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Opinión

Las vacaciones que nadie pidió

Por: Consuelo Contreras | Publicado: 10.04.2020
Las vacaciones que nadie pidió | Foto: Agencia Uno
Llama la atención que el esfuerzo de la autoridad se centre en “que no se pierda el año escolar”, como si seguir con el currículo fuera un fin en sí mismo. Lo cierto es que la Convención de los Derechos del Niño establece que la educación debe estar encaminada a desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades; ¿cómo se incorpora aquello en el actual escenario? Así, no se entiende que llegue un periodo de “vacaciones” que nadie pidió y que no tiene al centro de su preocupación el bienestar integral de niños y niñas.

Nadie se imaginó que dos semanas después de iniciadas las clases los niños y niñas estarían de regreso en casa. Desde entonces todo ha sido un enorme desafío para las familias, que en poco tiempo y con escasas herramientas han tenido que aprender a navegar en plataformas virtuales dispuestas por el Mineduc y los establecimientos para seguir con el año escolar, como si todo fuera parecido a la normalidad.

Llama la atención que el esfuerzo de la autoridad se centre en “que no se pierda el año escolar”, como si seguir con el currículo fuera un fin en sí mismo. Lo cierto es que la Convención de los Derechos del Niño establece que la educación debe estar encaminada a desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades; ¿cómo se incorpora aquello en el actual escenario? Así, no se entiende que llegue un periodo de “vacaciones” que nadie pidió y que no tiene al centro de su preocupación el bienestar integral de niños y niñas.

Lo que niños, niñas y adolescentes están viviendo es de extrema complejidad: miedo a enfermarse y ansiedad frente a un escenario incierto. A esto se suman una serie de exigencias educativas que muchos no pueden cumplir por no contar con condiciones mínimas para ello. La dificultad es aun mayor para los niños y niñas en el sistema residencial de protección y los adolescentes privados de libertad, quienes también son titulares del derecho a la educación.

Resulta indispensable que la autoridad sitúe a niños y niñas al centro de la preocupación estatal, lo que requiere no escindir el bienestar integral del propósito de la educación, que no puede limitarse al cumplimiento de un calendario, sino que debe atender sus verdaderas necesidades e inquietudes en un momento de absoluta anormalidad.

Consuelo Contreras