Publicidad

El Mercurio miente

Publicado: 03.06.2020

Publicidad

La mentira tiene las patas cortas, decía mi abuelita, y por eso -añadía- es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón.

Muchas personas, confiando en la honestidad de las cifras duras, han seguido a diario los gráficos que actualiza El Mercurio todos los días en su sitio web EMOL, el que hasta hoy sigue mostrando a Chile con optimistas resultados en el tratamiento de la Pandemia del coronavirus, pues siempre estamos por debajo de Estados Unidos, España, Italia, China, Brasil y Perú, que son los países que aparecen por defecto en los gráficos de EMOL. Los datos utilizados para los gráficos son de la OMS, y cómo entonces no confiar en ellos.

Compararse con los países más afectados, en la escala logarítmica que ofrece por defecto El Mercurio, tiene el beneficio de colocarnos con excelentes resultados, los que mejoran aún más si la comparación se hace con la escala lineal, pues Chile apenas se separa de la base, mientras los otros países aparecen disparados en contagios, que es la información que se entrega.

Pero para realizar una verdadera comparación con otros países e independientemente de la “escala lineal o logarítmica” que aparenta ser una metodología muy sofisticada (que no es ni metodología ni sofisticada), se debe hacer mediante porcentajes, pues no tiene ningún sentido mostrar un gráfico donde aparecemos mejor que Perú, porque tenemos la mitad de sus casos, en circunstancias que el vecino país tiene casi el doble de nuestra población, y qué decir de Brasil, que llega a los 200 millones de habitantes, o Italia, con 60 millones.

Al día 73 desde el primer contagio en los respectivos países, según los datos del mismo EMOL, y calculando los porcentajes en relación a su población, los casos confirmados de COVID-19 en Chile correspondían a 0,48%. Perú tuvo 0,49%, Italia 0,35% y Brasil 0,18%. Como vemos, al realizar la comparación porcentual no es cierto que Chile tenga una menor tasa de contagios; por el contrario.

Lo que hace El Mercurio es utilizar una vieja artimaña para ocultar la verdad, que es una de las tantas maneras de mentir, tergiversar, y los más peligroso: desinformar. En los tiempos que vivimos no hay espacio para campañas comunicacionales exitistas, pues lo que se requiere es informar con particular rigurosidad lo que está ocurriendo, pues sólo de esa manera será posible que las personas adopten las necesarias medidas de cuidado.

Publicidad
Contenido relacionado

Que los movimientos sociales asuman la conducción de los cambios

El narcisismo de la época y un debate necesario

Publicidad