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Opinión

Tercer retiro en manos del TC: suicidio o magnicidio 

Por: Cristián Zúñiga | Publicado: 18.04.2021
Tercer retiro en manos del TC: suicidio o magnicidio  |
El Tribunal Constitucional, de seguro, ya tiene una decisión tomada y lo más probable es que no desde su labor de cancerberos de una Carta Magna agonizante. Los ministros de este órgano saben que Piñera les ha pasado una pistola automática para que opten: entre el suicidio de rechazar el tercer retiro o el magnicidio de aprobarlo y al mismo tiempo disparar a quemarropa al gobierno. Rechazar el tercer retiro dejaría al TC como una instancia que opta por hundirse junto al viejo buque de una Constitución deslegitimada y, lo que es peor, quedarían al borde de su propia abolición en el próximo proceso de diseño de la nueva Constitución. De aprobarse el tercer retiro, este órgano será recordado como quien dobló la mano a un gobierno necio, que no fue capaz de ayudar a sus ciudadanos en medio de una feroz crisis.   

El viernes el gobierno confirmó que llevará al Tribunal Constitucional el proyecto que permite un tercer retiro del 10% de las AFP. En un punto de prensa, el Presidente realizaba este anuncio, asegurando que siempre va a defender el respeto a la Constitución. Tal cual: el respeto a una agonizante Constitución de 1980, misma que tiene fecha de muerte luego que un 80% de los chilenos votara a favor de su abolición. El proyecto del tercer retiro llega a esta instancia presidencial, luego que legisladores de derecha, centro e izquierda no lo quisieran frenar en el Parlamento. Muy por el contrario, lo asumieron como un valioso botín para mejorar su alicaído prestigio institucional (especialmente frente a la amenaza de los constituyentes) y hasta para levantar campañas presidenciales. Para los partidos políticos, preocupados de obtener los máximos cupos posibles en la próxima elección de constituyentes, este proyecto de retiro de dineros frescos ha sido un elixir campañero, donde el cortoplacismo del 10%, en muchos casos, ha resultado más importante que proyectar un marco normativo de largo plazo.

Lo cierto es que Piñera optó por la alternativa más arriesgada e impopular: llevar al órgano defensor de la Constitución una demanda popular, de esas que concitan el apoyo de moros, cristianos, derechistas, izquierdistas y apolíticos. No cabe duda que en los próximos días veamos, desde aparatosos despachos en vivo de los matinales, a Iván Moreira, Karol Cariola, Gabriel Boric, Matías Walker, la tía Pikachu y el hombre araña abrazados en el frontis del TC y entonando canticos de barra brava, al ritmo del bombo que toca la abuela Jiles. De seguro a esa misma hora, al interior de Huérfanos 1234, los 10 ministros que integran el Tribunal, todos designados en la forma señalada en el artículo 92 de la Constitución (3 miembros elegidos por la Corte Suprema, 3 designados por el Presidente de la República y 4 por el Senado) se preparen a tomar una decisión que, de seguro, ya fue tomada desde hace mucho tiempo.

Aun cuando el número de beneficiarios con el tercer retiro será menor al de los anteriores (muchos ya se quedaron sin ahorros de pensiones), son millones los chilenos que quieren hacer uso de sus dineros para enfrentar la crisis o para sacarlos de las AFP y llevarlos a otros sistemas de ahorros (quizás a muchos chilenos les dé miedo dejar sus fondos en manos de una inminente estatización del sistema). Puede que también sean millones los que requieran pagar deudas, cambiar el auto o comenzar la construcción de la casa propia. A estas alturas, da lo mismo para qué necesitan el dinero, sabido es que, a los hijos terribles de la modernidad chilena, poco le interesan las prédicas morales o ideológicas cuando se trata de ejercer su derecho al cuarto de libra, ahora.

Por lo mismo es que el Tribunal Constitucional, de seguro, ya tiene una decisión tomada y lo más probable es que no desde su labor de cancerberos de una Carta Magna agonizante. Los ministros de este órgano saben que Piñera les ha pasado una pistola automática para que opten: entre el suicidio de rechazar el tercer retiro o el magnicidio de aprobarlo y al mismo tiempo disparar a quemarropa al gobierno. Rechazar el tercer retiro dejaría al TC como una instancia que opta por hundirse junto al viejo buque de una Constitución deslegitimada y, lo que es peor, quedarían al borde de su propia abolición en el próximo proceso de diseño de la nueva Constitución (la gente no perdonaría el que hayan rechazado el retiro de sus ahorros). De aprobarse el tercer retiro, este órgano será recordado como quien dobló la mano a un gobierno necio, mismo que no fue capaz de ayudar a sus ciudadanos en medio de una feroz crisis.

No cabe duda que, la del Tribunal Constitucional, será una decisión política, donde se juega la permanencia o abolición de instancias políticas y, por lo mismo, será razonada no desde el reglamento y sus interpretaciones de espíritu (ya sabemos que Jaime Guzmán suele aparecer en versión espectral), sino que desde la sobrevivencia institucional. Tampoco será razonada desde la mirada de largo plazo del estadista que calma las pasiones, pone la pelota a piso y proyecta que, algún día, no habrá ingresos país para pagar las pensiones dignas que se prometieron, ni tampoco ahorros en las cuentas de vejez de millones de chilenos. Pero eso da lo mismo, pues hoy pensar en el futuro parece un asunto del pasado.

Cristián Zúñiga
Profesor de Estado. Vive en Valparaíso.