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Imaginando futuros desde la educación lectora

Por: Concepción López-Andrada | Publicado: 27.02.2021
Imaginando futuros desde la educación lectora |
Los estudiantes, los futuros trabajadores precarios, inscriben en sus cuerpos biografías escolares que deben ser transformadas: de la lógica instrumental, individual y competitiva a las experiencias comunes como miembros de un cuerpo político democrático, tal y como ha analizado la pensadora Wendy Brown. Sin miedo al disenso y a la ampliación de los espacios públicos de diálogo. Una escuela que como espacio relacional y como campo de batalla ideológico no trate a los ciudadanos como menores de edad. Un espacio para la fabricación de relatos en continua pugna.

Necesitamos el vacío para retomar el pensamiento. En los tiempos en los que aprender se ha convertido en la gestión de conocimientos –o en la insistencia desde las políticas educativas en enumerar competencias vaciadas de contenido como aquel “aprender a aprender”–, la lectura y la alfabetización como hecho cultural, político y social cobra un mayor relieve dentro y fuera de la escuela. Cuando hablamos de alfabetización crítica, ¿a qué nos referimos? Henry Giroux expone que los procesos de alfabetización deben ir más allá de la práctica instrumental (tan infiltrada en los programas y proyectos educativos en el contexto de la globalización). Consecuentemente, la labor crítica de la alfabetización pasaría por volver a conectar esta con la política y la ética, con una pedagogía comprendida desde la resistencia y desde la insurgencia que en un primer momento desenmascare dispositivos de poder, mecanismos que naturalizan opresiones.

Los estudiantes, los futuros trabajadores precarios, inscriben en sus cuerpos biografías escolares que deben ser transformadas: de la lógica instrumental, individual y competitiva a las experiencias comunes como miembros de un cuerpo político democrático, tal y como ha analizado la pensadora Wendy Brown. Sin miedo al disenso y a la ampliación de los espacios públicos de diálogo. Una escuela que como espacio relacional y como campo de batalla ideológico no trate a los ciudadanos como menores de edad. Un espacio para la fabricación de relatos en continua pugna. De esta manera, las acciones alfabetizadoras no funcionarían como un borrado o silenciamiento, no se construirían desde la desmemoria y el olvido ni como un transcurso uniformador de visiones del mundo y de los otros. Al contrario, deben convertirse en ejercicios de crítica radical –desarticulador de ese pensamiento crítico inerte como expresión vaciada en sucesivas reformas educativas para mayor gloria de la calidad educativa–, para reconstruir la educación (lectora) desde lo transformador, desde la pluralidad y la participación ciudadana.

En la época en la que a la mentira se le llama posverdad, se imponen relatos anquilosados, en la que convivimos con la incapacidad crítica, discurrimos a través de una violencia llamada normalidad. De esta forma, desde el Observatorio sobre Educación Lectora, Nuevas Ciudadanías y Democracia Emilia Ferreiro, del Centro de Estudios Latinoamericanos de Educación Inclusiva (CELEI) se examina la alfabetización como fenómeno no sólo de la escolarización, sino también como fenómeno político más allá de las conceptualizaciones mecanicistas. La alfabetización representa un espacio epistemológico en el que los distintos grupos sociales disputan por la manera en que esta ha ser enunciada, reproducida y resistida.

En la indagación de nuevas miradas, otra línea que se amplía para trabajar desde la educación lectora crítica consistirá en la creación de un lenguaje crítico emancipatorio. Hoy en día hay que discriminar la información veraz de la falsa, contrastar a través del dato, gestionar verdades, ¿cuándo decidimos gestionar en vez de imaginar o crear verdades y futuros?, ¿dónde quedó la imaginación política? Quizás en vaciar las palabras para volverlas a rellenar de significados nuevos, en tensionar la gramática y accionar los discursos para que se conviertan en armas emancipadoras.

Como escribió Miguel F. Campón, “todo sucede muy fuera de nosotros, pero con nosotros”. Con nosotras en un presente que habitamos en su agotamiento. Exhaustas y cansadas. Incapaces de pensar más allá del horizonte capitalista marcado, un límite de injusticias, desigualdades y violencias normalizadas. Un futuro cancelado, un futuro del que no sabemos nada, como ha expresado Marina Garcés. Hay que volver a conectar acción y aprendizajes; entender al lector y al sujeto educativo como ser de infinitud. Concebir al sujeto como una multiplicidad de diferencias para recobrar su capacidad de acontecer. Volver a imaginar futuros desde la educación lectora.

Concepción López-Andrada
Directora del Observatorio sobre Educación Lectora, Nuevas Ciudadanías y Educación Lectora “Emilia Ferreiro”.