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Temuco, COVID-19 y los invisibles del alcalde Becker

Por: Loreto Vilches | Publicado: 09.04.2020
Temuco, COVID-19 y los invisibles del alcalde Becker | Foto: Agencia Uno
En enero de 2020, las prácticas negacionistas del alcalde lo hicieron no comprender que miles de personas -en la desesperación de no poder acceder a una vivienda digna, ni mucho menos costear los elevados valores de los arriendos- se tomaran diversos sectores de la ciudad. Su gestión al respecto se limitó a la represión policial, al hostigamiento constante de parte de sus funcionarios, pero nunca a una respuesta.

El pasado domingo tuvimos la fortuna de ver finalmente al alcalde de Temuco, Miguel Becker, por televisión abierta y en horario prime en el programa Estado Nacional. Las declaraciones, falaces, por lo demás, dieron a entender a todo Chile que las cosas en la zona, pese a lo golpeada, se están haciendo bien.

La realidad de miles de personas en la comuna no tiene nada que ver con el cuasi oasis que nos quieren hacer creer. La verdad de la situación, es que, aunque nuestra región no ha sido golpeada por la crisis hídrica como en otras regiones, unas 750 familias pertenecientes a la Coordinadora de Asentamiento, tomas y campamentos se encuentran sin agua ni alimentación.

En enero de 2020, las prácticas negacionistas del alcalde lo hicieron no comprender que miles de personas -en la desesperación de no poder acceder a una vivienda digna, ni mucho menos costear los elevados valores de los arriendos- se tomaran diversos sectores de la ciudad. Su gestión al respecto se limitó a la represión policial, al hostigamiento constante de parte de sus funcionarios, pero nunca a una respuesta. No recibió nunca a nadie que solicitara audiencia y que viniese de parte de un campamento.

El negacionismo lo llevó a externalizar la idea de que los campamentos en Temuco se encontraban erradicados desde 2014 y que, por tanto, las más de mil personas que había al comienzo de las tomas no existían.

Desde ese momento, cuando se materializa el abandono de los invisibles, todas las autoridades se alinearon en un mismo discurso, se buscó únicamente persuadir a los pobladores y pobladoras de abandonar los terrenos para recién iniciar un diálogo. Ningún terreno pensaba ser cedido de forma temporal ni permanente. El mes de febrero, altamente represivo, se caracterizó por el uso de toda la fuerza policial para lograr sacar a los pobladores y pobladoras de allí. Carros lanza agua, y lanza gases fueron parte de la rutina en cada uno de los campamentos de la comuna, algunos ante el miedo se desintegraron y se unieron a los más numerosos.

A comienzos de marzo, los invisibles seguían ahí, pese a ser omitidos de toda prioridad e informe social. Sin agua ni alimentación, escuchaban por la radio que había llegado el primer caso de COVID-19 a Chile. Una semana después en todos los medios hablaban de la importancia del lavado de manos como medida preventiva de higiene. Los invisibles seguían aún sin agua ni para el consumo. Los invisibles seguían esperando una mano de quien –con nula inteligencia emocional- jamás dio la cara. El municipio decidió no hacerse cargo de una problemática social tan transversal como es el camino a la vivienda digna. Les siguió negando la existencia y los derechos básicos en plena pandemia.

Temuco es la ciudad con más contagiados y contagiadas, aportando un 33% de las muertes por COVID-19 a nivel nacional. En el programa, Becker deliberadamente mintió diciendo que sólo este mes se habían entregado más de mil cajas de alimentación y también se estaban subsidiando los arriendos de los más necesitados. No contó que ninguna de las 750 familias que se encuentran viviendo en tomas de terreno pueden acceder a dicho beneficio, dado que se encuentran bloqueadas las donaciones a campamentos porque “no existen”. Pese a la afirmativa de Aguas Araucanía para entregar agua, esto no pudo ser llevado a cabo porque el municipio no accedió a colaborar.

Pero no son invisibles, son niños y niñas desde los cinco meses hacia adelante, son inmigrantes, adultos mayores, vendedores y vendedoras ambulantes, feriantes, trabajadores y trabajadoras dependientes e independientes, y un gran número de personas sin empleo formal e informal. No son invisibles, eugenesia es hacernos creer que sí.

Loreto Vilches