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Transición: Indicadores tempranos de la orientación del nuevo gobierno

Por: Ramón López | Publicado: 02.01.2022
Transición: Indicadores tempranos de la orientación del nuevo gobierno | Agencia Uno
La gran pregunta del momento es si el gobierno electo va a seguir la misma ruta nefasta de los gobiernos anteriores y se desligará del pueblo o, por el contrario, estará dispuesto a mantener un contacto estrecho con la ciudadanía, llamándola a apoyar el programa cada vez que este se vea amenazado.

El nuevo gobierno electo está, sin duda, sujeto a muchas presiones, particularmente proveniente de poderosos sectores ligados a la élite económica y política. Presiones que se manifiestan en la constante queja de la incertidumbre asociada al programa económico del gobierno electo y también a la gente con que el nuevo Presidente se rodeará. Al nuevo régimen se le presenta una importante bifurcación con respecto a los caminos fundamentales a seguir:

La vía I. Una vía es tranquilizar y apaciguar a las élites desde ahora, vía el nombramiento de autoridades económicas que le den ciertas garantías a esas élites y sus aliados y, desde más adelante, una vez que haya asumido el poder, a través de medidas que suavicen o diluyan las políticas originalmente propuestas en el programa de gobierno y que, a la postre, puedan configurar un gobierno no muy diferente a los de la Concertación o Nueva mayoría.

La vía II. La otra vía es enfrentar los desafíos políticos y tomar ahora los riesgos que implican el nombramiento de autoridades económicas verdaderamente comprometidas con el programa de gobierno y, a partir de marzo de 2022, aplicar el programa con decisión utilizando al pueblo organizado como gran aliado para mover la frontera “de lo posible” y realizar un gobierno auténticamente transformador.

El camino escogido será prácticamente irreversible, llevando a resultados de mediano plazo muy diferentes. Así, hablamos de bifurcación para ilustrar el hecho de que lo que haga el gobierno electo en el corto plazo, ahora y en los primeros meses de gobierno, va a significar una profunda separación entre lo que es un gobierno transformador y un gobierno meramente continuador del modelo neoliberal. Es decir, en los próximos meses se marcará a fuego el carácter y el sello del nuevo gobierno. O va a iniciar un profundo proceso transformador o va a ser una copia de la Nueva Mayoría.

Bajo esta lógica, es esencial que la ciudadanía se mantenga desde ya informada, vigilante y ojalá participando activamente en el proceso que inician las nuevas autoridades, para asegurarse que la vía escogida sea la que mejora el bienestar de la ciudadanía y no la que aumenta aún más la ya enorme apropiación de riqueza por parte de la pequeña pero poderosa élite. Para facilitar el proceso de participación y vigilancia ciudadana, es importante desarrollar un sistema de indicadores tempranos sobre la dirección que tome el nuevo gobierno. Esto puede permitir a la ciudadanía presionar para corregir a tiempo desvíos de lo medular del programa del gobierno elegido. Y pueda, por lo tanto, incidir para que el camino que se escoja siga la ruta que converge hacia los objetivos del bienestar general de las grandes mayorías y no la ruta de la derechización del gobierno. O sea, para permitir que la ciudadanía pueda evitar un proceso acumulativo de derechización, que empieza por el intento de las nuevas autoridades de congraciarse con la oligarquía, terminando en políticas que, lejos de inducir las transformaciones necesarias, protegen y aun profundizan el modelo neoliberal, tal como muestra la experiencia del gobierno de Ricardo Lagos y en general de la Concertación-Nueva Mayoría (C-NM).

La gran lección de los gobiernos de la C-NM ha sido que, una vez elegidos, se divorciaron del pueblo, lo que implicó que las pocas políticas progresistas que trataron de implementar (ejemplo, la reforma tributaria de Bachelet 2) se frustraron porque la derecha política, que incluía elementos de la propia C-NM, fue capaz de bloquearlas o diluirlas sin mayor dificultad. El alejamiento del pueblo de los gobiernos de la C-NM los hizo perder un poderoso aliado al obligar a un proceso de negociación corrupto anidado dentro del ámbito meramente de los partidos políticos.

