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Los Cuicos

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 11.04.2020
Los Cuicos |
Se trata de la clase social que ronca, ese 1% que, según la información tributaria, concentra el 22,6% de los ingresos y la riqueza de Chile (Cepal, 2019). Por lo mismo, es que los cuidados de esa población, a la hora de tratar un caso de infección, serán muy superiores, en comparación a lo que pueda adoptar un vecino de Puente Alto, Valparaíso o Padre de las Casas. He ahí el problema y la rabia, pues en los últimos reportes de contaminados con Covid, vemos como los habitantes de comunas ubicadas al sur y norte de la capital, comienzan a subir en el fatal gráfico.

Cuico, pije , cheto, gomelo, fresa, pituco. El diccionario latinoamericano es generoso a la hora de caricaturizar a las personas de alto ingreso económico y que intentan mostrar su poder monetario a través de artefactos materiales, como autos, ropa, lujos  y segundas viviendas fuera de la ciudad.

También a estos sujetos se les suele asociar con personalidades engreídas, despectivas y muy discriminatorias. Si bien la mayoría de estas adineradas personas suele adscribir a tendencias políticas de derecha, tanto la herencia (que a veces otorga a los hijos o nietos díscolos) y en menor medida, el capitalismo tardo moderno (con su becerro sagrado de la meritocracia), han permitido que emprendedores, políticos, artistas e intelectuales de izquierda, también habiten la “zona cuica”.    

Pero seamos honestos, la mayoría de los cuicos son de una misma cepa.

En su investigación “ Making Top Managers:  The Role of Elite Universities an Elite Peers”, el economista de Yale, Seth Zimmerman, devela que el 50% de los cargos más altos de las empresas chilenas, lo ocupan ex alumnos de solo nueve colegios de elite. Asimismo, el estudio “Movilidad intergeneracional del ingreso en Chile”, de Cristina Risco y Javier Núñez, afirma que el hijo del rico chileno tiene una probabilidad del 56% de seguir perteneciendo al 10% de mayor ingreso.

Y fue justamente en uno de esos 9 colegios de elite que el Covid-19 comenzó su amplificación, como si al virus oriundo de Wuhan, le hubiesen dateado que, desde esos espacios de poder, cargados de hedonismo, millas de vuelo y reuniones sociales, se podía acceder más rápido a todos los rincones y dimensiones del jaguar sudaca.

Fue así como en Chile el bicho comenzó a darse un festín en el denominado barrio alto, un reducto que acostumbra a moverse entre deseo y deseo, con agendas saturadas de casamientos, bautizos, reuniones, fiestas y variadas convenciones sociales. Entonces los primeros reportes estadísticos del gobierno daban cuenta de la concentración del Covid en comunas como Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea.

Sin embargo, hubo que esperar más de un mes, desde que el bicho recalara en el Saint George, para que estas comunas se pusieran en cuarentena obligatoria y dejaran de infectar al resto del país.

Nunca olvidaremos episodios como el de aquel veinteañero zorrón que, contaminado con Covid y en plena conciencia de su estado, abordó un avión para trasladarse a un matrimonio en Temuco. Semanas después, la región de La Araucanía pasaría a marcar ( hasta hoy) uno de los más altos porcentajes de infectados en Chile.

Tampoco olvidaremos que el Congreso tuvo que ingresar un proyecto de ley para que las trabajadoras de casas particulares suspendan sus labores ante emergencias sanitarias. Por supuesto que este proyecto fue motivado por la gran cantidad de denuncias de trabajadoras, quienes habían recibido la instrucción de ejercer puertas adentro ante la cuarentena del barrio alto.

Y como si lo anterior no fuera suficiente para agudizar el odio de clases, este fin de semana santo, muchas comunas del litoral central y del sur del país, donde residen las segundas viviendas del barrio alto capitalino, comenzaban a recibir a sus dueños, quienes llegaban de madrugada o a altas horas de la noche, burlando o evadiendo controles policiales, militares y sanitarios.

Pongámosle una guinda a la torta: hasta las 18:00 horas del jueves 9 de abril, la Dirección General de Aeronáutica Civil dio cuenta de tres helicópteros que salieron de Vitacura a Zapallar.

Se trata de la clase social que ronca, ese 1% que, según la información tributaria, concentra el 22,6% de los ingresos y la riqueza de Chile (Cepal, 2019). Por lo mismo, es que los cuidados de esa población, a la hora de tratar un caso de infección, serán muy superiores, en comparación a lo que pueda adoptar un vecino de Puente Alto, Valparaíso o Padre de las Casas.

He ahí el problema y la rabia, pues en los últimos reportes de contaminados con Covid, vemos como los habitantes de comunas ubicadas al sur y norte de la capital, comienzan a subir en el fatal gráfico.  

En tiempos de cuaresma ( y cuarentena), reflexión bíblica y sacrificial, se nos viene a la mente el llamado  efecto Mateo “ Porque a cualquiera que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado” ( Mateo 13:12).

Cristián Zúñiga