Avisos Legales
Opinión

La refundación

Por: Maximiliano Salinas | Publicado: 15.07.2021
La refundación Gabriela Mistral en muro del GAM tras el estallido social |
La relatora del Tribunal Calificador de Elecciones que dio inicio a la Convención el pasado 4 de julio, Carmen Gloria Valladares, resulta ser sobrina nieta de Gabriela Mistral. Sin saberlo nadie, como para callado, la familiaridad de Gabriela se hizo presente en el acto. ¿No fue este hecho un despertar de los sueños de Chile que ha expresado la presidenta de la Convención, mujer y mapuche, esto es, origen de nuestros orígenes? La voluntad poética y política de desandar la herencia de la discriminación y la indiferencia por el otro, para empaparnos en el encuentro o reencuentro de una convivencia social justa y necesaria.

La presidenta de la Convención Constituyente, Elisa Loncon, expresó un deseo incontenible: la refundación de Chile. Llama la atención la indigestión que ha producido este anhelo en los ambientes conservadores del país. ¡Cómo se atreve! ¡Qué es eso! ¡Qué taumatúrgico! Quienes lo dicen son, curiosamente, las voces de quienes se han arrogado por tradición y doctrina el derecho de ser ellos y nadie más los fundadores de Chile. Hasta se apropiaron incluso de la palabra Chile. Un histórico académico de la Lengua, y crítico literario de El Mercurio, Hernán Díaz Arrieta (Alone), dijo una vez de Gabriela Mistral: “Gabriela Mistral no amaba a Chile. Amaba su Montegrande […]. Más allá, divisaba un pueblo extraño, hostil, bastante sospechoso, que no le inspiraba afecto y con el cual sentíase en oposición” (Alone, “Interpretación de Gabriela Mistral”, Anales de la Universidad de Chile, 1957). Tal cual. La élite letrada y prosuda, dueña del país y de la verdad, vio en Mistral una extraña, una montañesa, una mujer fregada y molestosa. Gabriela sabía quién era Díaz Arrieta. En 1952 le escribe a Doris Dana: “[Le] vi al final unos ojos de odio chileno. Tendré en él un nuevo y tremendo enemigo […]. Lo que va a decir allá es que soy una comunista. Porque le defendí a los obreros varias veces -a los dos mil obreros matados por un amigo de él en la Patagonia-, cuando yo vivía allá” (Carta a Doris Dana, 6 de agosto de 1952, Niña errante, 2009).

¿De qué trata esta refundación? Es la posibilidad, el sueño, de encontrarnos todos como hijas e hijos de la tierra de Chile. Sin las mezquindades con “ojos de odio chileno”. Es el sueño trizado por los miradores en menos, la élite que acapara el país con sus argumentos racistas y de clase. Que niega al otro, ya sea mediante la competencia o el odio. Quizás por eso es el sueño de Eusebio Lillo, el entusiasta de la Sociedad de la Igualdad de Francisco Bilbao y amigo leal del presidente Balmaceda, quien nos legó la imagen de una tierra como un “campo de flores bordado, copia feliz del Edén”. Un sueño que reúne misteriosamente los anhelos de todos quienes echaron raíces en este rincón de la Tierra: los pueblos originarios, dueños de una riqueza espiritual y material que todavía no sabemos ni enseñamos; los pueblos ibéricos del Mediterráneo, muchos de ellos sin identidades cristianas ni latinas, que llegaron no a hacerse la América, sino escapando de una Europa airada e intolerante; y, por supuesto, los pueblos desterrados de África, que nos legaron la magia de sus expresiones culturales como la cueca, baile de una tierra soñada.

Así se formó y conformó el inconfundible espíritu chileno de la Tierra. Fue cultivado durante siglos en la vida cotidiana del vivir en la proximidad y la sensualidad del compartir. El fundamento de lo social en el placer de la convivencia. Como seres recolectores y compartidores de alimentos que siguen sus huellas biológicas. Con la biología del amor, según la expresión científica y humanista del sabio chileno Humberto Maturana. Así se constituyó, se jugó, se inventó nuestro conversar, nuestra cultura propia. Sin reglamentos ni estatutos escritos.

Gabriela Mistral es una expresión maravillada de todo esto. Fluyen en ella las herencias indígenas, africanas y de la España oriental. En ella se halla el convivir placentero de todas las humanidades de Chile. Con sus formidables deseos de habitar la paz en medio de todas las diferencias, y junto a todos los seres vivos. Con ocasión de su muerte, esto expresó el embajador de Chile ante la Asamblea General de Naciones Unidas: “Gabriela Mistral hizo resonar por todo el mundo una voz de hondas tonalidades pacifistas. Su palabra fue siempre una invitación al hombre para amarse. Gabriela Mistral está en la línea de los grandes luchadores por una expansión y comprensión espiritual que elimina las barreras entre los hombres. Es de una categoría moral semejante a la de los más destacados universalistas, como Romain Rolland o un Herman Hesse en Europa, o un Ramakrishna o un Gandhi en la India” (Roberto Aldunate, “Discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas”, Sesiones Plenarias, 10 de enero de 1957).

¿Será ella una savia inspiradora de la nueva Constitución humana y universal de Chile? La relatora del Tribunal Calificador de Elecciones que dio inicio a la Convención el pasado 4 de julio, Carmen Gloria Valladares, resulta ser sobrina nieta de Gabriela Mistral. Sin saberlo nadie, como para callado, la familiaridad de Gabriela se hizo presente en el acto. ¿No fue este hecho un despertar de los sueños de Chile que ha expresado la presidenta de la Convención, mujer y mapuche, esto es, origen de nuestros orígenes? La voluntad poética y política de desandar la herencia de la discriminación y la indiferencia por el otro, para empaparnos en el encuentro o reencuentro de una convivencia social justa y necesaria. Heredera de un pueblo que resistió el despojo de la Araucanía, nos dice Elisa Loncon: “Hay que cambiar la historia de este país, con una manera de ser plural. Este sueño es un sueño de nuestros antepasados. Es posible, hermanas y hermanos, compañeras y compañeros, refundar este Chile, todos juntos vamos a refundar este Chile. Plural, plurilingüe, con todas las culturas, con todos los pueblos, con las mujeres, con los territorios”.

Maximiliano Salinas
Escritor e historiador. Académico de la Facultad de Humanidades de la USACH.