“La medida de lo posible” se transforma así en una imposibilidad para implementar casi todas las reformas progresistas concebibles.

La gran pregunta del momento es si el gobierno electo va a seguir la misma ruta nefasta de los gobiernos anteriores y se desligará del pueblo o, por el contrario, estará dispuesto a mantener un contacto estrecho con la ciudadanía, llamándola a apoyar el programa cada vez que este se vea amenazado. A continuación, proveemos un primer adelanto de indicadores temprano que deben ser monitoreado en los próximos días.

Algunos indicadores tempranos

  1. Los mensajes públicos del Presidente electo y voceros. El tono de estos mensajes provee una clave sobre las inclinaciones del gobierno electo entre uno y otro de los dos caminos alternativos explicados anteriormente. El lenguaje en esto es muy importante; un lenguaje apaciguador hacia los grandes intereses económicos, que menciona a menudo el concepto de reducir las “incertidumbres”, de dar “confianza”, de gran preocupación por los vaivenes de la Bolsa, sobre la inestabilidad de los mercados, etc., son síntomas incipientes de una inclinación hacia la vía I. La falta de mención de los intereses de la ciudadanía y el gran énfasis sobre los intereses de las ganancias de las empresas, sobre las variaciones del precio del dólar, la inflación, apologías a instituciones como el Banco Central y otras, que han sido baluartes del neoliberalismo, y, por otro lado, omitir la importancia de instituciones populares, los presos políticos y otros, son también síntomas ominosos de que la vía I aparece como una tendencia probable.
  2. Nombramientos de colaboradores clave del nuevo gobierno. Especialmente importante es el nombramiento de los ministros de Interior y, particularmente, de Hacienda. Nombramientos de personas dispuestas a reprimir protestas y “desordenes” con dureza, que muestren poco énfasis en los derechos humanos, presos políticos, etcétera, como ministro(a) de Interior es una señal que augura la derechización del gobierno venidero. El nombramiento de una ministra(o) de Hacienda de afuera de la coalición principal que ganó la elección, creyente en mercados libres, preocupada(o) de si es ahora el tiempo del royalty, si es ahora el momento para la reforma tributaria, si es o no el momento para cambiar el sistema AFP, o para aumentar la inversión social, etcétera, es un indicador importante de que la vía I está a próxima a ser adoptada. Alternativamente, adopción de la vía II se muestra con la elección de ministros(as) desde el interior de la coalición, dispuestos a implementar las grandes reformas que demanda la ciudadanía.
  3. La falta de mención desde la coalición política del nuevo gobierno electo de las medidas fundamentales de financiamiento (MFF) necesarias para costear los ambiciosos programas sociales puede ser también un motivo de preocupación. La falta de énfasis en el debate diario sobre MFF (tales como la reforma tributaria, el royalty minero, impuestos al patrimonio de los súper ricos, reducción de la elusión y evasión tributarias y otros) pueden indicar vacilaciones y contradicciones entre las nuevas cúpulas políticas dentro del gobierno electo y auguran una falta de decisión para impulsar las transformaciones prometidas. La promoción de un permanente ambiente de discusión sobre las MFF es necesaria para lograr el máximo consenso posible sobre ellas y ganar las duras batallas que se avecinan para lograr su aprobación. Son las MFF las medidas que concitarán el mayor rechazo de las elites, y por lo tanto las más difíciles de aprobar. Si las MFF no se ponen en el tapete del debate nacional desde ya, el éxito en su aprobación va a ser muy difícil de lograr. Si el futuro gobierno fracasa en la aprobación de las MFF, las transformaciones sociales como educación gratuita y de calidad, salud, pensiones, reducción de la desigualdad e injusticias sociales, serán muy difícil de implementar sin causar grandes desequilibrios fiscales e inflación que podrían llevar a problemas muy complejos e impredecibles.
Ramón López
Profesor titular de Economía de la Universidad de Chile.