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Opinión

¡Qué alegría, al fin!

Por: Maximiliano Salinas | Publicado: 06.07.2021
¡Qué alegría, al fin! |
Vivimos un tiempo especialmente notable. La acumulación de tantas amarguras, de tantas promesas defraudadas nos llevaron a este bello e inesperado presente. Como en un curioso invernadero en los jardines del vetusto y afrancesado ex Congreso Nacional parecieron brotar las flores de una convivencia más humana, más humilde, más próxima a la tierra de Chile. Esa tierra bella y libre que Gabriela Mistral albergó siempre en su corazón: “Es bella, y por bella queremos / sus pastos de rondas albear; / es libre y por libre deseamos / su rostro de cantos bañar…”. 

en vuestro Azul se regocija / mi sangre (Elicura Chihuailaf)

¡Partió la Convención! Fue un parto, pero al fin ¡la vida se sobrepuso ante todo! Todo partió en la mañana con mucha alegría. La constituyente Manuela Royo, por el distrito 23, de la Araucanía, del Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra y la Protección del Medio Ambiente (Modatima), junto a sus amigas cercanas hizo una transmisión en directo desde la Plaza Dignidad. Desde allí marchó con su pequeña hija Almita Liwen. Todo se veía luminoso, auspicioso y transparente como el cielo azul del domingo. Una de las amigas de Manuela, Valentina, habló con especial entusiasmo. Con emoción, con ilusión. El espíritu del día era cambiar la manera con que existimos. Nada menos. Pero dicho con el corazón, de adentro. Se veía en sus ojos un habla de sabiduría y de amor.

Cuando iba a empezar la inauguración de la Convención comenzaron las borrascas. ¡Qué torpeza! ¡Qué torpedeo! El centro se Santiago se colmó de la estupidez de siempre, de la represión policial, la obscenidad de guanacos y zorrillos. El Mercurio de la capital, con sus más de cien años de estilo sibilino, tituló: “En histórica e incierta jornada, Convención Constitucional enfrenta su esperada primera sesión”. ¡Incierta jornada! ¿Qué tendría en mente el ingenioso titulador y adivinador de noticias? El caso es que la incertidumbre anunciada por el diario de papel se prolongaba amenazadora. Especialmente porque las autoridades de gobierno no decían una sola palabra. Callados, inmutables, ¿expectantes? Sólo manipulando el aparato represor. 

Con todo, los nubarrones y el mal aliento de las fuerzas policiales desaparecieron, así como llegaron. No era su día, su hora, ni su momento. Los y las 155 convencionales, como estaba previsto, volvieron a ser los protagonistas de la jornada. Y ya conocemos sus primeras decisiones. La presidencia de la Convención asignada democráticamente a una mujer mapuche, llena de la sabiduría y el tacto necesario para echar andar el sueño de un Chile con esperanza. Elisa Loncon, vestida de azul, sin atuendos occidentales, reuniendo las fuerzas de la tierra. Qué largo tiempo esperado, qué largo tiempo esperanzado. Su autoridad política, pero también espiritual, es una garantía de cambiar la manera con que existimos, como decía Valentina, en las primeras horas del día. La política antigua, la de los abusadores, los matones, los mercachifles, nunca tuvo un aura de espíritu. Sólo fue ostentación de fuerza bruta, de engaño bruto, de macuquería. El político pasó a ser la encarnación de la república sin espíritu. Hecha a la mala, a la maleta, a la diabla.

Vivimos un tiempo especialmente notable. La acumulación de tantas amarguras, de tantas promesas defraudadas nos llevaron a este bello e inesperado presente. Como en un curioso invernadero en los jardines del vetusto y afrancesado ex Congreso Nacional parecieron brotar las flores de una convivencia más humana, más humilde, más próxima a la tierra de Chile. Esa tierra bella y libre que Gabriela Mistral albergó siempre en su corazón: “Es bella, y por bella queremos / sus pastos de rondas albear; / es libre y por libre deseamos / su rostro de cantos bañar…”.

Maximiliano Salinas
Escritor e historiador. Académico de la Facultad de Humanidades de la USACH.