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Opinión

Pirotecnia

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 02.01.2021
Pirotecnia |
La denominada modernización capitalista experimentada por nuestro país en las últimas décadas (con sus tratados de libre comercio, acceso universal al consumo y democratización de las nuevas tecnologías) ha permitido que el narcotráfico se interconecte desde plataformas digitales. Atrás quedaron los tiempos de las transas en las esquinas del barrio. Hoy todo está a la mano y en un contexto de crisis de legitimidad institucional de proporciones, misma que ha tenido a Carabineros en las cuerdas y a los fiscales colapsados de investigaciones.   

El reloj marcaba la medianoche, comenzaba un nuevo año y las tradicionales bocinas de los buques no sonaron en la Bahía de Valparaíso. Tampoco apareció la tradicional pirotecnia en el mar, algo que ya había sido anunciado por las autoridades de gobierno. Sin embargo, algunos se esperanzaron en el salto al torniquete de la Armada que podía dar el joven alcalde porteño y sorprendernos con un rebelde festival de fuegos artificiales. Pero esta ciudad ya no está para darse gustitos: no quedó otra que acatar, mirar hacia los cerros y confirmar aquel acontecimiento que todos sabíamos iba a suceder. Entonces comenzaba el año 2021, cual acto poético, con los cerros haciendo de mar y el mar observando como un turista estupefacto. De seguro muchos nos sentimos así, extranjeros en un nuevo escenario. Uno donde la pirotecnia ya no provenía desde la institucionalidad, sino que emergía desde diversos y misteriosos puntos de lanzamiento.

Por supuesto que, a la hora de celebrar la partida de un año para el olvido y recibir el nuevo incierto tiempo, las reflexiones sobre el origen de los fuegos artificiales no primaron. Importó más el abrazo con los seres queridos, la correspondiente puteada al virus de Wuhan y, cómo no, el descargo contra el gobierno. Pero al mismo tiempo que dábamos los primeros abrazos, de reojo mirábamos aquella espontánea pirotecnia y sabíamos que estábamos siendo testigos de lo que parece ser el inminente principio de un peligroso futuro.

Sabido es que la pirotecnia adquirida en el mercado negro tiene como principales clientes a bandas o sujetos que la utilizan para adornar rituales propios del narcotráfico. Lo que antes era de uso exclusivo de municipios, productoras de eventos y barras de fútbol, hoy es sinónimo de funerales, aterrizaje de mercaderías y cumpleaños que intentan recrear escenas de la película Scarface. El informe de este año 2020 del Observatorio del Narcotráfico del Ministerio Público de Chile indica que nuestro país ocupa el tercer lugar a nivel continental como puerta de salida de cocaína a Estados Unidos y Europa. El tráfico de drogas por vía marítima desde los puertos de Chile hacia Europa ha seguido aumentando, lo que convierte a Chile, junto a Brasil y Colombia, en uno de los principales países de salida de la cocaína incautada el año 2019 en Valencia y Algeciras, en España, que es una importante vía de entrada de las remesas de droga al viejo continente. Este mismo informe nos recuerda que los tiempos de crisis son terreno fértil para el fortalecimiento de las organizaciones criminales. Así sucedió en la Italia de la Segunda Guerra Mundial, en Nueva York en la misma época y en Chile en los pesados años 80, década en donde surgen las nuevas organizaciones criminales ligadas al narcotráfico. Al parecer hoy, al igual como sucediera en la crisis de los 80, el narcotráfico ha decantado en la venta de drogas más baratas y de alto poder adictivo. En aquel tiempo fue la pasta base, hoy probablemente sería la marihuana “Creepy”, droga que lidera el número de incautaciones durante los años 2019 y 2020, superando a la cocaína.

La denominada modernización capitalista experimentada por nuestro país en las últimas décadas (con sus tratados de libre comercio, acceso universal al consumo y democratización de las nuevas tecnologías) ha permitido que el narcotráfico se interconecte desde plataformas digitales. Atrás quedaron los tiempos de las transas en las esquinas del barrio. Hoy todo está a la mano y en un contexto de crisis de legitimidad institucional de proporciones, misma que ha tenido a Carabineros en las cuerdas y a los fiscales colapsados de investigaciones. Es sabido que el negocio de la droga es redondo, no sólo por el deseo humano permanente por experimentar sensaciones que lo estimulen o evadan de la realidad (aquel paseo por una existencia que, desde el primer día, te recuerda que naciste para morir). Es negocio redondo, pues no es regulado, no paga impuestos y se mueve en un mercado donde no existe dios, ley ni ideología. Es probable que si la venta de marihuana o cocaína se diera en farmacias la pirotecnia en los barrios estaría de más. Lo preocupante del avance del negocio narco en Chile tiene que ver con que se dispara en un momento propicio para permearlo todo, incluso aquello que parecía intocable. Recordemos que el año 2018 el Ejército reconoció que oficiales de la institución habían vendido armas de guerra a grupos narcotraficantes. Por ahora no hemos sabido de situaciones como las ocurridas en otros países de la región, donde algunos políticos y jueces eran financiados por Pablo Escobar u otros ilustres narcos (esos que gracias a la TV se posicionaron como referentes). Pero no hay que confiarse, sabido es que todos los caminos conducen a Roma.

Es bueno también recordar que el año pasado, y en contexto de estallido social, vimos cómo las redes sociales y líderes políticos de izquierdas celebraban las fiestas de pirotecnia desatadas en plaza Baquedano. Quizás para ellos daba lo mismo si esos fuegos artificiales eran financiados y detonados por bandas delictuales. Todo valía con tal de joderse a Piñera, aun cuando fuera a manos del narco. Este año Chile comenzará a redactar una nueva Constitución, con paridad de género y representación de pueblos originarios. El desafío será escribir un acuerdo normativo para transitar las complejas aguas del siglo XXI, uno donde se asoma la inteligencia artificial, el calentamiento global y un nuevo ser humano que ha dejado de creer en estructuras rígidas. No cabe duda que esta será la oportunidad para abordar, como adultos del actual siglo, el consumo de drogas: ¿seguiremos tapando el sol del consumo con el viejo dedo del siglo XX? He de esperar que se logre dimensionar lo que está en juego y no olvidemos este fin de año con sus “espontáneas” pirotecnias. Una vez que esta manera de vivir se legitima y permea las rutinas, es cuando se comienzan a joder los países.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.