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Opinión

La ciudad de los 15 minutos

Por: Francisca Galaz | Publicado: 04.07.2020
La ciudad de los 15 minutos |
La ciudad debe ser una suma de barrios autosuficientes, en los que todos los servicios básicos y esenciales se encuentren a máximo 15 minutos en bicicleta o a pie. La recién electa alcaldesa de París, Anne Hidalgo, tiene como una de sus propuestas principales adaptar la ciudad conforme a esta idea.

Hoy hablamos de los barrios como algo positivo, también pintoresco, pero como algo que quedó en el pasado. Se habla de los almacenes de barrio, de la necesidad de la compra local y sobre el apoyo a los emprendimientos vecinales. Sin embargo, esto queda desplazado hacia ciertos barrios como serían el Barrio Italia o el Barrio Yungay en la ciudad de Santiago.

Lo cierto es que nosotros somos los que nos quedamos en el pasado, ya que en las ciudades que quieren avanzar hacia un diseño urbano más sustentable, se proyecta que el futuro de las ciudades va hacia el barrio. Es así como nace la idea de La ciudad de los 15 minutos, la cual plantea que la ciudad debe ser una suma de barrios autosuficientes en los que todos los servicios básicos y esenciales se encuentren a máximo 15 minutos en bicicleta o a pie. La recién electa alcaldesa de París, Anne Hidalgo, tiene como una de sus propuestas principales adaptar la ciudad conforme a esta idea.

El urbanista Carlos Moreno es quien formuló esta propuesta bajo la premisa de que desperdiciamos media vida entre atascos en el transporte, lo que nos agota física y mentalmente. Otro aspecto que Moreno consideró es que el medioambiente también se vería beneficiado debido al gran impacto que supone el modelo de transporte actual que predomina en las ciudades. Esto también disminuiría focos de contaminación al descentralizar las ciudades, focos que se concentran en los centros de las ciudades debido a la gran presión demográfica que estas presentan.

No se trata de no poder movilizarse más allá de nuestro propio barrio, sino de que todo lo esencial para la subsistencia se pueda encontrar cerca (colegios, abastecimiento de comida, trabajo, salud, etcétera) y que sólo tengamos que movilizarnos por cosas que deseamos hacer por placer o entretención, no por obligación; por ejemplo, para ir al cine, museos o a eventos deportivos. Esto sirve además para descongestionar el transporte público, el que, no hay que olvidar, hay que potenciarlo, mejorarlo para que cuando se tenga que salir del barrio se haga mediante éste y no en vehículos particulares.

Recorrer distancias más cortas mejoraría enormemente nuestro bienestar. Nos da más tiempo para pasar con nuestros seres queridos, para hacer las cosas que nos gustan, para ejercitarnos, descansar, entre muchas otras. Además del tiempo ganado, disminuiríamos el estrés de la movilización y el desgaste físico que esto supone. Desmovilizarnos espacialmente ayuda a fortalecer las redes vecinales y el sentido de pertenencia que tenemos con nuestros barrios. Cuando esto pasa se logran generar espacios comunes que los mismos vecinos son quienes cuidan y mantienen. Esto ayudaría enormemente a recuperar los pequeños emprendimientos y negocios locales que se vieron tan perjudicados con la crisis del coronavirus.

Este concepto desafía algunas desigualdades económicas y de género.

En la ciudad, como hoy la conocemos y vivimos, los pobres trabajan donde pueden hacerlo, independiente de que tengan que atravesar toda la urbe o región para hacerlo, mientras que los más adinerados trabajan donde quieren, donde les acomoda. Por otra parte, las mujeres suelen elegir trabajos más cercanos a sus hogares porque sus roles se encuentran más ligados a la crianza de los hijos en comparación a los hombres. El concepto de esta nueva ciudad dejaría a mujeres y hombres más cercanos a la crianza, más cerca de sus hogares y con la misma oportunidad de hacerse cargo de aspectos de la crianza como, por ejemplo, el transporte hacia y desde los colegios.

El creador de este proyecto plantea que la idea de segmentar no se trata de crear guetos, ni de dividir los barrios por su clase social, sino que se deben reequilibrar los barrios, inyectando recursos en las zonas más empobrecidas y construyendo viviendas sociales en los sectores más adinerados. Un claro ejemplo de lo mal que es el sistema urbano actual chileno se ve con el caso de las empleadas domésticas que muchas veces deben atravesar todo Santiago para llegar a las casas donde trabajan, sacrificando su tiempo y su vida familiar, privándose de estar cerca de sus hijos y de su hogar ante cualquier emergencia.

Hoy nos vemos enfrentados a una terrible pandemia mundial, que es una de las amenazas que se esperaban por cómo nos estamos relacionando con el medioambiente y por cómo estamos usando nuestros recursos naturales. Ya estamos viviendo las consecuencias del cambio climático y se avecinan situaciones y condiciones mucho más graves si no hacemos algo al respecto.

Tenemos la necesidad inminente de cambiar nuestro estilo de vida, nuestros hábitos de consumo, nuestra manera de movernos y nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza antes de que sea demasiado tarde. Esta propuesta de vida urbana, que rompe con nuestro actual urbanismo segmentado tanto espacial como socialmente, aboga por reconstruir el sentido de pertenencia por los lugares que habitamos. Y por conocer y relacionarnos con las personas que nos rodean, rompiendo ese anonimato en el que vivimos, que va de la mano con un inmenso sentimiento de soledad.

No estamos solos. Todos nuestros actos están relacionados de una u otra manera. Todos habitamos esta tierra, todos somos parte de la crisis climática actual, pero solamente juntos podemos dar alguna posibilidad de solución.

Francisca Galaz