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Nuevo Trato: ¿revivir la Concertación?

Por: José Sanfuentes Palma | Publicado: 21.04.2021
Nuevo Trato: ¿revivir la Concertación? Pablo Vidal | Agencia Uno
El camino seguido por el Nuevo Trato, de integrarse con el PPD y el PS, y con ellos revivir la “Concertación 21”, desdeñando la unidad opositora e incluso a la ex Nueva Mayoría, hace tabla rasa de la crisis que enfrenta el país. Se requiere de una confluencia de fuerzas sociales y políticas mucho más amplia, que incluya a la izquierda y con hegemonías renovadas, que hagan posible superar el status quo y llevar adelante el Programa de transformaciones profundas que Chile necesita para alcanzar la paz.

El camino por el cual ha optado el Nuevo Trato, de integrarse con el PPD y el PS, y con ellos revivir la “Concertación 21”, desdeñando la unidad opositora e incluso a la ex Nueva Mayoría, no da cuenta de la envergadura de la crisis que enfrenta el país. Se requiere de una confluencia de fuerzas sociales y políticas mucho más amplia, que incluya a la izquierda y con hegemonías renovadas, que hagan posible superar el status quo y llevar adelante resueltamente el Programa de transformaciones profundas que Chile necesita para superar la crisis y alcanzar la paz. Pablo Vidal, en entrevista reciente en El Mercurio, declaró: “Estoy seguro que las fuerzas de centro izquierda que han gobernado los últimos 30 años tienen muchas más posibilidades de ofrecerle a Chile no solo transformaciones profundas, sino que un sentido de responsabilidad y gobernabilidad. A ese esfuerzo nos queremos sumar”, dijo, girando a una estrecha alianza de futuro, el representante de la novel coalición Nuevo Trato, recién escindida del Frente Amplio. “Queremos una primaria del progresismo liberal socialdemócrata. Básicamente, esto es una elección donde participen Paula Narváez, Heraldo Muñoz y una candidatura de Nuevo Trato”, señaló anteriormente al mismo diario un vocero oficial del Nuevo Trato, en sintonía con el PPD y su líder Guido Girardi, cuyo afán es generar una fuerza socialdemócrata moderna, tipo tercera vía de Tony Blair, como si fortalecer las identidades partidarias fuese prioritario por sobre el deber de la amplia unidad de la oposición para desalojar el desastroso gobierno de la derecha.

Precisamente, la alianza política estrecha y el Programa continuista, que unió a “los que gobernaron los últimos 30 años” tras la candidatura de Alejandro Guillier, y que hoy pretende replicarse, no estuvo a la altura de las demandas da cambios profundos de las mayorías. Vale recordar que la principal consigna que voceó el pueblo movilizado en el estallido social (“No son 30 pesos, son 30 años”), así como la dura derrota concertacionista en la elección presidencial pasada. Asuntos cardinales como el fin de las AFP y las Isapres y eliminar el lucro con los derechos sociales, el rechazo al TPP-11, el imperativo royalty minero, el impuesto a los súper ricos, la negociación ramal y, por cierto, el Estado de Bienestar a la vez que emprendedor, son algunas encrucijadas respecto de las que no se podrá eludir una definición.

Este sector ha levantado varios candidatos presidenciales, sin tener aún un Programa con definiciones claras que ofrecer, lo que en parte explica por qué la opinión pública no los considera en serio o como propuestas en que confiar, y marcan en las encuestas no más allá de su núcleo ideológico duro. Hasta ahora, en general, las ideas que han circulado se podrían catalogar en el tono bacheletista de “realistas sin renuncia”.

No basta con esgrimir la juventud como aporte de Nuevo Trato a la renovación de la centroizquierda. Lo que hoy está requiriendo Chile no es un mero cambio generacional sino un giro radical desde la inercia de décadas de desarrollo desigual y abusivo, que tienen sumido a las mayorías en la pobreza y la precariedad, hacia una verdadera revolución del bien común, que traiga prosperidad sin exclusiones a quienes habitan la esperanza de un mejor futuro. El único camino viable para transformar Chile es la amplia unidad social y política del pueblo, que hasta hoy se ve frustrado por las indefiniciones, sectarismos, incluso “ombliguismo parlamentario”, que predominan en los actuales liderazgos opositores.

José Sanfuentes Palma