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El Partido de la Gente: ¿Una democracia digital?

Por: René Jara | Publicado: 28.11.2021
El Partido de la Gente: ¿Una democracia digital? Franco Parisi |
Parece que el fenómeno o el debate que presenciamos se relaciona de forma más precisa con la emergencia muy concreta de los partidos digitales. Este concepto no es nuestro, sino que lo tomamos prestado del libro reciente de Paulo Gerbaudo (The Digital Party, Pluto Press, 2019). En él se discute la influencia de lo digital en el surgimiento de nuevos partidos políticos en el mundo.

La irrupción del Partido de la Gente, principal sorpresa de las últimas elecciones en Chile, ha sido presentada como una experiencia pionera de democracia digital. En efecto, tanto el partido como su carta presidencial, Franco Parisi -el candidato virtual-, hicieron gala de un uso intensivo de las plataformas digitales. Para ratificar esta voluntad de avanzar hacia una democracia digital, sus dirigentes han señalado que la decisión de apoyo para le segunda vuelta presidencial será el producto de una consulta digital.

En realidad, nos parece que el fenómeno o el debate que presenciamos se relaciona de forma más precisa con la emergencia muy concreta de los partidos digitales. Este concepto no es nuestro, sino que lo tomamos prestado del libro reciente de Paulo Gerbaudo (The Digital Party, Pluto Press, 2019). En él se discute la influencia de lo digital en el surgimiento de nuevos partidos políticos en el mundo.

La heterogeneidad de experiencias en este plano sorprende: estas van desde la fundación en 2006 del Partido Pirata en Suecia, el Movimiento 5 Estrellas en Italia y Podemos en España. Si bien en estos casos tienen en común la presencia de una retórica anti establishment y a ratos conspiracionista, su orientación ideológica difiere. Algunos prefieren hablar de Platform Party, haciendo referencia a su vínculo directo con medios sociales como twitter o Facebook. De hecho, su modelo de difusión se basa en la generación de contenidos y de la explotación de la data de usuarios, logrando formas eficientes de extensión y difusión de mensajes. Se trata entonces de un diseño mimético de cómo funcionan las plataformas, utiliza la data y toma decisiones de acuerdo a ellas. En síntesis, se trata de una invención política novedosa, puesto que, a fin de cuentas, mezclan un modelo de negocio con la estructura organizacional de una corporación digital.

Hasta ahora, no conocíamos experiencias de este tipo en Chile. Muy por el contrario, la investigación en el área muestra que buena parte de los partidos políticos ocupan plataformas, aunque ninguno de ellos había avanzado tanto en su digitalización. La profundidad de este proceso había sido tímida y parcial, demostrando el arraigo de las formas tradicionales de hacer campaña en Chile. No obstante, la crisis social y política parece nuevamente haber precipitado este proceso.

Probablemente lo más interesante de los partidos digitales consiste en la implementación de nuevos mecanismos de decisión colectiva. Es justamente a este nivel que la utopía choca con la pesada realidad. Tres puntos críticos aparecen a este nivel. En primer lugar, el alcance de estos mecanismos deliberativos. No habría que olvidar que lo digital transforma las formas de membresía, adhesión y militancia en los partidos políticos. ¿Qué significa ser militante, en un contexto donde toda la participación pasa por una interacción desmaterializada? En segundo lugar, la tendencia a la plataformización de los partidos trae el riesgo de que la propia actividad política se vea modificada en sus fines. Recordemos que la lógica de estos dispositivos se basa en una permanente necesidad de expansión. Las organizaciones partidarias podrían transformarse entonces en una suerte de start-up, cuyo éxito y habilidad política sería medida por su rápido crecimiento. Finalmente, y como rasgo no menor, parece necesario señalar que, al menos hasta ahora, la mayor parte de estas experiencias han sido sostenidas por formas de liderazgo carismáticos. El proyecto de des-intermediar la política y asumir un enfoque participativo dependería entonces de un poder que recae y se concentra en un líder de partido o hiperlíder. Es a este nivel donde la utopía de la democracia digital debe ser nuevamente examinada, para pesquisar con rigor las condiciones materiales y simbólicas sobre las cuales se construyen estas nuevas experiencias que pretenden renovar la vida política contemporánea.

René Jara