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¿Necesitamos hoy de «soldados desconocidos»?

Por: Joaquín Gutiérrez | Publicado: 23.10.2021
¿Necesitamos hoy de «soldados desconocidos»? |
El problema con la tumba del soldado desconocido, hasta ayer ubicada bajo lo que otrora era el monumento al General Baquedano, es que ya no cumplía con ninguno de los requisitos para ser un verdadero símbolo transmisor de la identidad nacional. Dejando, por supuesto, de lado nuestras opiniones respecto al nacionalismo, ¿qué rol identitario cumplía ese pobre soldado dejado a merced de un lugar de memoria que ya poca relación tiene con el Chile conservador que tradicionalmente se asocia al Ejército? Ya dijimos que, por una parte, una cripta monumental debe ser… monumental, pero en este caso apenas pasaba de ser un pequeño apéndice de la estructura de aquel dedicado a Baquedano. Es válido preguntarse cuánta gente que allí va a protestar realmente supo alguna vez de su existencia.

Como historiador, soy consiente de la importancia que han jugado las criptas monumentales en la construcción de la identidad nacional o, lo que es más importante, su transmisión. El nacionalismo, como cualquier otra enfermedad social, se transmite a través de vectores, entre los cuales se encuentran los más obvios como la educación, las estatuas, monumentos y las tumbas de sujetos heroicos. Estas últimas son un espacio interesante de estudio, ya que implican un doble juego por parte del Estado. En primer lugar, deben construir al héroe y luego enterrarlo en un lugar visible para el público general. Enviarlos al Cementerio General, si bien un espacio de transmisión de la nacionalidad, para el caso chileno no es suficiente. Por el contario, debe ser un lugar accesible al público general.

El problema con la tumba del soldado desconocido, hasta ayer ubicada bajo lo que otrora era el monumento al General Baquedano, es que ya no cumplía con ninguno de los requisitos para ser un verdadero símbolo transmisor de la identidad nacional. Dejando, por supuesto, de lado nuestras opiniones respecto al nacionalismo, ¿qué rol identitario cumplía ese pobre soldado dejado a merced de un lugar de memoria que ya poca relación tiene con el Chile conservador que tradicionalmente se asocia al Ejército? Ya dijimos que, por una parte, una cripta monumental debe ser… monumental, pero en este caso apenas pasaba de ser un pequeño apéndice de la estructura de aquel dedicado a Baquedano. Es válido preguntarse cuánta gente que allí va a protestar realmente supo alguna vez de su existencia.

En segundo lugar, el fenómeno de los soldados desconocidos, como se ha expresado en Europa y otros lugares del mundo, tradicionalmente han sido construidos como héroes colectivos, que simbolizan a los ejércitos y sus soldados como una unidad, libre de las jerarquías tradicionales. ¿Cómo cumplir dicha función bajo la sombra toda poderosa de un general? Más lamentable que su remoción del espacio público es la poca visión de memoria del Estado, que no percibe que en este tipo de memoriales-cripta teóricamente se puede ver reflejada una visión más “democrática” de la construcción estatal. Un simple soldado que fue enviado a morir por su comunidad imaginada (citando a Benedict Anderson). No un patriarca, no un hijo de la élite, sino un hombre común y corriente. Un antepasado común y no un héroe mítico.

Tal vez es una oportunidad perdida, pero ¿necesitamos de soldados desconocidos en pleno siglo XXI? Tal vez la pregunta debiera ser resignificada y preguntarnos: ¿merece el Ejército chileno celebrar a un caído anónimo cuando ha convertido a este país en un cementerio sin lapidas? Probablemente no.

Joaquín Gutiérrez
Historiador. Doctorando en Ciencias Sociales.