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Opinión

La autorreferencia en contra del desarrollo sustentable

Por: Lucio Cañete | Publicado: 26.06.2021
La autorreferencia en contra del desarrollo sustentable |
Desde su aparición, en 1987, en el Informe Brundtland de las Naciones Unidas, el Desarrollo Sostenible o Sustentable (definido como “satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades”) ha generado la atención de políticos, científicos y filósofos; sin notar que tal concepción del desarrollo descansa sobre dos pilares muy débiles. El primero es que desconocemos los intereses de esas futuras generaciones y el segundo es que, si los conociéramos, dichas generaciones tendrían más y mejor tecnología para aprovechar su ambiente sin mucho importar cuan deteriorado esté.

El concepto de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development en inglés, Développement durable en francés y Nachhaltige Entwicklung en alemán) debutó mundial y formalmente en el Informe Brundtland entendido como “asegurar que se satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. Este concepto de desarrollo económico se comprende y se aplica autorreferencialmente; es decir, respecto a un marco de coordenadas cuyo punto de referencia dimensional es él mismo.

Los problemas de la autorreferencia en ámbitos económicos se presentan en la toma de decisiones que afectan a personas que también son capaces de decidir para ellas en esos mismos ámbitos, pero con sus propios criterios y recursos. Es decir, aunque puede resultar obvio que decidir por otros es riesgoso, no siempre se alerta que la autorreferencia constituye un egocentrismo de coordenadas conductuales que puede eclipsar otros marcos referenciales y por ende atrofiar los procesos de quienes ordenan su comportamiento de acuerdo a sus propios ejes. La ausencia de una alerta en este proceder, tal vez inconsciente, se nota también en diversos documentos internacionales de índole ambiental que han sido evacuados sin desprenderse de sus propios marcos referenciales. El ejemplo paradigmático lo constituye la Conferencia Río+20 de 2012, donde el acuerdo se intitula “El futuro que queremos” y no el presente de los pueblos del mañana que ellos querrán.

Por otra parte, también llama la atención que en el idioma francés el Desarrollo Sostenible se denomine “Développement Durable”, usando como adjetivo “durable”, aquello que en esa misma lengua significa que dura mucho tiempo, que presenta estabilidad, que tiene resistencia. Es decir, según esta concepción el desarrollo debe presentar cierta resistencia, dejando la duda si la tecnología y si los intereses de los seres humanos también se prolongan de manera estable por largo tiempo, resistiéndose a cambiar.

Esta postura de suponer invariantes la tecnología y/o los intereses, dando poca cabida a que nuestros descendientes encaren el presente de ellos de una manera distinta a como nosotros enfrentamos el nuestro, presenta ciertos riesgos entendidos como la probabilidad de que ocurran efectos que causen algún daño. Estos efectos probables no recaen sólo en las generaciones futuras, sino además en las presentes que toman las decisiones bajo este par de supuestos débiles. Es decir, se pueden estar tomando decisiones que entorpecen el desarrollo actual y que en nada beneficiarán el desarrollo futuro. Por ejemplo, se corre el riesgo en la actualidad de privar a cierto grupo humano de los beneficios de aprovechar plenamente determinado recurso, sin considerar que ese mismo recurso en un futuro no será valorado por las generaciones venideras a quienes se les hereda con especial cuidado. Incluso tratándolo descuidadamente ahora, nuestros descendientes al disponer de tecnología más avanzadas lo podrán recuperar eficientemente o recurrir sin mayores costos a un recurso alternativo. Mejor aprovecharlo plenamente ahora ya.

En resumen, los riesgos de la autorreferencia emergen al asumir que las sociedades del futuro interactuarán con sus respectivos ambientes con un par de variables (intereses y tecnología) cuyo estado será muy similar al de las sociedades actuales. Aunque existen algunos esfuerzos para pronosticar la tecnología, no existe la misma dedicación para pronosticar los intereses futuros, resultando al parecer más fácil hacerlos coincidir con los actuales.

En este escenario temporal hay probabilidades de que no existan coincidencias entre el presente (nuestro presente que sirve como referencia) y el futuro, implicando que las decisiones actuales respecto a la sustentabilidad estén erradas. Si esta postura autorreferente persiste; es decir, si dura o se sostiene en el tiempo es probable que nuestros nietos nos compadezcan al constatar que sacrificamos nuestro propio beneficio en pos de dejarles una inútil herencia.

Para que esta imagen no sea realidad dentro de las próximas décadas sin despreciar el loable fin del Desarrollo Sostenible, primero se deben destinar esfuerzos a pronosticar los intereses y tecnologías de las generaciones futuras para luego realizar las intervenciones actuales en concordancia al estado venidero de estas variables. Sin embargo, dicho pronóstico obliga a romper las cadenas de la autorreferencia.

[Nota del autor: El contenido de esta columna de opinión no representa necesariamente la postura de la Facultad Tecnológica de la Universidad de Santiago]
Lucio Cañete
Académico del Departamento de Tecnologías Industriales de la Facultad Tecnológica de la Universidad de Santiago de Chile.