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Opinión

La dictadura sanitaria

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 18.09.2020
La dictadura sanitaria Militares en tiempos de cuarentena |
“Vamos para los 9 meses de un Estado de Excepción que es prácticamente idéntico a un Estado de Sitio, sin pronunciamiento del Parlamento sobre la materia, con acuerdo ciudadano completo, con la posibilidad de que te pidan los documentos, te lleven preso, te pasen multas. Nosotros en Chile hoy día estamos viviendo una dictadura sanitaria”, dijo el ex ministro Mañalich. Hasta ahora no se ha escuchado a ningún actor político de la oposición salir en defensa de nuestras libertades personales, pues todos se han alineado, a fe ciega, con las medidas de control en curso.       

En lo que fue la primera aparición pública luego de su renuncia como ministro de Salud, el controversial médico Jaime Mañalich nos recordó esta semana algo que muchos han ido olvidando o, lo que es peor, han ido normalizando. “Vamos para los 9 meses de un Estado de Excepción que es prácticamente idéntico a un Estado de Sitio, sin pronunciamiento del Parlamento sobre la materia, con acuerdo ciudadano completo, con la posibilidad de que te pidan los documentos, te lleven preso, te pasen multas. Nosotros en Chile hoy día estamos viviendo una dictadura sanitaria”.

No cabe duda que las palabras del ex ministro resultan perturbadoras a oídos de sus críticos, pues provienen de alguien que, probablemente, en los próximos días pase a defender su gestión sanitaria en la Cámara de Diputados dada la acusación constitucional presentada en su contra por la oposición.

Es más, resulta curioso que un amigo y cercano al Presidente sea quien aparezca, a sólo tres meses de su salida del gabinete, criticando de manera aguda la estrategia de confinamiento y control ciudadano del Ejecutivo.

Las palabras de Mañalich también deben haber resultado perturbadoras para la audiencia que le sintonizaba en aquel taller de “coyuntura”, organizado por la Fundación Jaime Guzmán, espacio que eligiera el ex ministro para su reaparición ante la opinión pública. En dicho taller virtual, Mañalich sostuvo además que “en otros países las medidas restrictivas a propósito de la pandemia se están utilizando con fines políticos. (…) Venezuela, Cuba, China, Bielorrusia, Rusia son lugares donde las limitaciones de las libertades son tomadas por gobiernos para el control político. Les tengo pánico a estas medidas que son completamente raras. Una vez que las medidas se instalan es muy difícil quitarlas”. 

De seguro, en la Fundación Jaime Guzmán no deben estar incómodos con el extenso Estado de Excepción decretado por Piñera. Menos aún, a semanas de un plebiscito donde se juega la obra gruesa de la derecha pinochetista. Es probable que para esa audiencia el control sanitario como estrategia de control político sea visto como necesario.

Por lo mismo es que las palabras de Mañalich deben haber sido entendidas por quienes asistieron al taller, no como una crítica, sino como un soterrado espaldarazo a la estrategia emprendida por gran parte de la derecha: amplificar el clima de miedo, endurecer los controles sanitarios y extender los confinamientos ciudadanos. Es indudable que lo anterior juega a favor de la opción Rechazo a una nueva Constitución.

Pero lo afirmado por el siempre polémico nefrólogo es también un llamado de atención para el mundo del progresismo, liberales y las izquierdas democráticas, pues nos recuerda que cumpliremos 9 meses bajo el control total de las fuerzas de orden. Es decir, cuando nos sentíamos habitando un país regido por los valores de la híper modernidad (ideales liberales), llega una peste y de inmediato retrocedemos a los días de dictadura.

En lo que va de crisis sanitaria, la mayoría de los parlamentarios se han dado de codazos para solicitar confinamientos, acusaciones constitucionales y el superventas retiro del 10%. Ahora les viene el tiempo de la política de sobrevivencia: ese momento en que todas sus acciones deben ir pensadas en reelecciones y cálculos electorales.

Sin embargo, hasta ahora no se ha escuchado a ningún actor político de la oposición salir en defensa de nuestras libertades personales, pues todos se han alineado, a fe ciega, con las medidas de control en curso.       

Es entendible y prudente limitar la libertad de movimiento para no expandir el contagio de una de las pandemias más feroces de la modernidad. Pero las prolongadas y excesivas medidas de restricción y preferencia (“fondéate en tu casa”) adoptadas por el gobierno, so pretexto de la enfermedad, constituyen un atentando a nuestra cultura globalizada y que, arraigada en una democracia liberal, prometía defender nuestras autonomías personales por sobre cualquier contingencia. 

De manera hábil, el ex ministro Mañalich ha dejado la pelota en territorio de la oposición y abre un flanco que, hasta ahora, nadie había querido abordar políticamente.

Lo más probable es que, en la bullada acusación constitucional, la defensa del ex Panzer de Piñera ponga en cuestión la eficacia del Estado de Excepción y las prolongadas cuarentenas, no sólo como medidas sanitarias, sino que como atentados a nuestra democracia.

Entonces, la oposición deberá salir a la pizarra parlamentaria, no con ocurrencias, sino que con los principios desde donde se sostiene su domicilio político. Más aún, en un tiempo donde el Leviatán estatal asoma como aquella bestia bíblica que, ante cualquier acontecimiento natural, humano o artificial, es capaz de pasar por sobre nuestras libertades personales.

No vaya a ser que esta vez el castillo de naipes se les derrumbe a los inocentes acusadores.

Cristián Zúñiga