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Opinión

Pesadilla de la anticipación electoral

Por: Fernando Balcells | Publicado: 06.12.2021
Pesadilla de la anticipación electoral Pesadillas electorales |

Semi despierto al atardecer, trato de adivinar lo que pasará en la segunda vuelta. Para no marearme necesito asomarme al vacío de los números y repetir el gesto varias veces. La primera vez, uno se acerca a la ventana de su quinto piso y el vértigo lo hace retroceder. Gana Kast y algo se desprende del estómago y lo sacas por la boca. Las primeras cartas barajadas dan 46 para K y 43 para B. Desde ahí empiezo a borronear y a corregir.

La segunda vez, uno avanza más lejos apoyado en el burrito de las cifras, los supuestos ajustados y las proyecciones razonables. Gana Kast de nuevo. Los traspasos de votos de los candidatos menores se reparten aumentando la diferencia de la primera vuelta.

Asumo que, de los votantes de la primera vuelta, un 8% se va a abstener y un 12% de nuevos votantes se va a movilizar a votar. Los porcentajes son relativos a la votación de la primera vuelta. Luego reparto la votación; la de Parisi (12%) va en un 6% a K, en un 2% a B y el resto se abstiene. La de MEO (7%) va a en un 2% a K, un 3% a B y el resto no vota. De Provoste, un 2% a K, un 7% a B y 3% se abstiene. Artés se distribuye en un 1% para B y el saldo se queda en casa. Sichel, finalmente, transfiere un 8% a K, un 2% a B y otro 2% no participa. Los nuevos votantes se inclinan en 8% para B y 4% para K. Sumado todo, Boric queda en 49 y Kast 50.  Me falta un punto, pero qué diablos, el reparto parece razonable y el resto de mi estómago se vacía por el balcón hacia la calle.

No me queda más que poner la pregunta en otro lado.  No ya en lo que pasará sino en lo que tiene que pasar para que Boric remonte su desventaja. Es simple: un millón de jóvenes que no votaron en primera vuelta tienen que sacudir su indiferencia bajar el tono de sus exigencias y salir a votar.

¿Por qué la harían? Después de todo, Boric es el hermano mayor que los dejó marchando solos para gozar de las frivolidades de la diputación. Uno más de los dirigentes que ingresaron al sistema y perdieron de vista sus orígenes en el movimiento social. Los más jóvenes son dados al juicio sumario, sensibles a valorar la consecuencia y a condenar los renuncios y las traiciones. Muchos jóvenes comparten el sentimiento antipolítico de los votantes de Parisi y de MEO. Otros muchos, que se emocionaron con la Lista del Pueblo y se defraudaron, permanecerán en sus casas. No se vislumbran muchos jóvenes dispuestos a cerrar los ojos y hacer un acto de ‘amarillismo’, votando por Boric.

Entonces uno estira el cuello para mirar sin acercarse a la ventana. Imagina que los votantes de Fabiola Campillai vendrán al rescate, pero pronto se da cuenta de que ellos ya votaron y no es seguro que lo quieran hacer de nuevo.

En el acto siguiente, el soñador recurre al mapa de votación que muestra cómo, en las comunas afectas a la derecha, hubo más votación en primera vuelta que en las comunas populares. Boric tendría mayor espacio de crecimiento que Kast. Entonces uno recuerda que las mujeres de los sectores populares se movilizaron en octubre por sus hijos e hijas y sus viejos. Luego en el plebiscito y en la elección de convencionales apoyaron a las figuras vecinales, cercanas, ajenas al sistema político y activas en el mundo social.

Por último, uno retrocede y toma asiento en un sillón desvencijado. Se frota las manos y piensa que es imposible que el país acoja de nuevo a la derecha más rudimentaria y le dé la espalda a los anhelos de una sociedad más abierta y vertiginosa.

Frente al sillón hay un pequeño espejo que te devuelve la mirada y que te dice ¿No le estarás poniendo mucho? Después de todo, no has dicho ni una palabra sobre los beneficios de elegir a Boric. Y si el señor K es elegido limpiamente, ¿Acaso eso no ratifica y consolida la democracia? ¿No crees que en treinta años no se ha construido un tejido institucional suficiente como para contener los impulsos cavernarios del personaje K?

No, no creo nada de eso. Me resulta impensable que los chilenos elijan al Sr. K. No puedo creer que la ciudadanía elija esta mezcla mal parida de Piñera con Pinochet. Tanto, me resulta desagradable esa imagen que creo que eso simplemente no va a suceder. Lo niego y me quedo dormitando sin ninguna tranquilidad. Finalmente, me hago una promesa: ¡contra todas las cuantificaciones, Boric va a ganar! Lo que representa su candidatura no puede perder. Luego, me hago una pregunta que resuelve el dilema: ¿somos acaso tan inconsistentes como para pasar de la Lista del Pueblo a un autoritarismo radical de derecha? No me creo que el segundo sea consecuencia del primero. No termina de convencerme el hastío de los chilenos con las reformas pedidas y votadas desde 2019. Puede que el puzzle se destrabe si consideramos la votación de Sichel no como votación de la derecha sino de ese centro tecnificado, que se viró -desangrando a la DC y jubilando al PPD- en el segundo gobierno de Bachelet. Esta gente, que viene de una trayectoria democrática, no es parte de la fidelidad de la derecha. Son gente que votó por la Convención y que no va a votar por Kast.

Son los votantes de Sichel, no los de Parisi, más los jóvenes reticentes, movilizados en extremo más estirado de la cuerda, los que le van a dar la victoria a Boric y la tranquilidad a los viejos como uno.

Fernando Balcells
Sociólogo.