Avisos Legales
Opinión

Hablemos de la igualdad de las inteligencias

Por: Tiare Masihy | Publicado: 06.02.2021
Hablemos de la igualdad de las inteligencias | Lucha Pus
El principio de la igualdad de las inteligencias busca influenciar el mundo de la educación, puesto que cuestiona el principio básico por el cual se han ordenado históricamente las pedagogías del mundo: la explicación. Así, este concepto de igualdad problematiza el acto explicativo, pues este tiene como resultado la puesta en ridículo del estudiante: le muestra que es incapaz de aprender por sí mismo.

¿Qué te imaginas cuando lees o escuchas el término “igualdad de las inteligencias”? Para algunas personas puede sonar lindo, pero para otras aterrador. A lo mejor estos últimos podrían reclamar que el concepto niega la diversidad de las inteligencias. Sin embargo –contrario a lo que algunos liberales buscan establecer–, la igualdad se relaciona de manera complementaria con la diversidad, y no busca convertirnos en seres homogéneos, pues eso sería absurdo. Para hablar del concepto propio de la igualdad de las inteligencias, que lamentablemente no es tan conocido en las áreas externas a la teoría y la filosofía política, empezaré contando una historia.

En 1818, Joseph Jacotot, pedagogo de la Francia revolucionaria, tuvo una aventura intelectual. En Bélgica, se enfrentó a una situación en la que tenía que enseñar francés a estudiantes que hablaban holandés, pero él no hablaba ese idioma. Entonces decidió pasarle a cada uno una versión bilingüe del Telémaco de Fénelon para que ellos mismos compararan las palabras de ambos idiomas. Después de un tiempo, los estudiantes, sin ningún conocimiento entregado por el profesor, habían aprendido francés. Utilizando un libro con traducción, por sí mismos relacionaron, compararon y repitieron palabras hasta poder articular oraciones y finalmente comunicarse.

Muchos años después, el teórico político francés Jacques Ranciére recordaría esta experiencia en uno de sus libros más notables: El maestro ignorante: cinco lecciones sobre la emancipación intelectual (1987). En este sensible texto, el autor desarrolla el concepto de ‘igualdad de las inteligencias’ y ahonda en otros relacionados, como lo son ‘emancipación intelectual’, ‘igualdad’, ‘política’, ‘educación’, entre otros. La igualdad de las inteligencias consiste en la –potencialmente– igual capacidad intelectual de las personas, y se inspira en la emancipación intelectual experimentada por Jacotot. Es importante destacar que no se trata de una igualdad que se posea, sino que se declara y debe verificarse. Es declarada por las mismas personas, y lo que se verifica es la creencia de que no hay una jerarquía de las inteligencias, sino solo distintas manifestaciones de ellas. Esto se trabaja con voluntad, y allí la figura del maestro es clave. Un ‘maestro ignorante’ emancipa las inteligencias de sus estudiantes, mientras que el maestro ‘que todo lo sabe’ termina embruteciéndolas. Sin embargo, este principio no consiste en probar que todas las inteligencias son iguales, sino en ver qué se puede hacer bajo esa suposición inicial. Es decir, ¿qué podemos lograr si partimos del presupuesto de la igualdad?

El principio de la igualdad de las inteligencias busca influenciar el mundo de la educación, puesto que cuestiona el principio básico por el cual se han ordenado históricamente las pedagogías del mundo: la explicación. Así, este concepto de igualdad problematiza el acto explicativo, pues este tiene como resultado la puesta en ridículo del estudiante: le muestra que es incapaz de aprender por sí mismo. En ese sentido, la explicación imposibilita la emancipación intelectual, la cual ocurre cuando las personas se dan cuenta de sus propias capacidades e inteligencias, y asumen que no necesitan depender de otras.

Creer en la igualdad de las inteligencias puede parecer un poco loco al principio y, por supuesto, revolucionario. En efecto, en un mundo fuertemente marcado por una distribución jerárquica de los saberes, las inteligencias y las capacidades, decir que somos potencialmente igual de capaces, es ir contra la corriente. Sin embargo, no se me ocurre otra forma de pensar una educación y una sociedad profundamente igualitaria.

En Chile este concepto nos es familiar; durante años hemos salido a las calles a exigir igualdad en la educación. Pero si nos ponemos a reflexionar sobre el concepto de igualdad que hemos demandado, se ha tratado esencialmente de una igualdad de acceso. Y en ese sentido, esa igualdad se fundamenta en la relación entre el Estado y el sistema educativo. En otras palabras, esa igualdad puede, o no, ser otorgada por el Estado, únicamente. Por supuesto que la igualdad de acceso es necesaria, por supuesto que la educación es un derecho humano fundamental, al que cualquier persona, sin ningún tipo de distinción, debe poder acceder. Pero ¿qué pasa con la igualdad “interna” de la educación? Es decir, esa que ocurre en la sala de clases, esa que cuestiona nuestra forma de relacionarnos tanto entre estudiantes como entre estudiantes y profesores.

Me parece que explorar el principio de la igualdad de las inteligencias en el proceso de aprendizaje que nace en la sala de clases, es necesario desafío para las pedagogías actuales. Esta igualdad tiene implicancias políticas a gran escala en nuestra sociedad, y creo que partiendo por el espacio específico de la escuela (que no deja de ser político) puede existir una esperanza sobre cómo empezamos a imaginar y a crear nuestro propio mundo. Partiendo por asumirnos y declararnos iguales en capacidades e inteligencias, y poniendo en práctica ese presupuesto, podemos pensar una sociedad igualitaria y, al mismo tiempo, hermosamente diversa.

Tiare Masihy
Politóloga.