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El 11 y las Siete Canchas

Por: Luis Jaqui Fernández | Publicado: 10.09.2020
El 11 y las Siete Canchas Siete Canchas hoy. Huechuraba |
Después del 11 de septiembre de 1973, nuestras Siete Canchas fueron un mudo testigo de las detenciones y violación de derechos humanos de muchos vecinos, incluso alguno que otro amigo o familiar directo. Los soldados jugaban ese partido de la misma forma en todas las poblaciones de Chile. Atacaban, sacando a la gente de sus casas al amanecer y luego se los llevaban a las canchas para interrogatorios cuyo único objetivo era delatar a los partidarios del derrocado gobierno de la Unidad Popular.

Es probable que cualquier persona que viva desde el río Mapocho hacia el norte haya oído hablar de las famosas Siete Canchas alguna vez en su vida. En lo que hoy es Huechuraba, y que antes fue Conchalí, y mucho antes de eso fue una que otra plantación de parrones de uvas y peladeros que marcaban el fin de la capital.

Estadio Raúl Inostroza es el actual nombre oficial del recinto deportivo más grande que tiene nuestra comuna y que, afortunadamente, en los últimos años ha mejorado bastante sus instalaciones. Lo mejor es que ningun niño o niña tendrá que tragar tanta tierra como la que masticamos aquellos que partimos jugando en la serie infantil y nos retiramos antes de ser demasiado –viejo– crack. Cuando pasó eso me hice árbitro, porque para quien es futbolero el amor por el juego y la amistad puede llevarte a tomar decisiones extrañas.

La vida a veces te pone en lugares difíciles. Si tuvieras que elegir un sólo delantero para reforzar tu equipo amateur de amigos en el Campeonato de Campeones de la ANFA, y pudieras elegir a Ronaldo (el real), Eric Cantona, Sócrates, Pelelo, Chicote o el Rasta Osorio, ¿con quién te quedarías?

¿Tú querrías ser árbitro? Yo creo que no. Menos sabiendo que es una actividad ingrata donde tu parentela, partiendo por la propia madre, andaba pa´arriba y pa´abajo de boca en boca cuando el cobro no era del gusto de la barra y también de los propios jugadores. Cada fin de semana yo vestía de riguroso negro para ser parte de la fiesta del fútbol, con tarjetas y pitazos, y para cuidar a los cabros talentosos de uno que otro despistado sin conocimiento del fair play.

Ser árbitro ha sido una experiencia que me ha permitido compartir con distintas generaciones que se han ligado al fútbol y el deporte en lo que hoy es Huechuraba, Conchalí y Recoleta. En este trayecto referil alcancé a ser árbitro central en la 3ª División Nacional.

Pero la mayor parte de mi carrera como árbitro la hice en las Siete Canchas, donde cada fin de semana se enfrentan equipos fuertes en lo futbolístico, barras y jugadores aguerridos. La verdad, un poco más que aguerridos: a veces demasiado aguerridos para un juego entre vecinos de toda la vida.

Las Siete Canchas fue un recinto reconocido en todo lo que hoy es la Región Metropolitana, territorio a veces un poco hostil para las visitas. Hubo un tiempo en que algunas visitas llegaron con bototos y fusiles y montaron un escenario cuya hostilidad se arrastraría por muchos años. Así como el Estadio Nacional fue un centro de detención y torturas, el Estadio Víctor Jara lleva ese nombre en honor al gran cantautor asesinado allí por los militares.

En los primeros días de la dictadura de Pinochet, nuestras Siete Canchas fueron un duro y mudo testigo de las detenciones y violación de derechos humanos de muchos vecinos y vecinas, incluso alguno que otro amigo o familiar directo. Los soldados jugaban ese partido de la misma forma en todas las poblaciones de Chile. Atacaban, pegados a la derecha, sacando a la gente de sus casas al amanecer y luego de eso los llevaban a las canchas para interrogatorios cuyo único objetivo era delatar a los partidarios del derrocado gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular… Eso sí: el pueblo puede resistir la presión, pero nunca, nunca, nunca, juega para atrás.

Luis Jaqui Fernández