Avisos Legales
Opinión

Por mí y por todos mis compañeros

Por: Rodrigo Mayorga | Publicado: 22.01.2021
Por mí y por todos mis compañeros |
Comprender el funcionamiento de nuestro sistema electoral nos permite asumir de mejor modo nuestro rol político como ciudadanos. Si entendemos que la lógica detrás de este contribuye a una democracia más representativa, donde las ideas sean más relevantes que los personalismos, estaremos más capacitados para exigir a los partidos y movimientos políticos que nos representan el que sus alianzas electorales respondan a compartir visiones con otros, y no simplemente a cálculos pragmáticos.

No estaba seca aún la tinta de las inscripciones de candidaturas para la Convención Constitucional cuando comenzaron los primeros conflictos al interior de los distintos pactos. El primero giró en torno a la candidatura de la polemista Teresa Marinovic –impuesta, según varios dirigentes del oficialismo, “entre gallos y medianoche”–, causando duros reproches entre los partidos de la derecha e incluso la renuncia de la compañera de lista de Marinovic, la investigadora Silvia Eyzaguirre. Pronto los problemas surgieron también por la izquierda, cuando las redes sociales reflotaron una serie de declaraciones y tweets de la modelo Adriana Barrientos, candidata a constituyente de la Federación Regionalista Verde Social. La tensión creció rápido al interior de la lista Apruebo con Dignidad, con el Frente Amplio y el Partido Comunista solicitando reconsiderar la candidatura de Barrientos, el Frente Regionalista Verde Social respaldándola, y hasta un líder de extrema derecha entrando a la discusión en defensa de la modelo. Salvo este último pintoresco detalle, es importante tomar en cuenta estos conflictos, pues más que egos o rivalidades internas, reflejan algo que no todos los chilenos pareciéramos tener tan claro: la importancia de las listas en el sistema que usaremos en abril para elegir a nuestros convencionales constituyentes.

La Ley 20.840, de 2015, reemplazó el cuestionado sistema binominal por un sistema proporcional inclusivo basado en el método D’Hondt. De acuerdo a la Ley 21.200, será este el que regirá la elección de convencionales constituyentes. En sus escasos años de funcionamiento en el país, el sistema ha sido cuestionado por figuras de derecha que lo acusan de provocar la elección de parlamentarios de baja votación y, más recientemente, por grupos de izquierda que lo han tildado de ser una “trampa” instalada en la Convención Constitucional. Lo que estas criticas ignoran, intencionalmente o no, es la lógica detrás del método D’Hondt. Creado por el matemático belga del mismo nombre, su objetivo es asignar los escaños a repartir en una elección de modo tal que estos sean proporcionales a la votación obtenida por cada lista. Es decir, en un distrito donde se reparten seis escaños y compitieran solo dos listas, obteniendo cada una en su conjunto el 50% de los votos, cada una resultaría con tres candidatos electos. Lógicamente este cálculo se complejiza mientras más listas hay y dependiendo de los escaños a repartir, pero lo que no cambia es que los votos obtenidos por cada candidato sólo son considerados una vez que este primer cálculo se ha realizado, y únicamente para saber quienes dentro de cada lista ocuparán los escaños obtenidos. No hay verdaderamente “arrastres” ni “correcciones”, puesto que cada voto por un candidato o candidata es, a la vez, un voto por todos sus compañeros.

Lo anterior permite comprender el por qué de las tensiones que candidaturas como las previamente comentadas han generado: un sistema electoral regido por el método D’Hondt asume que quienes conforman una lista poseen ideas y propuestas compartidas y, cuando eso no ocurre –como en estos casos– es lógico que el grito de alarma lo den los mismos candidatos y candidatas. Más importante aún, comprender el funcionamiento de nuestro sistema electoral nos permite asumir de mejor modo nuestro rol político como ciudadanos. Si entendemos que la lógica detrás de este contribuye a una democracia más representativa, donde las ideas sean más relevantes que los personalismos, estaremos más capacitados para exigir a los partidos y movimientos políticos que nos representan el que sus alianzas electorales respondan a compartir visiones con otros, y no simplemente a cálculos pragmáticos. Incluso más relevante, hacerlo implicará ser más conscientes de que, en las elecciones de convencionales del próximo 11 de abril, no bastará con preferir tal o cual candidato o candidata, sino que las ideas y posturas de sus compañeros de lista también deben representarme. Informarnos responsablemente sobre las casi 80 listas inscritas y quienes las componen puede parecer un desafío titánico, pero es una tarea fundamental si queremos tener una Convención Constitucional que realmente las ideas de país y anhelos de futuro que, como sociedad chilena, poseemos.

Rodrigo Mayorga
Director de Momento Constituyente.