algo importante acerca de la pandemia del Covid-19, pero no será a usted, dado su actuar absolutamente alejado del cuidado de mi pueblo.

Entonces,

Carta abierta al Pueblo de Chile:

Es primera vez que enfrentamos como Humanidad una pandemia. La Organización Mundial de la Salud y los profesionales de la salud de todo el planeta han pedido que nos quedemos en casa para no expandir más el virus. Son ellos los que –sin duda– pueden ver in situ cómo reaccionan sus pacientes, cuál es la prospectiva y cuáles son las condiciones para enfrentar lo que se viene.

Han sido claros en señalar que este virus nos hará un daño importante.

No seré yo quien reitere todas las recomendaciones mayores que se han señalado y que –lamentablemente– muchos siguen prefiriendo ignorar. Sí quiero indicar que es imperdonable que no se haya decretado una Cuarentena Total. Más aún, sabiendo que terminaremos en ello. El desprecio al pueblo, atiborrando a los trabajadores en la locomoción colectiva, no congelando el pago de cuentas de servicios básicos, insistir en el incesante pago del CAE, dan cuenta de que el mercado se impone a la salud de la mayoría.

La precariedad de insumos en la que atienden nuestros profesionales de la salud a nuestro pueblo, la insistencia del empresariado de continuar haciendo que la clase trabajadora se vea obligada a salir de sus hogares, la falta de cuidado del gobierno para proteger a los trabajadores independientes y más vulnerables, el cobro de los exámenes para detectar el virus, la falta de empatía con quienes deberían cuidar de sus enfermos, las filas a las que son sometidos los adultos mayores para cobrar sus pensiones, las que deben hacer los trabajadores para cobrar sus seguros de cesantía, el pago descriteriado de un lugar en vez de la compra inminente de insumos, ventiladores mecánicos y camas para cuidados intensivos, un ministro de salud que habla de que un virus asesino se transforme en «buena persona», una ministra de cultura que entrega 15 mil millones extras que la cultura merece desde siempre, pero que abiertamente son un despropósito en este momento en que debemos enfocarnos en la pandemia, los militares en las calles para un toque de queda abiertamente inútil, con mascarillas extraordinarias, como la policía armada de manera millonaria para reprimir al pueblo versus la pobreza con que equipan a los trabajadores de la salud, el aprovechamiento de esta crisis humanitaria para boicotear el proceso constituyente, las canastas indignas de la JUNAEB, la negativa de entregar los fondos de pensión a sus legítimos propietarios…

¿Por qué esta carta parece una lista de supermercado? Porque lo responsable aquí es mostrar el horror ante la urgencia. En fin, todos los hechos señalados –y probablemente más– son los que dan cuenta de cómo se articula este modelo económico (este modo neoesclavista de vivir que nos han impuesto) desde el poder, y el total desprecio de facto por la mayoría. De ahí la consciencia de la necesidad de Dignidad y Justicia, que instauramos el 18 de octubre. De ahí también que ahora digamos, con todas sus palabras, que «Nos están matando», dadas las decisiones tomadas. Dada la manera de ver la vida de quienes detentan el poder político y económico.

Debemos hacer presión como país para revertir la abierta ineptitud de este Presidente y su gobierno nefasto, e instaurar la Cuarentena Total ahora, para terminar con esto lo antes posible, y no al revés: No debemos esperar que tengamos que ver nuestro sistema sanitario en un colapso profundo, ni ver a tantos de los nuestros muertos o sufriendo por culpa de la equívoca visión de unos pocos que responden a intereses distintos al bienestar de la mayoría.

Mi amor con nuestro pueblo, siempre.

Publicidad
Contenido relacionado

Que los movimientos sociales asuman la conducción de los cambios

El narcisismo de la época y un debate necesario

Publicidad