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Opinión

El intento de restaurar «la familia tradicional chilena»

Por: Lorena Armijo | Publicado: 23.11.2021
El intento de restaurar «la familia tradicional chilena» |
Los datos sociodemográficos muestran que el mito de la familia chilena no solamente está alejado de la realidad empírica, sino está en flagrante contradicción con ella. El sostenido aumento hasta el 2019 de causas judiciales por divorcio, junto con separaciones de hecho de las parejas y del número de jefas de hogar solas, así como los otros cambios en las estadísticas vitales, no son fenómenos recientes. Tampoco son producto de modas globales, sino que responden a cambios en los valores culturales y en las creencias de cada generación, que superan los límites normativos del Estado y las políticas públicas. En virtud de esta evidencia, las familias chilenas requieren de un programa de gobierno actualizado y ajustado a su realidad, para el bienestar de sus integrantes.

La idea de familia tradicional chilena vuelve a estar en la agenda de la campaña presidencial, convertida en un mito que intenta preservar y fortalecer un ideal conservador que –según cifras recientes– podríamos definir como parcial y anacrónico. El peligro de este intento de restauración radica en que un diagnóstico basado en creencias y suposiciones alejadas de la realidad generará siempre malas políticas públicas.

La heterogeneidad de la conformación familiar es confirmada por los datos de la Encuesta CASEN del año 2017. Esta encuesta muestra que los únicos hogares que van en alza son los hogares unipersonales (equivalente al 15% del total de hogares, principalmente conformada por jóvenes y mayores) y los hogares nucleares monoparentales (27% del total), con un incremento significativo de los hogares con jefatura femenina (42% del total de hogares). Según el Censo 2017 del INE, la mayor proporción de hogares monoparentales tiene a una mujer como jefa de hogar (85%). Se mantiene el número de familias extensas y cae de manera sostenida la familia nuclear biparental (57% del total). También se está produciendo una disminución del número de hijos, bajo la tasa de recambio generacional (1,6), y de la tasa de nupcialidad tanto en el Acuerdo de Unión Civil como en matrimonios (estos aumentaron este 2021, producto del receso del año anterior).

El interés o preocupación de las familias por la protección y cuidado de los hijos también es puesto en duda cuando vemos que casi la mitad de las mujeres (46%) no convive con el padre de sus hijos y, de estas, más de la mitad (65%) no recibe contribución alguna de pensión, según una encuesta realizada por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género y Cadem en 2021; y en total, el 84% de las pensiones se encuentran impagas. Hasta antes de la pandemia iniciada en 2019, año tras año se incrementaba el número de causas relativas a conflictos como el pago de alimentos, cuidado personal y relación directa y regular ingresadas al Sistema Nacional de Mediación, superando la cifra de 248 mil causas, según lo declarado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. En cuanto a violencia intrafamiliar y sexual, los datos del Ministerio del Interior indican que al año se producen en promedio más de 120 mil denuncias por violencia intrafamiliar (cifra que decayó en 2021) y más de 10 mil denuncias de abusos sexuales.

En particular, los datos sociodemográficos reseñados muestran que el mito de la familia chilena no solamente está alejado de la realidad empírica, sino está en flagrante contradicción con ella. El sostenido aumento hasta el 2019 de causas judiciales por divorcio, junto con separaciones de hecho de las parejas y del número de jefas de hogar solas, así como los otros cambios en las estadísticas vitales, no son fenómenos recientes (por ejemplo, el incremento de las jefaturas de hogar femenina mostró su primer gran salto en la medición del Censo del año 1982, en medio de la crisis económica). Tampoco son producto de modas globales, sino que responden a cambios en los valores culturales y en las creencias de cada generación, que superan los límites normativos del Estado y las políticas públicas. En virtud de esta evidencia, las familias chilenas requieren de un programa de gobierno actualizado y ajustado a su realidad, para el bienestar de sus integrantes.

Lorena Armijo
Doctora en Sociología. Investigadora del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Juventud (Cisju) de la Universidad Católica Silva Henríquez.