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Criar en pandemia: lo que podemos aprender

Por: Francisca Puga | Publicado: 07.10.2020
Criar en pandemia: lo que podemos aprender |
En la manera en que criamos influye el contexto; la manera en que nos criaron en nuestra infancia, el estado de la salud, entre otros muchos factores. Sabiendo esto, es importante considerar que, cualquiera sea la circunstancia, existen estrategias simples y prácticas, que se pueden aplicar en lo cotidiano, para ayudar a mitigar el impacto negativo que podría tener dicho contexto, cuando es adverso.

Entre lo mucho que ha quedado de manifiesto durante la pandemia del Covid-19, vale la pena detenerse a pensar cómo se ha hecho totalmente evidente que el contexto influye en la manera en que criamos y cuidamos.

Muchos padres han podido pasar más tiempo que nunca con sus hijos e hijas; otros, por primera vez no cuentan con la ayuda de familiares para cuidar de ellos. Varios han perdido la paciencia en más de una ocasión y se han visto más irritables producto del estrés, de la incertidumbre, del miedo y el cansancio. También están aquellos que han podido disfrutar con más calma el tiempo con sus hijos, con menos apuro y sin horarios estrictos; han podido conocerlos más, jugar más, estar más receptivos a sus necesidades y a lo que les gusta. Pero hay otros que han tenido menos tiempo que antes para hacerlo. Estos cambios no se dan en un ámbito meramente individual ni responden a una decisión personal, sino que son fuertemente influenciados por lo que está pasando alrededor.

En la manera en que criamos influye el contexto; la manera en que nos criaron en nuestra infancia, el estado de la salud, entre otros muchos factores. Sabiendo esto, es importante considerar que, cualquiera sea la circunstancia, existen estrategias simples y prácticas, que se pueden aplicar en lo cotidiano, para ayudar a mitigar el impacto negativo que podría tener dicho contexto, cuando es adverso.

Así, por ejemplo, se pueden aprender estrategias para mantener la calma cuando la irritabilidad está en descontrol o para sostener conversaciones con los hijos e hijas adolescentes. También se puede aprender estrategias para fomentar la colaboración, para enseñar nuevos hábitos, para demostrar afecto y para otros tantos desafíos que nos presenta la crianza. Esto no va a cambiar las historias personales de la infancia ni va a terminar con la pandemia que hoy nos afecta, pero sí puede influir en el impacto que lo externo tiene en el día a día de niños y niñas. Puede cambiar su experiencia de cuidado y, de paso, la confianza de padres y madres en su rol.

Hay muchos consejos y estrategias de crianza dando vueltas por diferentes medios, especialmente por las redes sociales. Por lo mismo, es fundamental poder ayudar a padres, madres y cuidadores a identificar la información que les sirve. Primero, con base en la evidencia de estas estrategias y, segundo, en aquello que les puede ser útil para resolver sus desafíos particulares. No existen estrategias o recetas universales de crianza que les sirvan a todos por igual. El reto es encontrar aquellas que puedan ayudar a cada familia, a sus hijos, en su contexto particular. A veces esto requiere algo de acompañamiento.

Para que los padres, madres y cuidadores efectivamente se atrevan a pedir ayuda, es urgente quitar el estigma a hacerlo: no es para “los malos padres” o para quienes lo están haciendo “mal”, sino para todo quien quiera ser acompañado en poder resolver estos temas cotidianos relacionados con la crianza.

Avancemos en normalizar y masificar el apoyo para la crianza y así mitigar el impacto de la crisis actual en niñas, niños, adolescentes y en los adultos que están a cargo de su cuidado.

 

Francisca Puga