Un futuro donde quepamos todos, todas y todes

Lo ocurrido el domingo 21 de noviembre durante la elección presidencial y parlamentaria quedará en la retina de muchos y muchas que vemos con sorpresa los impensables resultados y no hemos podido dejar de reflexionar sobre lo ocurrido. Ya se han escuchado distintas voces que se preguntan si en materia de igualdad de género esta inédita jornada electoral representa un retroceso en los avances de las últimas décadas en Chile. Nosotras, desde el Instituto de la Mujer, también nos lo preguntamos.

Y es que resulta un tanto perturbador que dos de los candidatos con mayor votación (Kast y Parisi) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales no cuenten con programas e iniciativas claras y contundentes frente a temas fundamentales como la igualdad de género, las disidencias sexuales, la educación no sexista, el matrimonio igualitario o la violencia económica y sicológica contra las mujeres. Y que, al contrario, propongan medidas conservadoras y retrógradas para el movimiento feminista, como la eliminación y/o modificación de la institucionalidad creada para promover la equidad de género, la oposición férrea para avanzar en materia de derechos reproductivos o el aumento en la edad de jubilación de las mujeres en un año, para aquellas que entran a la fuerza de trabajo.

También es paradójico que Parisi, quien tiene en su contra una querella por no aportar en la manutención de sus hijos y que está fuertemente cuestionado por ser un “papito corazón” que tiene deudas de alimentos, haya logrado convertirse en la tercera fuerza más votada.

¿Qué pasó? ¿Por qué el 53% de las y los chilenos habilitados para votar decidieron no hacerlo, sabiendo que hay tanto en juego? No es un secreto que estas elecciones presidenciales son fundamentales para el futuro de nuestro país. Quien llegue a la Presidencia en los próximos años tendrá en sus manos importantes retos como liderar la transición entre dos regímenes constitucionales; es decir, el nuevo Presidente iniciará su periodo con una Constitución y sobre la marcha tendrá que implementar la nueva y con ella otro modelo de nación.

Es necesario hacer un análisis más detallado de los resultados, especialmente de lo ocurrido con Kast y Parisi, y extraer algunas pistas que orienten y expliquen lo que para muchas —aunque sea simbólico— es un claro retroceso en materia de igualdad. ¿Qué pasa con la ciudadanía en esta materia? ¿Se hartó del discurso político que contrasta mucho con la realidad de cada persona?, ¿no se entiende el mensaje entregado?, ¿las políticas de género no se aprecian como beneficiosas en los territorios?

La esperanza está centrada en que todas y todos aquellos que durante los últimos dos años hemos estado activos exigiendo un cambio y un país más incluyente, con una nueva Carta Magna y un modelo distinto, seamos capaces de unirnos e invitar a los indecisos y a los apáticos para que se informen y conozcan las propuestas del candidato Gabriel Boric (quien ya no sólo representa al Frente Amplio o a Apruebo Dignidad), que está sumando fuerzas y ha incorporado importantes iniciativas a su programa. Un programa que, por cierto, propone garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, mantener los avances en materia de paridad laboral y sindical, promover un sistema nacional de cuidados, fortalecer el Ministerio de la Mujer y de la Equidad de Género e impulsar un sistema universal de salud, entre otros aspectos significativos.

Ese es el reto que tenemos: generar espacios de diálogo y discusión para que abiertamente conozcamos, discutamos y encontremos puntos de acuerdo, y vayamos a las urnas a elegir lo mejor para el futuro donde quepamos todos, todas y todes.