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20 de noviembre de 2020: el ‘salto al torniquete’ que no vieron

Por: Daniel Labbé | Publicado: 22.11.2020
20 de noviembre de 2020: el ‘salto al torniquete’ que no vieron Marcha por la renuncia de Piñera | AGENCIA UNO
Lo ocurrido este 20 de noviembre indica que a Sebastián Piñera se le está acabando el tiempo. Y no sólo a él, sino que a una clase política completa que, en momentos en que las calles capitalinas se vuelven a llenar en función de sacar al mandatario del palacio presidencial, continúa preocupada de tener bajo su control un proceso de cambio de la Constitución que la gente considera como propio y en el que exige ser sujeto y no objeto.

Viernes 20 de noviembre de 2020: anótelo.

Lo ocurrido la jornada de este viernes en Chile –pero especialmente en Santiago– debe ser leído como un trascendental y simbólico hito en las movilizaciones que desde el 18 de octubre del año pasado se están desarrollando en nuestro país. La decisión de la ciudadanía movilizada de coordinarse y emprender rumbo al palacio de La Moneda luego de expulsar a Fuerzas Especiales de Carabineros y recuperar la Plaza de la Dignidad, debe ser leído con seriedad y proyección en el tiempo, tal como se debió hacer con los primeros saltos a los torniquetes que precedieron al estallido social.

Porque es claro que lo simbólico importa. Por supuesto que sí. De hecho, los simbolismos han sido un pilar fundamental en la construcción de identidad del movimiento surgido en Chile tras el estallido social. Ahí están el “ajusticiamiento” público a lo largo de Chile de los próceres de la conquista española representados en estatuas que han sido echadas al piso a punta de piolas y cadenas humanas; o la masiva presencia de banderas mapuches y la inexistencia absoluta de aquellas que llevan los nombres de los partidos políticos durante las masivas concentraciones. ¿O alguien cree que a esta altura del partido sería aceptable que la ahora avenida Nueva Providencia continuara llamándose 11 de Septiembre, o que la figura del ex almirante y, miembro de la Junta Militar, José Toribio Merino, siga presente en el Museo Marítimo de Valparaíso?

Podrá haber muchas y legítimas lecturas de lo ocurrido este 20 de noviembre en Santiago, pero entre quienes se prepararon durante la semana para esta jornada, y estuvieron en la calle, habrá una ineludible: no hay más espacio para la continuidad de Sebastián Piñera como Presidente, y la libertad de los presos políticos de la revuelta es intransable. Y así se hizo oír a través de cánticos y se dejó ver en los carteles que avanzaron a paso firme hacia el palacio presidencial. Dos demandas que, por ahora, hasta han logrado dejar –al menos en la calle– en un segundo plano lo que está ocurriendo con el proceso constituyente.

Clave, evidentemente, fueron el torpedeo del gobierno –a través del anuncio de recurrir al Tribunal Constitucional y de la presentación de una iniciativa paralela que le quita la universalidad al “beneficio”– al segundo retiro de los ahorros de la ciudadanía en las AFP, y el baleo de dos menores de edad en un centro del Sename en Talcahuano por parte de miembros de Carabineros.

Y es que es tan nítida la asignación de una responsabilidad política del presidente Sebastián Piñera en las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que continúa cometiendo la policía uniformada, que ni siquiera la salida del general director, Mario Rozas, un día antes, logró apaciguar la exigencia de un cambio estructural (cuando no la disolución) de esa institución y la caída del mandatario chileno en su calidad de jefe de esta misma.

Cliché o no, lo cierto es que ni la administración Piñera ni la clase política lo están viendo venir. Y tampoco los medios de comunicación tradicionales, que mientras la Alameda permanecía cortada desde el metro Universidad de Chile hasta la Plaza de la Dignidad, por ya 4 ó 5 horas, continuaban exhibiendo sus teleseries o hacían quiebres informativos intermitentes para mostrar los “enfrentamientos” entre los manifestantes y la policía. ¿En serio no era noticioso que desde distintos puntos de la capital la gente avanzara masivamente con el objetivo de llegar a La Moneda?

Lo ocurrido este 20 de noviembre indica que a Sebastián Piñera se le está acabando el tiempo. Y no sólo a él, sino que a una clase política completa que, en momentos en que las calles capitalinas se vuelven a llenar en función de sacar al mandatario del palacio presidencial, continúa preocupada de tener bajo su control un proceso de cambio de la Constitución que la gente considera como propio y en el que exige ser sujeto y no objeto.

Daniel Labbé
Periodista.