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Opinión

¡Que vivan las ovejas negras!

Por: Carolina Rojas Flores | Publicado: 16.07.2020
La caricatura sobre el «desconfinamiento de Aysén» deriva de la centralista y miope mirada de un territorio que se supone tiene habitantes a los que se les puede manejar como a las ovejas que requieren que alguien les diga cómo y qué hacer porque no sabrían cuidarse a sí mismas, entre otras consecuencias.

No leo El Mercurio. No obstante, y gracias a un querido e indignado amigo, vi la caricatura que publicaron el 12 de julio pasado acerca del desconfinamiento en la Región de Aysén y me pareció interesante que se destacara el desconfinamiento de una región ya confinada por un Estado centralista que no ve más allá de sus límites metropolitanos. La ilustración titulada “Desconfinamiento de Aysén” aludía a un puestero que dejaba salir a un tropel de ovejas del encierro.

Conozco bien esta región. Viví ahí por casi veinte años, en ese lugar nacieron dos de mis tres hijos y en Coyhaique empecé mi vida profesional. Hice clases en liceos, colegios y universidad de la capital regional. Tuve el privilegio de ser parte de instituciones públicas de relevancia para la región y la oportunidad de conocerla en profundidad con los ojos de quien trabajaba in situ para el desarrollo regional. Esta experiencia me permite decir que no me sorprende ni me mueve a risa la caricatura que publican y que su ironía no me parece reveladora del nivel de humor de alguien, sino que refleja el imaginario centralista e ignorante del territorio chileno que un medio centralista como El Mercurio representa.

Efectivamente, en esta región hay muchas ovejas, pero también hay tanta agua dulce (tan preciada en estos tiempos) que constituye una importante reserva mundial. Hay tanto territorio, tan vasto y diverso, que la gente que ahí vive lo hace en condiciones privilegiadas. Todavía hay pureza en cuanto a las formas de vida y pareciera ser que en éstas el mercado no ha impactado de manera visible aún: sus ciudades carecen de centros y cadenas de cines comerciales, lo que hace poco provocó debate y burla en redes sociales cuando la autoridad llamó a abrir estos espacios para iniciar el desconfinamiento en Aysén. Es una polémica que no sorprende cuando se sabe que quienes ven el territorio desde el centro sólo pueden medir el desarrollo desde una mirada comercial… ¡cuánta ignorancia! Afortunadamente, en esta región se escucha de preferencia radio para informarse y los diarios en papel llegan después del mediodía a los quioscos.

Pese a ello, debo reconocer que el mercado sí ha impactado a Aysén y esta caricatura lo refleja bien, porque quienes habitan este “remoto” lugar del país son guiados como ovejas, por la política pública, a mediciones para la inversión que privilegian el impacto en relación a la cantidad de habitantes para hacer rentable el “gasto” estatal. Esto deriva en ser vista como una región “cara” para un Estado que no ve la importancia de invertir en personas por sobre el gasto público centrado en los números y en cifras económicas de un supuesto desarrollo centralista. También deriva en un territorio contaminado en exceso por el uso de la leña. Deriva en un lugar que, en tiempos de pandemia, debe tratar de entender cómo es esto de mirar el avance del virus desde el número de contagiados por cada cien mil habitantes (Aysén tiene poco más de esa cantidad de personas habitando sus límites regionales). En definitiva, deriva en un territorio que se supone tiene habitantes a los que se les puede manejar como a las ovejas y que requieren que alguien les diga cómo y qué hacer porque no sabrían cuidarse a sí mismas, entre otras consecuencias.

El dibujo de la región que hace El Mercurio podría parecerme gracioso, pero no por la imagen de Aysén que dibuja, sino por lo que este medio representa. Me río de la burda forma de preservar un colonialismo mediático centralista y tan “falto de mundo” (como ellos dirían en sus páginas sociales) que lo único que pretende generar es el desprecio por la diversidad de este país y alimentar el uso instrumental-político de una región para instalar la posibilidad de abrir la vida económica en tiempos de humana prioridad.

¡Que vivan las ovejas, pero las negras, esas que habiendo sido invisibles por tanto tiempo hoy salen a defender su propia historia!

Carolina Rojas Flores