Se van, parten en busca del aire, pasan nubes, pasa el otoño raudo entre el dorado de las hojas que caen. Anoche fue una lluvia pobre, como nuestro país de mentira… 1 cada 19 minutos abren las alas.
No sabemos si fue en alguna ambulancia que tocaba la sirena en medio de la noche o en una cama de algún triste pasillo con otros, otras, que se resistían a partir… 1 cada 19 minutos, atiborrados, en medio de las toses colectivas, del ahogo que ya es de todos, de todas.
Nos quedamos sin sus vidas, sin las palabras y los sueños… en extrañas circunstancias, en la precariedad y el asombro de esta pandemia.
Quedamos con el recuerdo de días y conversas, de alguna manzana compartida.
No podemos despedirlos en largas filas camino al cementerio, en el que hablamos de él o ella. Hasta nos reímos un poco, con alguna de sus anécdotas. Es parte del rito del adiós. Nos quedamos con las ganas de abrazos que no fueron… 1 cada 19 minutos.
Cómo duele esta manera de morir y partir buscando el aire que escasea, que de pronto desaparece porque todo se seca. Entonces me suelto el pelo en la noche fría, convoco a pájaros de ésta y de otras tierras, canto con la suavidad de la certeza del calor que vendrá y de los abrazos que cultivamos cada día de retiro para cuando todo se haya transformado.
Los y las despido… 1 cada 19 minutos… Les digo que somos uno y que también morimos con ustedes y ustedes viven con nosotros y nosotras. Les prometemos que la vida será de otra laya, que la empezamos a crear ahora, prometo, ahora, ahora, adentro y afuera.
Buen viaje, que las diosas y los dioses de todas las culturas los y las acompañen y que los ángeles canten y espanten el frío del alma.