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Estoy embarazada

Por: Javiera Court Arrau | Publicado: 16.04.2021
Estoy embarazada | Agencia Uno
Lo concreto es que ya tengo más de tres meses de embarazo, que se nos vienen millones de cambios en nuestra vida y que cuando esta guagua llegue al mundo, por nacer en Chile, no contará con la filiación de sus dos madres. Sólo yo, por darla a luz, seré su madre para efectos legales en Chile y, aunque ya hay uno o dos casos de niñes que cuentan con la filiación de sus dos madres tras años de peleas en el poder judicial, el proyecto que busca modificar la ley de filiación en nuestro país descansa en el Senado y habrá que luchar. Pero como me dijo una amiga muy sabia por estos días: “venceremos y será hermoso”.

¡Estoy embarazada! Y con mi novia no damos más de felicidad de haber llegado al primer trimestre sin mayores problemas y por ahora todo parece indicar que esta sanite. La principal preocupación de cualquier persona cuando un bebe viene en camino. Sin embargo, no vengo hoy a contarles esta linda historia, si no más bien todos los engorrosos obstáculos que hemos tenido que pasar por ser dos mujeres, lesbianas, con ganas de desafiar la ciencia y las leyes de este país. El primero de los conflictos fue que quisimos elegir un donante de espermios conocido. En dos clínicas nos rechazaron al donante y en la que finalmente nos dejaron hacer el proceso sin comprarles a ellos mismos los espermios, no nos explicaron los problemas que significaría en el papeleo ese detalle.

La técnica ROPA consiste en que el óvulo de mi pareja es implantado en mi útero. La fecundación se realiza en el laboratorio y se le llama in-vitro. Si bien para la ley no existen las familias homoparentales, para la ciencia sí, y la clínica (privada, obvio) donde hicimos el tratamiento lleva años realizándolo con parejas de lesbianas que optan por esta técnica en vez de la clásica reproducción asistida. Por romanticismo, por tener un resguardo ante la ley. Son distintos los motivos por los que parejas de mujeres optan por la técnica ROPA.

Lo que nosotras no sabíamos, y nos enteramos a mitad de camino, es que, a diferencia de las parejas que eligen un donante de banco, yo tuve que quedar como pareja de nuestro donante en las fichas de la clínica. ¿Por qué? Porque en Chile un hombre no puede “desentenderse” de sus espermios. Los bancos de espermios son siempre extranjeros. Sí, leyeron bien. Aquí, donde los papito corazón abundan, y las leyes tienen que quitarles su 10% para que se hagan cargo de sus hijes, un hombre no puede desentenderse de sus espermios. Eso nos explicaron.

En términos concretos, nos significó que todas las ecografías y el tratamiento de mi novia para aspirar a sus óvulos tuvimos que pagarlos aparte, porque ella no figuraba como mi pareja en la ficha. Además que tuve que llamar a la clínica en reiteradas ocasiones para que dejaran de enviarle al donante correos con las citas al doctor, detalles del presupuesto y otros líos a resolver que les cuento a continuación.

Se acercó la fecha de la transferencia –momento en el que el embrión es transferido a mi útero– y nos llevamos la otra GRAN SORPRESA del proceso. Luego de la estimulación ovárica, fueron 24 los óvulos que le sacaron a mi pareja. De los cuales 15 fueron fecundados exitosamente al día siguiente en el laboratorio. Pasados 5 días, eligieron al que “se veía más fuerte” para hacer la transferencia. Pudimos optar por hacer un estudio genético y esperar un mes antes de la transferencia, pero como ambas somos menores de 35 años no era necesario y preferimos no hacerlo, además se paga aparte.

Como no hay certeza de que el tratamiento funcione a la primera (de hecho, fuimos muy afortunadas de que fuese así), nos llamaron al día siguiente de la transferencia para decirnos que había 8 embriones más fecundados. Dentro del presupuesto está considerado el pago de la congelación de estos por si el embrión no se agarraba a mi útero o por si quisiéramos utilizarlos más adelante. Aquí viene la tragicomedia: en dos años más yo y el donante (porque recordemos que es mi pareja para efectos de la clínica) tenemos que decidir que sucederá con esos embriones. Tenemos dos alternativas: 1) se lo DONAMOS a esta clínica privada, que luego se los venderá muy caro a una pareja con problemas de fertilidad; o 2) SEGUIMOS PAGANDO anualmente para que sigan congelados indeterminadamente. Pero, ¿y si no los quiero usar, ni regalarlos a la clínica privada? No puedo botarlos, PORQUE SERÍA ABORTO EN CHILE, fue la explicación que nos dieron. Y así estamos a la espera de que el Aborto Legal, Seguro y Gratuito sea ley en este país de aquí a dos años. Tema que seguramente cuenta con el lobby de todas las clínicas de fertilidad para que no salga la ley, además de los próvida, donde seguro hay más de un accionista de esta industria presente. Lo otro es que mi pareja, la verdadera dueña de la genética de esos embriones, no tiene pito que tocar, ya que ella me “donó” sus óvulos para que yo y el donante hagamos familia. Para los efectos de las fichas.

Por último, y no menos sorprendente, es que en las solicitudes de horas para ecografía o para la transferencia, dice claramente en los documentos que estoy haciéndome un tratamiento por infertilidad…. cuando no hay ningún indicio de que yo haya tenido algún problema de fertilidad, más que el hecho de tener una pareja mujer y por eso requerir de la ayuda de la ciencia para poder ser madres. Incluso el día que me dieron el alta para que yo busque una ginecóloga con quien continuar mi embarazo, como cualquier otro, se me entregó una carta, para que yo le pase a mi nueva médica, donde dice que se me hizo un tratamiento por mi infertilidad.

Fallas administrativas o protecciones legales de la clínica, que no tiene problema con incluir a lesbianas como clientas, pero si un sinfín de inconvenientes posteriores. Lo concreto es que ya tengo más de tres meses de embarazo, que se nos vienen millones de cambios en nuestra vida y que cuando esta guagua llegue al mundo, por nacer en Chile, no contará con la filiación de sus dos madres. Sólo yo, por darla a luz, seré su madre para efectos legales en Chile y, aunque ya hay uno o dos casos de niñes que cuentan con la filiación de sus dos madres tras años de peleas en el poder judicial, el proyecto que busca modificar la ley de filiación en nuestro país descansa en el Senado y habrá que luchar. Pero como me dijo una amiga muy sabia por estos días: “venceremos y será hermoso”.

Javiera Court Arrau